el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 30 de enero de 2021

24 al 30 de ENERO

Termina la cuarta semana del año, y es hora de repasar las últimas lecturas. Me gustó mucho Nadie, esa obra semi-oculta de Carlos Trillo y Alberto Breccia, realizada entre 1976 y 1978 y publicada en Argentina en la revista Tit-Bits. Es una historieta muy accesible, muy aventurera, “de batalla”, como le decía el Viejo a las historietas que realizaba en los ´70 sin más pretensiones que las de ganar guita vendiéndolas a tres o cuatro editoriales de distintos países. Después, ya en los ´80, centró su producción en obras apuntadas más claramente al público adulto, más exigente, y ahí sí, con la mira puesta más en el prestigio y la experimentación que en la facturación. Nadie nos muestra algo raro, que es un Viejo Breccia imitable. Cuando el Viejo limaba y experimentaba, era imposible copiarlo, porque tenía un vuelo y nivel de delirio absolutamente únicos. Pero este Breccia más tranqui, más tradicional, más careta, es un poco más fácil de copiar y en estas páginas me encontré con un montón de recursos que vi más tarde en todos los dibujantes que uno asocia con la línea del Viejo: cositas que más tarde tomaron Cacho Mandrafina, Leopoldo Durañona, Horacio Lalia, incluso Enrique Breccia. Es muy loco y muy lindo disfrutar del estilo del Viejo, reconocerle todos los tics de siempre, pero además verlo hacer lo que en las historietas más experimentales no hacía: muchísimas escenas de piñas, tiros, persecusiones y explosiones, fondos, paisajes y vehículos perfectamente tomados de referencias fotográficas, onomatopeyas clásicas… Está muy bueno ver cómo todo eso convive con un universo gráfico oscuro, complejo, extraño y ominoso como el que había desarrollado el Viejo a esta altura de su increíble carrera. Y comprobar que, incluso cuando tenía ganas de ser más laburante que artista, de generar un producto comercial más que de romper todos los cánones establecidos, el genio también la descosía. Los guiones de Trillo están bien, lástima que la serie queda inconclusa y varias cosas no se llegan a resolver. Me gustaron mucho los primeros argumentos, los que son casos vinculados al espionaje internacional en los que Nadie simplemente interviene. Después, la serie muta y se centra en las cosas que le pasan a Nadie, con lo cual Trillo tiene que darle relieve y profundidad al mundo interior de un personaje que –me parece- fue pensado para funcionar mejor como tábula rasa, como deus ex machina sobre el cual, cuanto menos sepamos, mejor. Los diálogos arrancan medio flojelli, sin esa chispa típica de los diálogos de Trillo, y mejoran con el correr de los episodios. Sin dudas, un libro que cualquier fan de la historieta de aventuras va a disfrutar, y que por ahí sirve para que descubran a Trillo y Breccia los lectores más tradicionales, a los que en una de esas cuesta seducir con obras como Un Tal Daneri, Buscavidas o las versiones limadas de los cuentos de hadas.
