el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 26 de julio de 2024

VENGO EMBALADO

En realidad, el hecho de que tengamos entradas en el blog tres días seguidos es fruto de un montón de casualidades... pero bueno, disfrutémoslas. Completé The Wretch! Ya había reseñado el Vol.1 (03/09/20) y el Vol.3 (30/09/22) pero me faltaba el Vol.2, que era la figurita difícil. Con un orto inconmensurable lo encontré en una comiquería... ¡de Bélgica! y lo leí muy rápido, porque -como ya vimos en las reseñas de los tomos anteriores- Phil Hester suele optar por una narrativa bastante descomprimida, con una notable proliferación de las secuencias mudas. Lo cual casi es una pena, porque cuando se juega a narrar con bloques de texto más extensos, despliega una prosa realmente cautivante, de alto vuelo, con poco o nada que envidiarle a la de los guionistas más capos en este rubro. Este tomo incluye ocho historias autoconclusivas de este enigmático personaje (que no habla, y del que no sabemos prácticamente nada) y hay cinco realmente brillantes. La primera, "Rain Babies", está perfectamente escrita y dibujada, con una estructura de dos narraciones en paralelo que a otro autor podría resultarle incómoda. Pero -una vez más- Hester saca a relucir su chapa de narrador infalible y nos regala 13 páginas gloriosas. Por el ritmo, y la gracia que tienen los diálogos y el carisma de los personajes secundarios, también hay que destacar "Devilrock!", escrita por Jason Caskey, 13 páginas a pura diversión y heavy metal satánico. La tercera gema en la corona de Hester es "The Sun", un relato tenso, perturbador, jodido como enema de chimichurri, que juega con las pesadillas de una nena y sus vínculos familiares. Acá hay secuencias que le habría gustado dibujar a Alberto Breccia o a Alex Toth. "Happy Birthday" es la enésima historia de un pacto faustiano, esta vez entre el Diablo y un tipo que cumple 30 años, tiene un trabajo mediocre, una vida aburrida y una hijita con síndrome de Down. Son 19 páginas exquisitas, repletas de emoción. Y tan importante es "Happy Birthday" que, por primera vez en la historia de The Wretch, Hester va a tomar un elemento de esta historia y a darle importancia en una posterior, la magnífica "The Wailing Woman", la más extensa (28 páginas) y probablemente la mejor del tomo. Acá hay otro argumento tremendamente perturbador, más bloques de texto brillantes, más secuencias mudas de altísimo impacto, más momentos emotivos y una resolución a la altura de las colosales expectativas que genera el desarrollo. Entre el terror, el misterio y los superhéroes, con algún toque de comedia y un clima extraño en el que no desentona ningún tipo de freak, The Wretch deslumbra a cualquiera que se deje seducir por una buena historieta. En el prólogo, Hester no para de nombrar al maestro Bernie Kriegstein como la principal influencia a la hora de plasmar estos relatos... pero yo veo también la sombra de Will Eisner, muy presente en estas páginas. Esta es una de esas rarezas que uno se pregunta por qué carajo no es infinitamente más conocida, cómo no se la considera una Obra Maestra, cómo quedó muy relegada por otras obras del propio Hester que difícilmente sean mejores... Por suerte existen espacios como este, donde uno puede recomendarle a un montón de gente que busque este material, que lo tenga en cuenta, que lo consuma en el soporte que pueda y, si es gente que se dedica a la historieta, que aprenda de estas cátedras que dictó Phil Hester a principios de este milenio, que son realmente magistrales.
Uno de los motivos por los que se acumulan las reseñas es que el Vol.15 de Nosotros Somos los Muertos tiene muy pocas historietas. Max y Pere Joan hicieron público el hecho de que este número era el último y eso hizo que una verdadera horda de autores y autoras quisieran participar. Así es como, a pesar de tener más páginas que los números anteriores, este número se compone básicamente de aportes muy cortitos de decenas de colaboradores, que entregan o bien ilustraciones, o bien historietas de una página. La lista de nombres es demoledora. Están (entre otros) Miguel Gallardo, Samuel Casal, Aleksandar Zograf, Manuel Fontdevila, Miguel Brieva, Juan Berrio, Linhart, Lorenzo Gómez, la dupla Santiago García-Pepo Pérez, Luis Bustos, Javier Olivares, Kati Kovács, Martin Tom Dieck, Lola Lorente, Bartolomé Seguí, Micharmut, Paco Alcázar, Keko, Peter Kuper, Sonia Pulido, y los propios Max y Pere Joan. Pero son todas colaboraciones testimoniales. Historietas grosas, propiamente dichas, en este último NSLM hay pocas, pero muy buenas. Álex Fito la rompe toda en una historieta de siete páginas del Raspa Kids Club, hay una de dos páginas bastante copada de Tamayo, una de dos páginas absolutamente genial e imprescindible de Pep Brocal, y una de seis páginas del ídolo alemán Hendrik Dorgathen, con un guion que -sin estar a la altura sublime del dibujo- se la banca decorosamente. Si querés más, hay que ir a buscar solidez argumental, consistencia narrativa y virtuosismo literario en historietas de una sola página, resueltas a veces a los santos pedos por dibujantes muy notables, pero que claramente no están preparados para contar algo memorable en un espacio tan reducido. Así es como esta despedida de NSLM funciona casi como un catálogo de dibujante e ilustradores que se lucían en el palo alternativo europeo allá por 2007. Por eso la reseña queda un toque corta, no hay tanto para comentar, más allá del gran nivel de firmas que participan en esta última entrega de la última antología experimental producida en algún país de habla hispana. Nada más, por hoy. Ni bien tenga más material leído, nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.

