Mientras en Buenos Aires
no para de llover, mientras en Montevideo se quieren matar y mientras los
garcas que tienen la guita escondida en Panamá festejan la firma de un acuerdo
pensado para que Argentina y Brasil retrocedan 90 años, me siento a escribir
las reseñas de dos libritos editados recientemente en nuestro país.
Empiezo con el Vol.6 de
Amuleto, la exitosa saga de Kazu Kibuishi, que sigue avanzando a un ritmo muy
descomprimido, sin ningún apuro para llegar al final. Son un montón de páginas
de peripecias, misterio, tensión y aventuras al límite, siempre protagonizadas
por Emily y Navin, los chicos comunes y corrientes que (como Den, Avrack y
tantos otros) resultan ser muuuuy capos en este mundo fantástico repleto de
elementos que uno asocia con Star Wars, Lord of the Rings, Harry Potter y las
películas de Hayao Miyazaki.
El único problema que
tiene esto es que yo lo leo sabiendo que el final va a llegar en el Vol.9.
Entonces doy por descartado que cualquier volantazo grosso que involucre a
Emily o a Navin va a llegar (como muy temprano) sobre final del Vol.8. Todo lo
que pase hasta ese momento, va a ser relleno, o a lo sumo un build-up hacia ese
final que (intuyo) va a ser muy grosso. Lo bueno es que Kibuishi desarrolla
mucho y muy bien a los personajes secundarios y cuando los sacudones más
brutales que necesita la trama para mantener el interés (panquequeadas dignas
de Pichetto, heridas graves, incluso muertes) los afectan a ellos, uno siente
el impacto, no le chupa un huevo.
Estamos en un momento de
la saga de Amuleto muy The Empire Strikes Back, un tramo oscuro, ominoso, con
los protagonistas separados entre sí, metidos en distintas búsquedas, distintos
aprendizajes, distintas runflas. Me imagino que ya a partir del Vol.7, cuando arranque
el tercio final de la obra, Kibuishi va a tratar de que todo esto confluya
hacia un cierre épico y emotivo. El dibujo, como siempre, muy sencillito, casi
rudimentario en los personajes, y con un nivel devastador en las grandes tomas
panorámicas. El color, hermoso de punta a punta. Todavía no se sabe si el Vol.7
sale en Argentina este año, o si habrá que esperar a 2020 (como para volver a
llenar la heladera, ver gratis los partidos de la Superliga o irse de
vacaciones).
Hora de reencon-
trarme con Nahuel Amaya, que vuelve a la carga con Capitán Muerte, un libro que recopila un montón de tiras humorísticas protagonizadas por un bizarro superhéroe cuyo poder consiste en matar en el acto a cualquier cosa viva a la que toca. Las tiras nunca tienen menos de cuatro viñetas, y en cada uno de ellas Amaya mete mucha información, con lo cual a alguien se le ocurrió publicarlas de a una por página. Eso hace que en 96 páginas tengamos apenas 80 tiras, con mucho espacio blanco arriba y mucho espacio blanco abajo. Un libro de 96 páginas con 16 páginas que no tienen historietas, y las que sí tienen ofrecen sólo una tira… ya saben lo que opino yo de eso, no? No hace falta reiterar los conceptos.
trarme con Nahuel Amaya, que vuelve a la carga con Capitán Muerte, un libro que recopila un montón de tiras humorísticas protagonizadas por un bizarro superhéroe cuyo poder consiste en matar en el acto a cualquier cosa viva a la que toca. Las tiras nunca tienen menos de cuatro viñetas, y en cada uno de ellas Amaya mete mucha información, con lo cual a alguien se le ocurrió publicarlas de a una por página. Eso hace que en 96 páginas tengamos apenas 80 tiras, con mucho espacio blanco arriba y mucho espacio blanco abajo. Un libro de 96 páginas con 16 páginas que no tienen historietas, y las que sí tienen ofrecen sólo una tira… ya saben lo que opino yo de eso, no? No hace falta reiterar los conceptos.
Me quedo con el dibujo de
Amaya, que mejoró notablemente desde la última vez que vimos una obra suya
(19/06/15). Más plástico, más suelto, más limpio, con mejor criterio para
elegir cuándo sintetizar y cuándo ponerle a la viñeta una sobrecarga de
elementos gráficos bien dispuestos… Por supuesto que adentro no vas a ver
dibujos al nivel de lo que se ve en la portada, en buena medida porque las
tiras del Capitán Muerte son en blanco y negro, pero realmente el aspecto
visual del libro está todo muy cuidado.
En cuanto a las tiras en
sí, hay algunas muy graciosas, con un humor negro muy logrado. Algunas incluso
te hacen sentir mal por reirte de ese tipo de situaciones. Después hay otras
que juegan con los clásicos tropos de superhéroes y supervillanos, en las que Amaya
desaprovecha un poco las buenas ideas que se le ocurren para los personajes,
poderes, trajes… En un comic de 8, 12 ó 16 páginas seguramente esos personajes
funcionarían mejor y se lucirían más. Básicamente, está todo muy jugado a la
contradicción entre un tipo que supuestamente es un héroe y un poder
absolutamente letal, que fulmina (incluso accidentalmente) a todo lo que entra
en contacto con el justiciero que da título a la obra. Por eso está bueno que
sean relatos muy cortitos, de cuatro o cinco viñetas (a veces son seis o siete,
también), como para no aburrir, ni agobiar, ni restarle impacto al recurso.
Para pasar un buen rato, Capitán
Muerte no está nada mal. No es el antes y después de nada, pero es entretenido
y está muy bien dibujado.
Y nada más, por hoy. Estoy
saboreando de a poco un librazo de chotocientas páginas y ya palpitando la
previa a la función de prensa de la nueva peli de Spider-Man, así que por ahí
vendrán las próximas reseñas que tendremos (espero que muy pronto) acá en el
blog.