Salto a Europa y al Siglo XXI, cuando David Proudhomme se suma a la colección de álbumes de historieta producida por el museo del Louvre. Y lo hace con un relato de 70 páginas… en las que no pasa absolutamente nada. Lo más parecido a un conflicto es que David (que además de autor es protagonista) se desencuentra con su novia en medio del paseo por el Louvre y se reencuentran horas después en la casa de uno de ellos. El resto del álbum se apoya en algo que no llega a ser una trama, pero que dentro de todo se disfruta bastante: Proudhomme observa y transmite con mucho ingenio el vínculo que se crea entre las obras exhibidas en el museo y la gente que se acerca a verlas. El autor se anima a imaginar no sólo qué pasa por la cabeza del tipo o la mina que queda frente al ataúd de un faraón egipcio, o frente a un lienzo de Delacroix, Cezanne o Da Vinci, sino incluso a pensar qué sienten las obras de arte frente a ese constante desfile de personas. O sea que el núcleo del álbum es eso: el juego entre obra y espectador. Ideas, teorías fumadas, y hasta ironías con cierta mala leche acerca de cómo, para qué y por qué la gente común se mete en un museo y entra en contacto con esos tesoros de épocas pretéritas. Pero todo apenas sugerido, o presentado de modo muy liviano, con muy poco texto, como si Proudhomme se propusiera respetar el silencio que se recomienda guardar durante las visitas a los museos. Sin embargo, logra activar esos planteos en el lector, que termina por preguntarse lo mismo que el autor. Como en toda historieta extensa en la que el texto es más bien escaso, en La Travesía del Louvre se luce tremendamente el dibujo. Acá abundan las páginas con una o dos viñetas, en las que Proudhomme deja la vida para reproducir fielmente las obras que pueblan el museo. A veces reinterpreta los cuadros clásicos en su estilo, a veces se esfuerza más por lograr una imitación convincente de los autores originales, y cuando reproduce objetos corpóreos (estatuas, bustos, ataúdes, etc.) realmente te hace sentir que además de verlos, los podés tocar. Como lectura, La Travesía del Louvre puede dejar cierto sabor a poco. Pero lo recomiendo como una forma alternativa de recorrer el museo, sobre todo para los crotos a los que nos gusta el arte pero nunca fuimos a París, o para aquellos que no se bancan las colas y los lugares llenos de gente que habla boludeces y saca fotos sin entender bien qué carajo tiene ante sus ojos. Y por supuesto para disfrutar del depliegue de técnicas que ofrece un David Proudhomme inspiradísimo, que da cátedra con sus lápices, sus tintas, sus efectos logrados con carbonilla… una bestia cuyas páginas también merecen ser enmarcadas y exhibidas en el más prestigioso de los museos. Y por ahora, nada más. El próximo sábado, reseñas del material que lea en la semana que ya está por empezar.