jueves, 25 de julio de 2024

LECTURAS EN CONTINUADO

Hoy tengo para reseñar dos publicaciones que pertenecen a sendas series con las que vengo avanzando duro y parejo. El Vol.14 de Nosotros Somos los Muertos es el anteúltimo de esta notable antología creada a fines de los ´90 por Pere Joan y Max, y una vez más me dejó estupefacto con el nivel de las ilustraciones que aparecen como complemento a las historietas: ahí encontré trabajos hermosos de Linhart, Keko, Dave Cooper, Jim Woodring, el propio Max y Luci Gutiérrez. No te digo que si las historietas fueran todas chotas, igual está todo pago gracias a las ilustraciones, pero casi. De todos modos, hay buenas historietas, también. La de Miguel B. Núñez, por ejemplo, que es inquietante y está muy bien narrada. También la de Chris Ware y la de Lorenzo Gómez me resultaron muy interesantes. También esa breve y muy hermosa adaptación de un texto de Fernando Pessoa que realiza Juan Berrio, con una técnica que probablemente sea lápiz sin entintar. Y hay dos gemas: por un lado, la de Kati Kovács, autora italiana realmente genial, cuya existencia desconocía hasta ayer; y por el otro, una nueva historia corta del austríaco Mahler, dibujada así nomás, pero con un guion perfecto, en el que los diálogos y los bloques de texto giran en torno a la relación entre el comic y las supuestas "artes mayores". Son cinco páginas, que deberían ser de lectura obligatoria para cualquiera que decida dedicarse a la historieta. Y después, como siempre, hay historietas que no me causaron demasiada gracia, o que me llamaron la atención desde la estética pero no me engancharon con las historias (o directamente no entendí qué me estaban tratando de contar). Esta vez van a ese montón los trabajos de Carlo Hart, Paco Alcázar, Kai Pfeiffer, Sonia Pulido, Max, Lola Lorente, Guillem Cifré y hasta el ídolo de ídolos, el inmortal Miguel Gallardo. Sobran las excusas: 1) hay que rematar las historias en pocas páginas, 2) no existen las colaboraciones entre dibujantes y guionistas (en este número, porque no está Santiago García), 3) se supone que es una publicación experimental, donde nadie se pone la gorra para controlar que los guiones tengan sentido... y son todas válidas. Pero, cuando visualmente es todo tan atractivo, uno se ceba mal y pretende que, además, le cuenten historias copadas. No siempre se puede. Veremos con qué me encuentro cuando me sumerja en el último NSLM.
Retomo también la lectura de Dead Dead Demon´s Dededede Destruction, esta extraña serie del maestro Inio Asano, que Ivrea está publicando de manera sumamente espaciada. Me encanta. Me cerró totalmente la forma en que Asano arranca para un lado y después clava la finta y sigue para el otro, desparramando rivales al mejor estilo Messi. En este tomo, el tema de los invasores ya no es un condimento medio bizarro para un slice of life de pibitas del secundario. Ahora es el tema excluyente de la serie: todo pasa por estos seres extraños, sus naves, la posibilidad de que emitan una radiación, la violencia con la que se los combate, los planes del gobierno japonés para eliminarlos, la reacción de la sociedad frente a estas políticas... De a poquito, casi de keruza, DDDDD se convirtió en un manga sociopolítico, donde es importante lo que le pasa a Kadode y Ontan, pero claramente el foco está puesto en otro lugar. Asano pone sobre la mesa temas recontra-picantes en el mundo actual, como el problema de la inmigración, la pandemia de post-verdad, la manipulación de la opinión pública por parte de los poderosos... y sobre todo nos invita a preguntarnos ¿qué hacemos con el distinto? ¿Coexistimos con él, o aprovechamos su otredad para justificar un nuevo genocidio? A esta altura de la serie, DDDDD se trata de eso. Tiene comedia, tiene momentos muy graciosos (potenciados por la excelente traducción de Manuel Mercado), y además tiene el raro equilibrio que le permite al autor combinar una trama muy densa, donde todo el tiempo vemos muertes escabrosas como si fuera algo normal, con un clima en el que los chistes pelotudos no desentonan en lo más mínimo. Ese contraste entre momentos cómicos y momentos trágicos se suma al otro contraste, el que nos propone Asano desde el dibujo, donde vemos fondos absolutamente realistas (claramente basados en fotografías) habitados por personajes muy caricaturescos, sin la menor pretensión de realismo. Esto ya es una marca registrada del autor, y en DDDDD cobra mucha fuerza, entre otras cosas porque está muy bien hecho. En general, todo el aspecto visual de este manga es fascinante, por su dinamismo, la gran variedad de ideas que despliega Asano para la puesta en página, la versatilidad en el trazo, la expresividad de los personajes, el riesgo a la hora de deformar algunas cosas y mantener muy verosímiles otras... Sin dudas la magia de Asano sigue intacta y su talento para ponerle onda y corazón a cualquier tipo de historias también. Tengo en el pilón de los pendientes el Vol.6, al que seguro le entraré el mes que viene. Nada más, por hoy. Gracias a tod@s l@s que ya se descargaron el nº9 de Comiqueando Digital en la tienda virtual y nos comentan cosas lindas sobre ese numerazo al que tanto huevo le pusimos. Ya estamos trabajando en el nº10.

miércoles, 24 de julio de 2024

DEADPOOL & WOLVERINE

Esta debe ser una de las películas más extremas que vi en mi vida. No recuerdo haber visto una película tan violenta, ni una en la que se digan tantas veces las palabras "fuck" y "fuckin´", ni una película tan meta, tan pensada para hablar de las otras películas, de los estudios, de los actores, de las modas, de las tendencias, de la industria, del vínculo entre el cine y los comics de donde salieron estos personajes. Deadpool y Wolverine es un delirio fascinante, donde el argumento no tiene mucho peso (hay villanos copados, pero están ahí para que los héroes tengan contra qué pelear) pero donde el guion (a cargo de un equipo integrado por Ryan Reynolds, Rhett Reese, Paul Wernick, Zeb Wells y Shawn Levy) revela un grado superlativo de compromiso, de análisis, de ganas de meterse en profundidad a reflexionar acerca de lo que pasa con estos relatos y con estos personajes en la pantalla. Los guionistas entienden (y quieren que el espectador también entienda) puntos que van más allá del impacto que generan la machaca, los cameos, los cruces entre realidades, los guiños nostálgicos al que vio chotocientas películas previas... Y explican lo que quieren explicar de la mejor manera posible, que es a través del humor, y de la total falta de pretensiones. Porque en todo momento, tienen como prioridad que te diviertas y te cagues de risa. ¿Es una más de universos alternativos, líneas de tiempo divergentes y tierras paralelas? Sí, pero encarada de otra manera. Básicamente, lo que no siempre funciona cuando se hace en serio, en D&W funciona porque está hecho en joda. Es difícil contar más del argumento sin spoilear, sobre todo para mí, que -como no veo trailers- no tengo idea de cuánto sabe el espectador que sí ve trailers acerca de lo que sucede en la película. Yo fui, como siempre, sin saber un carajo. Sabía que estaban Ryan Reynolds y Hugh Jackman al frente del elenco, y que -por primera vez en casi 25 años- Wolverine lucía un traje superheroico en vez de camperitas, remeras y camisas. Todo lo demás para mí fue sorpresa, y la verdad que a lo largo de los 127 minutos que dura la peli me sorprendí MUCHAS veces más de lo que imaginaba en la previa. No le quiero cagar a nadie ninguna sorpresa, pero vayan preparados para ver muchas cosas imposibles. Mucha sangre, también. Muchas peleas que están al pedo y no hacen avanzar la "trama". Muchos chistes, todos para adultos. Muy buenas actuaciones, de los dos protagonistas y de Emma Corryn y Matthew Mcfayden. Muchos cameos, que no quiero enumerar porque me imagino que forman parte de las sorpresas. Efectos especiales muy logrados, como ya es costumbre en estos tanques de Hollywood. Grandes hits de los ´80 en la banda de sonido, como en las pelis anteriores de Deadpool. Esta vez, felizmente, hay mucho menos espacio para una trama romántica, lo cual hace que el personaje de Vanessa no tenga desarrollo y forme parte del decorado, al igual que un montón de los personajes secundarios que el film acumula durante esos 127 minutos. Pero no está mal, porque todo se sostiene con Wade y Logan, más un par de antagonistas interesantes, que ojalá vuelvan en futuras iteraciones de este u otros universos fílmicos. Deadpool & Wolverine es una película que funciona como bisagra, es el testimonio en "formato aventura" del fin de la "línea FOX" y su absorción por parte de Disney/Marvel. También es un antes y un después para la propia Disney, que hace unos años jamás hubiese puesto un mango en una película con este nivel de mala leche, guarangadas y violencia. Y también para el público que, aún hoy, asocia a los superhéroes con algo para chicos. Esta peli no solo es "para grandes" porque hay infinitos chistes sexuales e infinitos miembros mutilados: también es "para grandes" por lo que decía al principio: es una película MUY pensada, que además invita a pensar. En la posible redención del antihéroe (como las otras dos, e incluso como la gloriosa Logan) y en un montón de otros temas que tienen menos que ver con la dinámica de este tipo de relatos y más con el meta-relato, con los mecanismos que se activan cada vez que alguien decide producir un blockbuster basado en una franquicia que no nació en el cine, sino que viene de otro barrio. Si no acompañaste al mercenario bocón en las dos primeras entregas, recomiendo ver ambas (y Logan) antes de entrar a ver Deadpool & Wolverine. Esto no es exactamente el fin de una trilogía, pero se nutre (entre muchas otras cosas) de lo que sucedió en esas tres películas previas. Si sos fan del Deadpool de los comics, o el Wolverine de los comics, acá vas a descubrir otra faceta mucho más jugada de estos dos personajes. Y si ya te hiciste fan de las pelis de Deadpool, con esta vas a recontra-flashear. Ojalá la disfrutes tanto como la disfruté yo.