sábado, 23 de enero de 2021

17 al 23 de ENERO

Llegó ese momento del finde en el que me siento a reseñar los libros que leí durante la semana. Arranqué tranqui, con un masacote de 560 páginas. El Essential X-Men Vol.7, con altas papongas de los años 1986-88. En materia de dibujantes, esta etapa de Uncanny X-Men muestra cómo de a poco Marc Silvestri evoluciona de clon apenitas más moderno de John Buscema hacia un dibujante más personal, más influenciado por Arthur Adams. Se ve que Dan Green (el entintador titular de esta serie) entendía perfectamente a dónde quería ir Silvestri, porque lo complementa muy bien. Y también se ve que la coordinadora (Ann Nocenti, genia y figura) no dejaba que el dibujante se jugara todo a la espectacularidad y dejara en segundo plano la claridad y la fluidez del relato. Además, hay varios números con suplentes de muy buen nivel, como Kerry Gammil, Bret Blevins. Rick Leonardi o Jackson Guice, y un par realmente de lujo, como Alan Davis y Barry Windsor-Smith. El tomo también incluye dos Annuals, uno dibujado por Davis (que se luce infintamente más en blanco y negro) y otro por el ya citado Art Adams, también infernal, con un entintado preciosista de Terry Austin. Y además tenemos los cuatro números de la miniserie Fantastic Four vs. X-Men, donde Austin entinta a Jon Bogdanove. No es un mal combo, pero en el contexto del resto de los dibujantes, queda un poco atrás. Los guiones de Chris Claremont están muy bien, llevan hacia adelante la serie de modo muy armónico, con una dirección clara, en la que no se notan volantazos bizarros. El gran defecto es que, al igual que en el tomo anterior, Claremont ya no cuenta la historia de los X-Men, sino la de Storm, Wolverine y sus amiguitos. Esta es la etapa en la que, tras las bajas sufridas en la Mutant Massacre, el grupo salea buscar refuerzos, y entran casi de golpe cuatro personajes nuevos. Ninguno llega a opacar en lo más mínimo a Logan y Ororo, incluso cuando esta última se aleja del equipo para vivir una extensa aventura que va a terminar con la recuperación de sus poderes, justo a tiempo para Fall of the Mutants. Claremont narra la historia de Storm a modo de un sub-plot de largo aliento, y me da la sensación de que se disfrutaría más si fuera una novela gráfica o un one-shot por afuera de la serie, en vez de diluída, cortada en fetas entre tantos números. Fall of the Mutants es lo más flojo del tomo. El villano no tiene mucha explicación, la resolución es medio frutera (como cada vez que Claremont recurre al personaje de Roma), y por ahí lo más atractivo es ver a Colossus de nuevo en acción. Ah, no, pará: el guión del Annual 11 (el que dibuja Alan Davis) es groseramente peor que el de Fall of the Mutants. Un verdadero delito a mano armada. El resto está muy bien, con algunos momentos sobresalientes. Varios de ellos están en la miniserie con los Fantastic Four, que me volvió a impactar como la primera vez, primero porque casi no hay machaca, y segundo por lo bien que escribe Claremont a los FF, sobre todo a Reed, Sue, Ben y Franklin. Estuvo muy bueno el reencuentro con todo este material, que había leído numerito a numerito en mi ya lejana adolescencia, cuando era un adicto a los títulos mutantes que todos los años se clavaba 15 o 16 dosis de Uncanny X-Men. Este año le entro seguro al Vol.8.
Y también leí el Vol.3 de Ryuko, el manga de Eldo Yoshimizu que acá publica Buen Gusto. De nuevo, me masacró con el dibujo, con la cantidad de técnicas que emplea sin salir nunca del blanco y negro, cómo cambia de estilo según la secuencia, cómo te va del dibujo despojado y lineal a una sobrecarga de rayitas, rayones, manchas y texturas totalmente barroca, y de un poder expresivo devastador. Yoshimizu es un virtuoso del dibujo que no para de sorprenderme, desde la puesta en página y los ángulos que elige, hasta cómo dibuja las onomatopeyas. Todo es cada vez más extremo, más personal, más genial. El guion… creo que se enroscó demasiado, que le sobran personajes, que está mucho más pensado como novela gráfica que como serie, con lo cual se debe disfrutar mil veces más leído todo de un saque que cortado en cachos y con las largas pausas que estoy clavando yo entre tomo y tomo. Hay personajes realmente atractivos, pero la runfla se espesó demasiado, me parece. Y ya desde la primera vez que los enemigos de Ryuko la rodearon con varios chumbos y en vez de matarla se pusieron a conversar, perdí un poco el interés. De todos modos, hasta prestándole poca atención, el manga te scaude con algunos momentos de acción de tremenda potencia y con algunos momentos intimistas (como el de Ryuko y su mamá cuando caminan bajo la nevada) resueltos con gran destreza narrativa. Eldo Yoshimizu es uno de los tantos mangakas a los que les vendría bárbaro trabajar con guionistas, pero su labor en la faz gráfica es tan hipnótica, salta al vacío tantas veces, que creo que le compro cualquier garcha que le editen. Nada más, por hoy. La semana que viene, nuevas reseñas. Gracias y hasta entonces.