sábado, 20 de julio de 2024

SHOWCASE PRESENTS: THE UNKNOWN SOLDIER Vol.2

Hace menos de un año, un no tan lejano 09/10/23, escribí una reseña de la que no me acordaba nada, acerca de un libro del que no me acordaba nada. Un desastre, lo mío. Pero bueno, en esa reseña prometía entrarle durante 2024 al segundo Showcase de Unknown Soldier, y eso se cumplió. Acá tenemos otro masacote de más de 550 páginas, en el que vemos cómo, a partir del nº 205, la revista Star-Spangled War Stories cambia de nombre y se empieza a llamar como su personaje estrella. El libro recopila 37 historietas publicadas a lo largo de la segunda mitad de los ´70, cuando los comics bélicos de DC se resistían a adoptar la fórmula que se había impuesto en los comics de superhéroes, es decir, permitir la evolución, el desarrollo de los personajes, mediante arcos argumentales que obligaban al lector a seguir número a número las revistas. En estos títulos bélicos, en cambio, los personajes no avanzan ni un milímetro, nunca. No existe esa saga en la que "cambia todo para siempre" y que si no la leés, no entendés nada de lo que viene después. La inmensa mayoría de las aventuras del Unknown Soldier (algunas de un solo episodio y otras de dos) que recopila este tomo se pueden barajar como si fueran naipes y leerse en cualquier orden, sin encontrarnos con ninguna contradicción, ni con elementos que no cierran o no se entienden. En el número que el protagonista le impone su nombre al título, hay un recuento del origen (ante la probabilidad de que se sumaran nuevos lectores que no leían SSWS, pero sí TUS), muy sintetizado en dos paginitas, y después, "siga, siga": vamos para adelante con nuevas aventuras que no requieren ninguna lectura previa. Al igual que el tramo final del Vol.1, toda la primera parte del Vol.2 nos presenta la etapa de The Unknown Soldier escrita por David Michelinie y dibujada por Gerry Talaoc. Los guiones (si les perdonás las constantes rupturas del verosímil) no están mal, tienen ingenio, son ágiles, no aburren... aunque lógicamente les falta profundidad y les sobra soldados nazis con pésima puntería. Algunas veces me sorprendí a mí mismo aplaudiendo a Michelinie por lo mucho que logra contar en 15 páginas (como en la vibrante "The Survival Syndrome" o la notable "The Cure") o por jugarse a meter algún giro impredecible, como la pica que arma entre el Unknown Soldier y Mademoiselle Marie, otra heroína vinculada a la resistencia francesa contra el Tercer Reich, que aparecía en SSWS (y otros títulos bélicos de DC) desde 1959. Y el dibujo de Talaoc tampoco está mal: mejora cuanto más de cerca enfoca a los personajes y se deshilacha un poco cuando opta por planos más grandes, en los que se ven personajes de cuerpo entero, paisajes, fondos, etc. Y justo antes de que la revista cambie de nombre, cambia también el equipo creativo: vuelve Bob Haney (autor de varios de los guiones que vimos en el Vol.1) y queda como dibujante fijo Dick Ayers, primero en equipo con Talaoc, y después alternando entre Talaoc y Romeo Thangal. Se ve que Ayers entregaba bocetos con muy poca definición, porque el aporte de cada uno de sus compañeros hace que las historietas se vean totalmente distintas. Las de Ayers/ Talaoc parecen de Talaoc y las de Ayers/ Thangal parecen de Thangal. Hay que leer los créditos para darse cuenta de que en todas participa el veterano lapicista, que para esa época no solo ya era un señor grande, sino que además producía muchas páginas por mes para DC, desparramadas entre otros títulos de guerra y algunos de western. Ninguna de las dos combinaciones funciona particularmente bien, porque Thangal no está capacitado para hacer milagros, y Talaoc en una de esas sí, pero su compromiso baja con el correr de las páginas y ya para el final no conserva nada de su atractivo. Como en el Vol.1, me encontré con un Haney que se toma a la serie bastante en serio (valga la aliteración) y trata de que las historias no queden en el impacto de la consigna, sino que el desarrollo de las mismas tenga sentido. Incluso respeta cosas establecidas por los guionistas anteriores, lo cual para Haney ya es un montón. Ninguna de sus historias me partió la cabeza ni me hizo decir "¿cómo nunca nadie me recomendó estas historietas, ni las puso en el podio de las más gloriosas gemas del comic bélico?", pero en general, no me aburrí. Y eso, en una serie pensada para dar vueltas todo el tiempo en un mismo lugar sin avanzar un milímetro, también es un montón. Incluso en los últimos números, Haney se da el lujo de escribir historias (cortas, de 12 páginas) en las que el protagonista no asume otras identidades, sino que actúa todo el tiempo con su cara cubierta apenas por sus clásicos vendajes. Es decir, se anima a dejar de lado la fórmula definitoria de la serie, que consiste ver al Unknown Soldier cambiar de nombre y de cara para cada misión, algo que en principio parece tan demencial como... no sé, Haney hizo tantas locuras en DC, que los ejemplos serían infinitos. Fuera de lo que recopila este libro, la serie duró 42 números más (hasta 1982) y -cagate de risa- Bob Haney, Dick Ayers y Gerry Talaoc están hasta el final. Ojo: no los leería, sinceramente. Con esto, ya tengo más que suficiente Unknown Soldier. Peeero, no descarto comprarme algún numerito suelto de la revista, porque para esta época las aventuras del Soldier ocupaban 12 ó 15 páginas y entre las historias complementarias puede haber papita fina, o trabajos semi-ocultos de autores que me copan (John Severin, por ejemplo). Y lamentablemente muy poco de todos esos back-ups fueron reeditados en libros. Hasta acá llegamos por hoy, pero si querés más textos sobre historietas de los años ´70, vas a encontrar muchísimos artículos a fondo, a cargo de enormes especialistas, en el nº9 de Comiqueando Digital, que se puede descargar por muy poca plata en https://comiqueandoshop.blogspot.com/. Gracias a l@s que ya se la bajaron, y nos reencontramos pronto acá en el blog.

viernes, 19 de julio de 2024

VIERNES AL MEDIODIA

Medio bizarro, pero bueno... es el rato que encontré para sentarme a redactar las reseñas de los dos libritos que terminé en estos días. Me faltaba un TPB para completar la etapa de Hawkeye que empezó con Matt Fraction, terminó con Jeff Lemire y tuvo tres números 1, en ese furor demencial de Marvel por relanzar las colecciones todo el tiempo. Por suerte la colección de los TPBs va del 1 al 6, sin hacerse cargo de los reinicios en la numeración de los comic books. Si el tomito anterior me entusiasmó, este directamente me conmovió. Lemire retoma el tema de los tres pibitos medio freaks con hiper-poderes psiónicos y los convierte en el núcleo de dos tramas: una que sucede en el presente y otra que sucede en un futuro posible, 30 años después de lo narrado en el tomo anterior. Ah, y por si fuera poco, después se suma una tercera trama ambientada diez años antes, cuando Kate Bishop era una nenita de ocho o nueve años. Evidentemente hay que prestar atención para no perderse, pero por suerte Ramón Pérez da (una vez más) cátedra de versatilidad, al presentar cada una de estas ambientaciones temporales en un estilo gráfico distinto. Para el presente elige (como ya vimos) ese trazo adusto, sintético, basado en una línea gruesa que por momentos recuerda a David Ajá y por momentos a David Lapham, para ilustrar el pasado de Kate vuelve a esas acuarelas bellísimas que utilizó para mostrarnos el pasado de Clint y Barney, y finalmente para las secuencias del futuro pela un tercer estilo, más crudo, parecido a un boceto sin entintar, donde está todo más jugado al trabajo de color que incorpora Ian Herring. Acá es donde el trazo de Pérez más se parece al del propio Lemire. Los guiones están llenos de hallazgos, de diálogos tremendos y momentos ultra-emotivos. Lemire subraya todo el tiempo algo que ya nos había marcado Fraction: Clint se parece muy poco al resto de los superhéroes de la cosmogonía de Marvel. Y está muy bien que lo recalquen lo más posible. Por otro lado, el canadiense se ensaña un poco con el arquero: tal vez para darle chapa a Kate (que está pensada como un personaje perfecto, sin fisuras ni dobleces), son varios los momentos en los que a Clint lo hace quedar como un forro. Un forro querible, con esos defectos que lo acercan un poco más a los lectores, que tampoco nos parecemos demasiado a los típicos superhéroes, pero un forro al fin. La verdad que el contraste entre Clint y Kate funciona tan bien, y enriquece tanto la mitología de Hawkeye dentro del Universo Marvel, que no se lo puede putear a Lemire por "torcer" un poquito la caracterización, ni de Clint ni de Maria Hill, que es otra figura bastante relevante en este tomo, pero que por momentos se siente "fuera de personaje". Me voy muy contento de esta etapa de Hawkeye. Ya cerré esta serie, cerré la primera de Daredevil de Mark Waid, y ahora es hora de avanzar con otras series segundonas y terceronas de Marvel, de esas que me gustan a mí.
Me vengo más cerca: Diciembre de 2023, República Oriental del Uruguay. La banda conocida como La Tabaré (liderada por Tabaré Rivero) lanza su 15º álbum, llamado Urutopías, y el historietista charrúa Nicolás Peruzzo no solo ilustra afiches, portadas y demás piezas gráficas para el disco, sino que además arma una novela gráfica cuyo argumento surge del concepto del álbum, y en la que la mayoría de los textos son -ni más ni menos- las letras que Tabaré escribió para cada una de las canciones. Así, Urutopías se convierte en un disco por un lado, y en un comic por el otro: dos experiencias muy distintas entre sí, pero que cuentan la misma historia y bajan la misma línea. Es una aventura fantástica, ambientada en una Montevideo post-desastre ecológico, con elementos futuristas, animales antropomórficos y hasta vacas voladoras. Las letras del disco hablan de resistencia, de un resurgir de la libertad y el arte tras un período de opresión, apatía y resignación, y las historietas de Peruzzo le ponen a ese discurso la fuerza y la dinámica de un comic con mucha acción, persecuciones y situaciones extremas para los personajes. El resultado es realmente bueno, porque podés leer la historieta sin tener la menor idea de lo que sucede en el disco y aún así se entiende todo y se disfruta como (ya lo dije) una buena aventura de acción en la que un grupito resiste y confronta con un régimen represor. ¿Hay muchas de esas historietas? Sí, pero esta tiene animales en los roles de los humanos, está ambientada acá nomás y se nutre de la poesía que Tabaré Rivero le puso a sus letras. Y además el dibujo de Peruzzo (resuelto en blanco, negro y grises) es ágil, expresivo y hasta amistoso a pesar de los niveles de violencia que despliega en algunas escenas. Lo más difícil, que era tomar las canciones de La Tabaré y darles un sentido narrativo, una curva dramática que permita convertir un disco en un relato, está perfectamente logrado. Un poco porque Urutopías es un álbum conceptual (siguen existiendo, mirá vos...) y un poco porque Peruzzo es un narrador nato, al que le tirás cualquier idea y le encuentra la vuelta para convertirla en una historia ganchera. A veces cómica y a veces (como acá) vibrante, tensa, con momentos épicos. Si sos fan de La Tabaré, supongo que ya conocerás el disco. Pero por ahí no sabías que había un comic basado en el mismo concepto, y en ese caso, te lo recomiendo. Y si no sos fan de La Tabaré, podés leer Urutopías como una historieta atípica dentro de la vasta y muy diversa) producción de Nicolás Peruzzo. En ambos casos me parece que vas a salir más que satisfecho. Y nada más, por hoy. Puede ser que mañana también haya reseñas, así que atenti. Mientras tanto, no dejes de descargar la Comiqueando Digital nº9 en https://comiqueandoshop.blogspot.com/, así por muy poca guita te llevás una cantidad brutal de artículos espectaculares y QRs para acceder a contenidos audiovisuales exclusivos. La seguimos pronto.