sábado, 16 de enero de 2021

9 al 16 de ENERO

Vamos con las reseñas del material que leí esta semana. Me terminé el masacote casi 500 páginas que había empezado la semana anterior: nada menos que The Compleat Moonshadow, el libro que trae toda la serie original de Moonshadow (la de los ´80), más el librito que J.M. DeMatteis y Jon Muth agregaron a modo de epílogo unos diez años después de finalizar la serie. Moonshadow es, como suele decirse, la gran perdedora de 1986. Se trata de una obra colosal, magnífica, profunda, conmovedora, arriesgada en muchísimos aspectos, hermosa de punta a punta… que quedó tristemente eclipsada porque tuvo la mala suerte de salir al mismo tiempo que Dark Knight, Watchmen y Maus. Con el podio ocupado por esas tres obras, que repercutieron a nivel mediático como nunca antes habían repercutido las historietas en EEUU, no quedó mucho lugar para hablar maravillas de otras gemas que se publicaron en ese mismo momento, entre las cuales Moonshadow probablemente sea la más gloriosa, la que más méritos hizo por subirse a ese podio poblado de obras fundamentales. Moonshadow es un comic acerca de descubrirse a uno mismo, de madurar, de sobreponerse a la adversidad, de aprender a tomársela de un modo más liviano, de mirar para adelante, de aprender de cada cagada, de cada traición, de cada decepción, de cada vínculo. Es una obra que te envuelve en un clima aventurero, pero habla de la vida, la muerte, el amor, el sexo, la política, la literatura, la fantasía, la locura, la libertad… Si te ponés en choto (o sea, si no sintonizás la onda de lo que DeMatteis trata todo el tiempo de hacer en esta obra) probablemente llegues a la conclusión de que Moonshadow está estiradísima y que se podía contar lo mismo sin todas esas peripecias que se acumulan episodio tras episodio. Yo creo que no, que el atractivo está en ese viaje, en todas las cosas bizarras y/o extremas que le suceden al protagonista, y que son las que le dan rumbo y sentido a su camino hacia la madurez. El epílogo de los ´90 (lo único que no había leído nunca) es hermoso, pero con la salvedad de que no es una historieta: es un texto con ilustraciones. Un texto en el que la prosa de DeMatteis cobra un vuelo, una dimensión, una belleza que bien quisieran para sí tipos que han hecho fortunas escribiendo literatura como Neil Gaiman. Y las ilustraciones de Muth se lucen como –lógicamente- no se podían lucir en el contexto de una historieta. De todos modos, en el tramo original, el de los ´80, hay muchísimos momentos en los que DeMatteis reduce al mínimo la cantidad de texto para que Muth pueda desplegar su arsenal pictórico y detornarle las retinas al lector con su formidable manejo del lápiz, las acuarelas y demás técnicas analógicas. Creo que cuando leí Moonshadow en los ´80 la faz gráfica me gustó más que ahora, probablemente porque no estaba acostumbrado a la historieta de estilo pictórico. Hoy, ya más curtido, me gustó pero no me deslumbró tanto. Y lo único que tengo para criticar es el rotulado (del maestro Kevin Nowlan) que a veces, cuando las letras aparecen en blanco sobre fondos oscuros, no se entienden una chota. El resto es todo belleza, una verdadera Obra Maestra que difícilmente DeMatteis pueda superar en los años que le quedan a su carrera como guionista. Absolutamente recomendado.
Hacía más de cinco años que tenía abandonada Las Águilas de Roma, la serie de aventura histórica del maestro suizo Enrico Marini, y ahora sí, me sumergí en las 56 páginas del tercero de los cinco libros que componen la obra. Estoy justo en el momento en que pasa de todo: Marini le pega un upgrade al guion tan notable, tan impactante, que hace que todo lo que había leído en los dos primeros tomos se convierta en un prólogo mínimo, una mera presentación de personajes que (a la luz de lo que pasa en el Vol.3) se podría haber sintetizado en 16 páginas, siendo muy generosos. No quiero decir con esto que si empezás a leer la serie desde el Vol.3 vayas a entender todo, pero la gran mayoría de lo que cuenta Marini en estas páginas sostiene su fuerza dramática en sí mismo… y en lo que va a venir, porque el tomo termina en un punto crítico, picante, incómodo como tampón de virulana. Por suerte tengo el Vol.4 en la repisa de los pendientes, como para entrarle pronto. Además de un dibujo demasiado bueno para ser real, en el que se destacan la documentación histórica, la acción y el color por sobre la expresividad de los rostros masculinos (que es donde a Marini se lo ve más frío), este tramo de Las Águilas de Roma ofrece runfla política de gran calidad, mucha data histórica, mucho enrosque entre personajes de dudosas lealtades, secretos, traiciones, lujuria, ambición y el clásico debate entre someterse a un imperio para vivir un poquito mejor, o seguir enchastrándose en el fango de la precariedad para conservar impolutas la autonomía, la libertad y la dignidad. Los personajes de Marco y Arminio (extensamente presentados en los primeros tomos) ya están en un punto en el que los consideramos personas 100% reales, hay una cantidad importante de buenos personajes secundarios, buenos diálogos… Posta, lo único que no me gustó de este tomo es que me hizo sentir que los dos primeros son una estirada grosera de una introducción a la trama principal de la serie. Si los dos tomos que quedan mantienen este nivel, vamos a estar hablando de un recontra-clásico verdaderamente indispensable.
Ya para distender un poquito, me leí (muy rápido, no me duró ni medio viaje en bondi) Yonky el Zombi: El Crucero del Terror, la primera aventura de este popular personaje de Marko Torres que se publica en Argentina. Repito que se me hizo muy cortito, son 72 páginas de historieta pero muchas de ellas tienen dos o tres viñetas. Y lo más bajonero: el dibujo me gustó bastante menos que en Mutant Boyz o Ninja Kururo. Es como si Torres intentara subirse a la estética de Ren & Stimpy, pero se quedara a medio camino, como si a último momento dijera “no, es mucho kilombo, hay que laburar demasiado para que te quede parecido a un dibujo de Kircfalusi”. Y entonces tenemos una estética que no se ve original, y un intento de subirse a un estilo alucinante que no llega a buen puerto. Ojo, no es un horror. A los pibes que no saben qué es Ren & Stimpy les va a encantar. Y el guion es divertido, pasan muchas cosas, y sobre todo me transmitió una sensación de vértigo, de descontrol, de fiesta pasada de rosca, de absoluta libertad por parte del autor, decidido a todo con tal de sorprender, entretener y arrancarla una risa a los lectores. Tengo el tercer librito del Ninja Kururo esperando pista, que a nivel dibujo se ve mucho mejor que Yonky el Zombi. Ojalá el guion esté a la altura. Y nada más. Veremos qué llego a leer durante la semana para comentar acá el finde que viene. ¡Hasta entonces!