martes, 16 de julio de 2024

PRIMAVERITA EN INVIERNO

Hoy tuvimos una mañana y una tarde preciosas en el invierno de Buenos Aires, y ahora toca dedicarle un rato a las reseñas. Finalmente, el número de Nosotros Somos los Muertos que tenía sin leer era el Vol.11. Bueno, ya lo leí, y no quedó entre lo más notable de esta mítica antología creada por Max y Pere Joan. La tapa, la contratapa y varias ilustraciones interiores están a cargo del increíble Gary Baseman, una referencia ineludible a la hora de pensar en la vertiente más pictórica y más limada de Liniers. Y también hay magníficas ilustraciones de Álex Fito, Arnal Ballester, Samuel Casal... por supuesto son todos monstruos a los que me gustaría ver dibujando historietas, pero bueno... esta es una antología donde los límites entre lo narrativo y lo meramente ilustrativo no están tan marcados. Historietas copadas para destacar: la paginita de Tamayo, las dos historias mudas (una más genial que la otra) del alemán Nicolas Mahler, la de Chris Ware, ponele que la de Miguel B. Núñez... y después el resto son grandes dibujantes contando cosas muy crípticas, o directamente con nada para contar. Dentro de ese paquete, sin dudas Keko saca mucha ventaja, con una historieta muy rara, pero muy atractiva, que no sé si entendí o no, pero seguro que me conmovió. Otra bestia es Matti Hagelberg, que pone su línea muy atractiva al servicio de cuatro historias, una "principal" y tres más chiquitas que pasan por abajo de la principal en forma de tiras... A nivel secuencial es un experimento que no me terminó de cerrar, pero las ideas son buenas, los diálogos son cómicos y el dibujo (como ya dije) me gustó mucho. El resto de las historietas quedó en el intento (perdón Paco Alcázar, Guillem Cifré, Juan Berrio, Javier Olivares... los quiero mucho, pero así no) y lo más loco y a la vez lo más notable de este número es una sección llamada "Cómo Dibujar Cómo Alternativo", la parodia de un fascículo tutorial, realizada de manera colectiva por un montón de autores que aportan textos, viñetas y pequeñas historietas muy cómicas. Esto es una joda al propio medio en el que se desenvolvía NSLM, una mirada irónica a la poca bola que se le da a la historieta experimental, al contraste entre prestigio y éxito comercial, etc.. En este contexto desopilante, brillan la historieta de Carlo Hart y las colaboraciones (chiquitas pero despiadadas) de Albert Monteys y Javier Olivares. Y obviamente la ilustración de Max que encabeza el "suplemento". No mucho más. Me quedan sin leer los dos últimos números de NSLM, así que antes de fin de mes se termina esta experiencia (por lo menos hasta que consiga el Vol.9, que es el que me falta).
Vuelvo a Japón, pero en realidad nos vamos a Francia, a seguir recorriendo junto a Shin´ichi Sakamoto la previa a la Revolución Francesa en el Vol.7 de Innocent. Este es un tomo de transición, en el que no pasan tantas cosas. Más de la mitad está ocupada por una anécdota (menor en el contexto global de la serie) que le permite a Sakamoto indagar un poco más en el vínculo entre la familia de verdugos y los nobles del palacio de Versailles, establecer un poco mejor al personaje de Luis Augusto y enfatizar de todas las maneras posibles que Charles-Henri, a pesar de ser el encargado de decapitar criminales, es un ser de luz, un pibe divino, copado, más bueno que Lassie, que solo quiere que se terminen el horror de las torturas y las ejecuciones. Y que encima, con los años, se volvió menos pusilánime y más corajudo para cantarle las 40 a esos aristócratas perversos (en todos los sentidos) que se creen los dueños del mundo. Todo eso en más de 100 páginas, que podrían haber sido 24, pero bueno, el ritmo narrativo de Innocent es así: de cada boludez se hace una bola de tensión, una escalada de conflictos que involucra emociones, miradas cruzadas, reacciones, especulaciones... y finalmente llega una resolución que está muy bien. El resto del tomo es básicamente la presentación de un nuevo personaje que va a cobrar protagonismo en los tomos que quedan (que no son tantos): la historia salta unos años para adelante, al momento en que se viene desde Austria nada menos que Marie Antoniette, una joven por ahora muy inocente, destinada a ser la esposa de Luis Augusto. Sakamoto dedica unas cuantas páginas a presentarnos a la futura reina, su pasado, su "secret origin" hasta llegar a ser la designada por su familia para casarse con el futuro rey de Francia y es otro segmento largo pero muy disfrutable de este apasionante manga. Para el final, un sacudón fuerte, potencialmente decisivo: nos enteramos de quién está realmente enamorado Luis Augusto. No, no es de la princesa de Austria. Che, ¿y Marie-Joséphe, qué onda? La hermana de Charles-Henri parece poco en este tomo, pero Sakamoto la hace crecer muchísimo, y no solo porque pasan varios años. Sin dudas es el personaje que más gana en complejidad, el que más tridimensional resulta con el correr de los tomos. Es totalmente lógico que la secuela de Innocent tenga a Marie-Joséphe como protagonista indiscutida. Como ya es costumbre, empapé de baba varias páginas del tomito por culpa de los dibujos de Sakamoto y su equipo de colaboradores, genios totales en esto de ponerle vuelo, poesía y belleza a una historia cada vez más sórdida de romances a contramano, intriga palaciega, dilemas morales espesos y la constante presencia de esa tensión asfixiante entre los lujos y los privilegios de un puñado de nobles y la gran masa del pueblo postergada, sometida y cagada de hambre. Cada vez falta menos para que esos parias andrajosos den vuelta la tortilla y sin dudas, es parte de lo que me mantiene totalmente enganchado (adicto, casi) a este manga que no deja de sorprenderme, incluso en sus tomos de pre-temporada. Gracias totales a l@s que ya se descargaron la nueva Comiqueando Digital, si todavía no lo hiciste, date una vuelta por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ que no te vas a arrepentir, y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.