sábado, 9 de enero de 2021

1 al 8 de ENERO

En estos días me bajé dos libritos completos y la mitad de un masacote de casi 500 páginas, que reseñaré el finde que viene. Vamos con las reseñas de lo que leí en forma completa. Manta Vol.4 continúa la saga escrita por Jonathan Crenovich y Martín Mazzeo, y como siempre el misterio de lo que sucedió en Iceberg (y la venganza de quienes sobrevivieron) cobra nuevas capas de complejidad. Si bien los diálogos son realmente muy buenos, Mazzeo y Crenovich juegan a ponerlos sólo cuando no queda otra. Y además son diálogos muy naturales, que no explican todo el tiempo quién es cada personaje, qué hizo en los episodios previos, qué hace ahora y por qué. O sea que para entender plenamente lo que pasa, hay que prestar bastante atención. Manta es un comic que especula con la inteligencia del lector, al que le tira flashbacks, pistas medio ambiguas, puntas de una conspiración, secuencias oníricas… Si buscás una lectura fácil, obvia y pre-masticada, acá no la vas a encontrar. El problema es que para que todos estos recursos (largas secuencias mudas, narración en varios tiempos distintos, irrupción de secuencias oníricas, etc.) sean fáciles de comprender, hay que esforzarse mucho en el dibujo, para que el lector no se confunda a los personajes (y a sus distintas versiones, porque un mismo personaje en una secuencia tiene 30 años y en la siguiente, 50). Y este es el punto flojo de este tomo de Manta. Acá se hace cargo del dibujo nada menos que Nicolás Brondo, que es un dibujante ampliamente superior a los que habían pasado por los primeros tomos de la serie. Ya desde lo más básico, desde la puesta en página y la composición de las viñetas, Brondo saca mucha diferencia. Y después la amplía con el manejo de la acción, con el color… sin dudas un gigantesco paso adelante. Donde flaquea el cordobés es con el aspecto de los personajes, que muta mucho de una viñeta a la otra: los vemos adelgazar y engordar en una misma secuencia, la barba de Manuka cambia de forma de un cuadro a otro, por momentos es casi imposible descifrar que este personaje de mediana edad es el mismo al que ya conocemos 20 años más viejo… Ahí hay que ajustar las tuercas, porque si no cada episodio (encima leído con varios meses de distancia del anterior) se va a hacer más críptico y menos accesibles para los lectores que se quieran sumar con la saga ya empezada. El resto, todo muy prolijo, muy atractivo, un lujo.
María Llovet es una autora catalana que la está pegando bastante en el mercado de EEUU. Por eso, cuando vi en oferta una de sus obras, dije “¡adentro!”. Porcelain es la versión de Llovet de la clásica historia de rito iniciático, presentada como una versión Vertigo de Alice in Wonderland o The Wizard of Oz. Una chica de pueblo, con mucho dolor acumulado y reprimido, en una encrucijada fantástica, por momentos épica, siempre muy oscura, en la que va a poder salir (no sin esfuerzo, no sin dar el salto a la madurez) de los laberintos que su propia psiquis le plantea. La novela tiene profundidad, sostiene los misterios hasta el final y tiene mucho ritmo. Se nota que Llovet leyó mucho comic y vio mucho cine y supo plasmar técnicas y recursos en sus páginas. A mí no me sucedió, pero no descarto que el guion tenga la fuerza y la magia como para detonarle la cabeza a las chicas de 14-15 años que se acerquen a Porcelain porque –incluso sin salirse de los confines de una dark fantasy convencional, apta para adolescentes que vienen de Harry Potter- está bastante jugado. El dibujo está muy bien, siempre en función de la narrativa, volcado a un claroscuro bien power, bien categórico, con unos decorados alucinantes, un gran trabajo en la ropa de los personajes, y algunas imperfecciones menores en los primeros planos de las caras. Llovet incluso copia a la perfección el clásico recurso de Enrique Breccia de cambiar la técnica de entintado para los flashbacks, con excelentes resultados. Pero a grandes rasgos, la estética que nos propone Porcelain es bastante original, y va más para el lado de mangakas elegantes como Suehiro Maruo, Minetaro Mochizuki o Taiyo Matsumoto que hacia horizontes más “comerciales” y más transitados. Y sí, claro, una vez terminada la historieta, Norma nos encaja 30 páginas de bocetos, ilustraciones sin entintar, y hasta páginas terminadas que la autora finalmente descartó. No está mal, pero no hacía falta. Siempre es más sano editar un libro 30 páginas más finito y cobrarlo un poco menos. Atenti, entonces, a María Llovet, una autora que viene haciendo las cosas muy bien hace ya 10 años y en cualquier momento explota, porque sin dudas tiene con qué. La semana que viene, más lecturas de verano acá en el blog.