viernes, 12 de julio de 2024

VIERNES A LA NOCHE

Bueno, encontré un huequito para sentarme a escribir reseñas y acá estamos. Empiezo en Francia, año 2006, cuando L´Association recopila en un libro hermoso (con papel de un gramaje al que no estoy acostumbrado) una serie de historias cortas realizadas por Blutch entre 1997 y 1998, para distintas revistas. Le Petit Christian es uno de los primeros trabajos realmente importantes de Blutch, una serie que en su momento generó bastante impacto. No me acuerdo si hablando en público o en privado, una vez Juan Sáenz Valiente me confesó que Le Petit Christian le había detonado el bocho cuando la descubrió, y que trabajó duro para incorporar a su estilo algunas de las muchas proezas gráficas que pela Blutch en este librito. El librito no lo aclara, pero se trata de historietas casi autobiográficas. No es casualidad que el nene protagonista se llame Christian (como Blutch), que sea rubio (como Blutch), que sea fan de las historietas y demuestre talento para el dibujo (como Blutch), y que tuviera nueve años cuando se estrenó Star Wars (como Blutch... y como yo, agrego como si a alguien le interesara). Lo cierto es que el autor y yo nos llevamos menos de dos meses, o sea que miles de las cosas de la infancia de Christian son un reflejo exacto de cosas que viví, vi o consumí yo a esa misma edad. La identificación fue casi total (aunque mi talento para el dibujo nunca fuera debidamente reconocido :P ). Además de la asombrosa versatilidad del trazo de Blutch (que puede ser sumamente despojado en una viñeta e hiper-intrincado en la siguiente, capaz de jugar con el realismo fotográfico, la síntesis minimalista, e incluso clonar estilos de otros autores), me mató el equilibrio que logra en estas historias. Le Petit Christian pendula todo el tiempo entre un retrato agudo y certero de los pibitos de nueve años y sus fantasías, y una mirada desangelada, con mala leche y cero piedad a la forma en que (en los años ´70) los pendejitos nos vinculábamos con los adultos, con las nenas de nuestra edad, con nuestros pares y con las cosas que nos cebaban infinitamente (un rato). En todos los episodios aparecen elementos de la cultura masiva, en distintos roles y con distinto peso en las tramas. Ya nombré a Star Wars, pero también están King Kong, John Wayne, Lucky Luke, Rahan, Corto Maltés, los Ángeles de Charlie, Tintin, Mickey Mouse... A veces son homenajes, a veces no, pero siempre hay algo de eso, como para que el comiquero que se formó en los mismos años que Blutch sienta a estas historias más cercanas. ¿Se supone que son humorísticas? No, me parece que -si bien maneja los recursos de la historieta cómica- la idea de Blutch no es que te rías con estas historias, sino más bien arrancarte, cada tanto, alguna sonrisa cómplice. A veces la idea parece ser que nos indignemos, o que nos angustiemos, incluso. Conmigo lo logró ampliamente, me llevó por donde quiso, como quiso, cuantas veces quiso. Pero, como ya dije, yo soy presa fácil, porque al haber vivido una infancia tan parecida a la del autor, me ganó al toque por el lado de la identificación. Tengo la sensación de que este material no está traducido al castellano, pero no estoy seguro. Ojalá me equivoque.
Siglos después de haber leído el Vol.6 (ver reseña del 04/01/18) le entré al séptimo tomito de Daredevil de Mark Waid, esta vez acompañado en casi todos los números por el glorioso Chris Samnee. El TPB trae seis números en los que el promedio es muy bueno, con algunos momentos realmente excelentes, que son básicamente dos: el monólogo de Kristen en el nº34 (magnífico y potente antídoto contra los discursos de odio con los que nos bombardean hace años los medios de comunicación) y la movida final de Matt en el nº36, el momento en el que Waid se juega entero, le pega al personaje una vuelta sin retorno y ya que está demuestra que está para sacarse un 10 en la materia "Courtroom Drama", tan importante para recibirse de Buen Guionista de Daredevil. Lo que menos me convenció fue toda esa serie de peripecias en Kentucky, en las que Daredevil logra chorearse varias páginas del Darkhold frente a las narices de Satana, Jack Russell, Simon Garth, Frankenstein y una momia. Un tramo que se me hizo largo y, si bien termina de una manera que yo no imaginaba, no me aportó demasiado. El resto del TPB rankea muy arriba, con momentos emotivos, pasos de comedia, machaca de la buena y un manejo magistral de los dos personajes secundarios relevantes de esta etapa: Foggy Nelson y Kristen McDuffie. Me cerró cómo Waid reinterpreta al Jester, obviamente me gustó cómo escribe al Dr. Strange, y por ahí no me entusiasmó tanto la aparición de Elektra. Probablemente al guionista tampoco, más allá de algún diálogo afilado que intercambia con Matt. Lo cierto es que acá se termina la primera etapa de Waid en Daredevil, que va a continuar pocos meses después en una segunda... de la que todavía no tengo nada (acepto donaciones). Y el atractivo inicial de la segunda serie va a ser un nº1 a cargo de la dupla que venía de ganar el Premio Eisner a Mejor Equipo Guionista/ Dibujante, es decir, la sociedad entre Waid y Samnee, que para este punto ya está totalmente consolidada. Acá hay un episodio dibujado por Javier Rodríguez (muy bien, pero todavía lejos de momentos más gloriosos que compartirá -cómo no- con el propio Waid) y el resto es todo Samnee en estado de gracia. Los guiones exigen muchísimo del dibujante: escenas multitudinarias, escenas puertas adentro de casas y edificios, páginas de 12 viñetas, páginas de combate vistas por el "sentido radar" de Daredevil, escenas mudas donde todo pasa por la emotividad... y de todos esos desafíos Samnee sale victorioso, y se cuelga nuevas medallas de tremendo narrador gráfico. Como siempre digo, entre tanto dibujante pecho frío, entre tanto ilustrador de posters y figuritas metido a hacer historieta, entre tanta sobrecarga de información gráfica que hace ininteligibles las viñetas, entre tanto realismo mal entendido (que deriva en el mero retoque de fotos), que aparezca y descolle un dibujante como Samnee me llena de alegría. Es esto, papá, es por acá. Es esta especie de Ty Templeton más oscuro, es este animal de la puesta en página que estudió a Will Eisner, a Bernie Krigstein, al Frank Miller que valía la pena ser estudiado, a Matt Wagner... Es esto. Guionista que se la juega, dibujante que pone toda la carne al asador, y listo. Después, si cuentan las aventuras de Daredevil o de Piturro, me da lo mismo. Y nada más, por hoy. Sigo adelante con las lecturas para que no falten reseñas acá en el blog. Gracias, buen finde, y si todavía o descargaron la Comiqueando Digital nº9, no sean ratas y pasen por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a llevarse papa finísima, a la que le pusimos el alma.