sábado, 2 de enero de 2021

DUODECIMA TEMPORADA

Y sí, parece que no, pero el blog sobrevive un año más. Ya se cumplieron once años de aquel primer posteo y con este de hoy, abrimos una temporada con varios cambios respecto de lo que venía pasando en los últimos años. De modo un poco temerario, yo me metí en dos proyectos muy ambiciosos, durante la pandemia, en esos momentos en los que te sobraban miles de horas y decías que sí a cualquier cosa que te propusieran. Uno fue escribir un libro, generar cientos de páginas de textos inéditos, por primera vez en mi vida. Y ya está, ya lo terminé. Se me ocurrió una idea para seguirlo engordando, pero no sé si voy a tener tiempo para desarrollarla, así que por ahora lo cerré. Pero empieza otro laburo bastante demandante, que es el de moverlo entre las editoriales, a ver si alguna lo quiere publicar, reunirse para negociar el contrato y demás. O no. También está la posibilidad de que a nadie le interese publicarlo, o que me ofrezcan condiciones medio disparatadas, y terminemos organizando un crowdfunding, como para que tod@s l@s interesad@s en el libro puedan conseguirlo a través de una pre-venta. Sea trabajando en conjunto con una editorial ya establecida, o poniéndome las pilas para editarlo yo (con el apoyo de ustedes), a esto hay que invertirle una cantidad de horas para nada menor. Y después, obviamente, salir a presentar el libro por distintas ciudades del país y del continente. Si gracias a la vacuna nos inmunizamos frente al Covid-19 y podemos volver a viajar normalmente, la idea es sumar mucho millaje para poder presentar el libro (una vez editado, obvio) en una buena cantidad de ciudades. ¿De qué se trata el libro? De orfebrería, música medieval y astrología aplicada a la crianza de abejas. Nah, mentira. Son textos que abordan desde distintas ópticas el fenómeno de los superhéroes, su historia, la lógica interna de sus aventuras, su impacto en la cultura popular a nivel global, etc.. Y estuvo muy bueno, leer, pensar y escribir acerca de esos temas. Me ayudó muchísimo a pasar todos esos meses de aislamiento. Me parece que quedó algo interesante, informativo y con ideas como para reflexionar y debatir un rato. Prometo compartir en este espacio las novedades al respecto. Del otro proyecto por ahora no puedo adelantar nada, pero va a salir a la luz el mes que viene, ya falta muy poquito. Ahí también, estoy poniendo una cantidad de horas bestial y también vamos a hacer lo imposible para que ustedes quieran apoyarlo y convertirlo en éxito. El mes que viene habrá anuncios, detalles y (espero) emociones fuertes. ¿Qué queda para este espacio? Probablemente un posteo semanal, en el que yo resuma las lecturas acumuladas entre un posteo y el anterior. Me da la sensación de que este año voy a leer menos historietas que el anterior, por esta cuestión del tiempo que empieza a hacerse escaso, así que habrá semanas en las que las lecturas a reseñar sean dos o una sola. También habrá reseñas de las películas que conecten con comics y que logre ver durante el año. Por cuestiones básicamente económicas, en los últimos… tres años bajó mucho mi ritmo de compra de libros, y hoy sería imposible llegar al 31/12/21 leyendo tres o cuatro TPBs o novelas gráficas por semana. Creo que a ese ritmo no llegaría ni a Septiembre con el canuto que tengo. Pero mis otros compromisos me hacen suponer que voy a tener que bajar forzosamente el ritmo de lectura, así que con lo que tengo pendiente, creo que llego a cubrir un año más de blog. Después, si me va bien con el libro y con el otro proyecto, prometo gastar fortunas en comics así para 2022 sobra material de lectura. Y como siempre, le agradezco enormemente a las editoriales y autores de nuestro país que me hacen llegar gentilmente sus novedades para que yo las reseñe en el blog. Por ahora, entonces, la idea es postear reseñas semanales durante los fines de semana. Cuando retomemos el tema de los eventos, habrá que ver si puedo postear sábados, domingos o algún otro día. También una vez por semana trataremos de tener nuevos videos en el canal de YouTube de Comiqueando, que va a seguir sumando novedades. Y como siempre, tenemos contenidos nuevos todos los días en el sitio web de Comiqueando, que ya es un clásico de la web. Mil gracias por el aguante a l@s seguidores del blog, a l@s “megusteadores” de Facebook, a l@s que comparten las reseñas que yo subo a este espacio, y por supuesto, a l@s artistas, sin los cuales no habría historietas para reseñar. Ojalá los 51 posteos que me faltan para completar el 2021 tengan más sustancia y menos venta de humo que este que les acabo de infligir. ¡Feliz 2021 para tod@s!