miércoles, 10 de julio de 2024

NOCHE DE MIÉRCOLES

Terminó el partido y me queda un rato para reseñar los últimos comics que leí. Empiezo en España, año 2006, con el Vol.12 de Nosotros Somos los Muertos (me acabo de dar cuenta de que no comenté el 9, que también lo tengo por ahí). Gran entrega de esta antología, con dos puntos altísimos, que son las dos historietas escritas por Santiago García: en una de ellas recrea la onda de los Big Books de Paradox, junto a un Javier Olivares inspiradísimo. Y en la otra, la rompe toda con un relato áspero, con altas dosis de mala leche y una profundidad difícil de alcanzar en cinco páginas. Dibuja con muchas pilas Pepo Pérez, ya en un estilo más similar al que vamos a ver en El Vecino, la obra más relevante de esta gran dupla. Después tenemos un muy buen trabajo de Miguel B. Núñez, cuatro páginas inquietantes y muy bien dibujadas por Alberto Vázquez (en una onda Lorenzo Mattotti), rarezas de gente que pela estilos visualmente muy atractivos pero que no tiene nada para contar ni recursos narrativos para hacerlo, una fumanchereada exquista de Pere Joan, con unos dibujos preciosos en medio de un experimento narrativo muy extraño, una historieta dibujada como los dioses por Max Andersson cuyo argumento no entendí, y tres de los que están siempre: Keko, Paco Alcázar y Miguel Brieva en historias conceptualmente muy locas y con hermosos dibujos, pero cuyos guiones no me cerraron. Y después todas esas ilustraciones maravillosas, de monstruos como Arnal Ballester, el brazuca Samuel Casal y el ídolo Santiago Sequeiros, entre otros. Ah, y dos paginitas de una muy linda historieta de Chris Ware que no conocía y está muy bien. No es todo bueno (hay un par de historietas en las que no logro rescatar ni los guiones ni los dibujos) pero, de nuevo, el paquete global me resulta satisfactorio, siempre dentro de los parámetros de una antología con impronta 100% autoral, y dentro de ese palo (ya de por sí minoritario) jugada también a lo experimental. Tengo más Nosotros Somos los Muertos en el pilón de los pendientes.
Llegué al Vol.10 de 20th Century Boys, del maestro Naoki Urasawa, y si no me equivoco, el próximo tomo es el último de la serie. Para esta altura, el verosímil de la saga ya está bastante cascoteado por la acumulación de elementos bizarros, algunos sumamente innecesarios, que el autor fue añadiendo a la trama, y no te digo que puede pasar cualquier cosa, pero casi. Ya las revelaciones shockeantes no shockean como en los primeros tomos, porque Urasawa ya pegó muchos volantazos que deshicieron o resignificaron otras revelaciones que en su momento resultaron impactantes. Lo bueno es que, al estar tan cerca del final, hay menos chances de que los personajes que mueren en este tomo regresen mediante algún artilugio argumental en el próximo. Miro para atrás y hay tantas, pero tantas secuencias que podrían omitirse, tanto relleno, tantas vueltas al pedo, que los 11 tomos podrían sintetizarse tranquilamente en cuatro. Pero bueno, a Urasawa le gusta narrar así, descomprimido, con mucho espacio para desarrollar situaciones y personajes, incluso cuando su peso en la trama va a ser ínfimo. Este tomo en particular tiene toda una primera parte bastante extensa centrada en Kenji (rodeado de un montón de personajes nuevos, también con bastante desarrollo y poco peso en la trama), y después sí, nos vamos a reencontrar con el abultado elenco protagónico al que acompañamos desde el principio. Quiero creer que en el Vol.11 vamos a ver el encuentro entre Kenji y Otcho, Maruo, Yukiji, Yoshitsune y el resto. Pero por ahora son carriles separados, incluso narrados en distinto tono por Urasawa. Me gusta el protagonismo que cobró Kanna, pero cosas como que el villano con el que van a confrontar en el tramo final no sea el Amigo original sino uno que lo suplanta, me parecen pedorradas fruto del afán del autor por estirar una serie que tendría que haber durado mucho menos. El dibujo, felizmente, no baja nunca de ese nivel sublime. Hay secuencias en las que predominan demasiado los primeros planos, lo cual está bien cuando hay muchos personajes nuevos, a los que está bueno que el lector vea "de cerca" para identificarlos mejor. Pero cuando los personajes son los de siempre, tanto primer plano cansa un poco, más allá de la excelencia de Urasawa a la hora de dibujar expresiones faciales. Y ya no hay mucho más margen para la especulación. Pronto voy a leer el Vol.11 y me voy a enterar quién gana, quién pierde, quién muere, quién zafa, quién traiciona... y seguro me voy a ir con la sensación de que esto, narrado en menos páginas, causaría un impacto muchísimo mayor. Este tomo tiene muchos momentos decisivos, de los que supuestamente no se puede dar marcha atrás, pero con Urasawa nunca se sabe. El tipo te puede clavar la gambeta y sacar el centro en una misma baldosa, y el más mínimo margen (las últimas 400 páginas) pueden ser suficientes para que toda la historia pegue otro giro imprevisto que se sume a los cientos de amagues que nos comimos hasta ahora. Por suerte el carisma de los personajes y la calidad del dibujo sostiene un andamiaje al que, a nivel argumental, ya se le notan mucho las costuras y los parches. Y nada más, por hoy. Gracias a todos los que se descargaron la nueva Comiqueando Digital (el glorioso Especial Década del ´70) en https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y a los que todavía no lo hicieron, les recomiendo de corazón que lo hagan, porque está bárbara. Nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas acá en el blog.

domingo, 7 de julio de 2024

TARDE DE FRÍO Y SOL

Bueno, acá vamos de nuevo... Tenía colgada desde 2018 la serie de Hawkeye de Matt Fraction, o no, porque Fraction la deja después de aquel Vol.4 (reseñado el 15/02/18) y este Vol.5 es prácticamente un nuevo inicio, si bien el nuevo guionista (nada menos que Jeff Lemire) da por sentado que el lector conoce a los dos personajes secundarios más importantes, heredados de la etapa anterior: Barney Barton y Kate Bishop. Lemire no pierde ni media viñeta en explicarte nada y al toque pone en marcha dos historias paralelas: una en el presente, con Clint y Kate, y otra en la infancia del héroe, junto a Barney. Con el virtuosismo que lo caracteriza, Lemire cuenta las dos historias de modo que "dialoguen entre sí" tantas veces como resulta verosímil: las emociones, las sensaciones, los volantazos de una y otra secuencia están conectados, o van más o menos para el mismo lado, y el talento del guionista hace que esa conexión se potencie, incluso cuando el dibujante, Ramón Pérez, hace gala de una gran versatilidad y dibuja cada tramo en un estilo totalmente distinto. Vamos un toque con esto, y después vuelvo a la/s trama/s: para la parte de la historia ambientada en el presente, Pérez va por un trazo dinámico, compacto, adusto, bastante en la línea de lo que había mostrado David Ajá en los primeros números. Y para la parte ambientada en el pasado, opta por una técnica más pictórica, un dibujo basado en acuarelas, donde no existe la línea negra, ni los bordes de las viñetas, y donde todo está definido por pinceladas de color muy sueltas, con momentos de gran belleza plástica. No lo tenía a este dibujante, pero me pareció buenísimo. En cuanto al guion, la historia de Clint y Barney en su infancia es espectacular. No solo porque echa luz sobre hechos que nunca antes habían sido narrados en detalle, sino porque se mete con temas jodidos como el abuso (laboral y sexual) de menores, y porque habla de las cosas a las que se exponen dos chicos huérfanos cuando no hay un estado presente que los proteja. No hay un gran componente de acción y aventura, pero sí momentos muy impactantes y emotivos en lo que es la transición hacia la adolescencia de estos dos hermanos tan distintos entre sí. Y la historia de Clint y Kate en el presente es -básicamente- una remake apresurada de Akira, en la que los héroes se meten en un kilombo de proporciones cuando tratan de liberar de una base secreta de HYDRA a unos chicos con devastadores poderes psíquicos, a los que los villanos convirtieron en auténticas armas vivientes. Lo mejor que tiene (además de permitirnos ver a Pérez dibujando machaca de la buena) es que termina para el orto. Lemire le escapa al final feliz y redondea un tomo en el que la tristeza saca pecho, nos emboca unas cuantas piñas en la cara y nos enseña que la vida de Clint (como pibito huérfano y como superhéroe de la B) no es fácil y no consiste solamente en levantar copas y colgarse medallas. Hay un tomito más de Hawkeye escrito por el ídolo canadiense, al que prometo entrarle pronto porque ya está en la pila de las lecturas pendientes.
En pleno cebamiento infinito de la Copa América, me devoré un comic sobre futbol llamado (coherentemente) Futbolitas. Se trata de una novela gráfica de unas 140 páginas a cargo de dos experimentados autores chilenos: Kote Carvajal está a cargo del guion y el color, mientras que los dibujos corren por cuenta de Claudio Muñoz. Desde la portada queda claro lo que después vamos a constatar adentro del libro: Futbolitas es una historieta apuntada a un público principalmente compuesto por nenas de unos 8-11 años. La narración es sencilla, las páginas rara vez tienen más de cinco viñetas, aparecen todo el tiempo expresiones faciales y líneas cinéticas que nos remiten al manga más pochoclero, y el argumento es muy lineal, con casualidades que rompen el verosímil más de una vez. El foco está puesto en contar una historia de superación en términos alegres, optimistas, como para dejar un mensaje positivo, con valores que tienen que ver con la amistad, la familia, el esfuerzo, el apostar por las pasiones, romper con ciertos prejuicios... una especie de película del Disney Channel contada en forma de historieta. Si la pensás como una obra para entretener un rato a pibitas de 10 años, la solidez de Futbolitas es incuestionable. Mirada desde afuera, por un señor de 56 al que le hablás de futbol chileno y no sabe si cagarse de risa o ponerse a llorar, la historia está muy bien apoyada en el carisma de los personajes. La protagonista, Elisa, es una pibita absolutamente entrañable, y los vínculos que establece con el resto del elenco están teñidos de esa buena onda avasallante que emana Elisa y que contagia a los demás. Hay momentos más emotivos, momentos más épicos, momentos más de comedia pavota, pero lo que sostiene todo es eso: la onda de los personajes, que (uno lo sabe desde la primera viñeta) van a dejarlo todo para conseguir algo que a priori parece totalmente imposible. El dibujo de Muñoz me remitió a los dibujantes yankis que a fines de los ´90 trataban de parecerse a J. Scott Campbell y Joe Madureira, en esa línea que incorporaba rasgos de los mangas de comedia. No está mal. Es una estética que para mi gusto atrasa un poco, pero Muñoz la maneja con aplomo y logra un buen resultado. Si bien sobran los primeros planos y toda la historieta está narrada demasiado "de cerca", no escasean para nada los fondos. El diseño de los personajes está muy logrado, las escenas de acción (los partidos) son vibrantes, y el color de Kote se complementa muy bien con el dibujo. Por supuesto se nota mucho que esta no es LA historia que Kote se moría por contar y Claudio por dibujar, porque son adultos a los que (me consta por conocerlos a ellos y a sus trabajos) les interesan otros temas y otras formas de encararlos. Pero a la hora de generar un producto atractivo y comercialmente viable para otro tipo de público, no se bajaron los lienzos ni escatimaron esfuerzos. No te digo que Futbolitas le pasa el trapo a las novelas de Raina Telgemeier apuntadas a ese mismo segmento, pero tampoco queda eliminada en fase de grupos. Vamos Argentina, que nos traemos otra vez la copa a casa, no se olviden de descargar la nueva Comiqueando Digital en https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y a estar atent@s que en cualquier momento suben nuevas reseñas al blog.

viernes, 5 de julio de 2024

HORA DE RETOMAR

Bueno, ya está disponible el nuevo número de la Comiqueando Digital, así que estoy recuperando algo así como una vida. No puedo evitar recomendarles que entren a https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargarlo, porque 1) realmente los contenidos que ofrece son de primerísimo nivel y 2) por esa guita nadie les va a dar nada mejor. Estamos MUY orgullosos del que probablemente sea (hasta la fecha) el mejor número de la mejor iteración de Comiqueando.
Vamos a las lecturas, que por ahora no son muchas. Sigo adelante con Nosotros Somos los Muertos, la antología de historieta alternativa y experimental que se publicó en España durante unos cuantos años. En el Vol.12 me encuentro con un solo colaborador de nuestro continente, nada menos que el mítico Chris Ware, con una historieta preciosa, a todo color. El resto, es todo material de autores europeos, algunos ya emblemáticos de esta revista. Me causó mucha gracia la paginita de Tamayo, me enganchó muchísimo la historieta de Keko (dibujada a un nivel sublime), me encantó el dibujo de Markus Huber (no tanto el guion que le tocó, obra de Fréderic Debony) y estallé de risa con la historieta de Carlo H.. Al rubro de la gente que estéticamente la rompe toda pero cuenta cosas que no me terminan de interpelar tengo que sumar a Lola Lorente, Arnal Ballester, Ricard Chiang y Jens Harder. Entiendo que la mayoría de los lectores entraban a NSLM por los dibujos, pero con 12 números ya en la calle y una cantidad de historietas bestial a cuestas, me parece que ya había una base sobre la cual parar un poco la pelota y exigir un poco más en materia de guiones. El epítome de esto es Paco Alcázar, un autor que cuando leo sus historias en joda en El Jueves siempre me seduce, y acá, donde se nota que le pone mucho más al dibujo (por momentos tira magias dignas de Charles Burns), ofrece argumentos que nunca me terminan de cerrar. Esta vez tenemos una historieta realmente excelente de Lorenzo Gómez, una gema exquisita de Miguel Brieva, un muy lindo trabajo de Álex Fito, cuatro páginas logradísimas de Santiago García y Pepo Pérez y completa Miguel B. Núñez, con una historieta dibujada como los dioses, pero a la que le falta algunos ajustes en el guion. Y como siempre, muchas páginas dedicadas a las ilustraciones de gente muy capa, a la que (en la mayoría de los casos) me gustaría verla hacer historietas. Por suerte el material que me gustó ocupa unas cuantas páginas dentro de la antología, y el resto por lo menos tiene un atractivo visual. No me encontré con nada que me pareciera una falta de respeto, o una tirada a chantas por parte de Max y Pere Joan, los directores de NSLM. Tengo algunos números más en la pila de los pendientes, a los que les quiero entrar pronto.
Después de esperar varios años un nuevo álbum de Dora, llegó La Ciudad Muda, una historia ambientada en 1965, por supuesto escrita y dibujada por Ignacio Minaverry y publicada en nuestro país casi en simultáneo con Francia. Me devoré en poquísimos minutos las 128 páginas del libro, que se pueden resumir en dos frases: 1) Dora está muy manija con el tema de las secuelas del holocausto nazi y no puede parar de encontrar vestigios del horror sucedido 20 años atrás porque ya hasta las ciudades "le hablan" y le tiran data acerca de campos de concentración, ghettos y demás atrocidades, y 2) Genevieve, su novia, ya está medio hinchada las pelotas de la obsesión de Dora y está pensando en mandarla a freir churros. ¿En serio esperé años y leí 128 páginas para llevarme tan poquito? Sí y no. Es verdad que a nivel del argumento y del desarrollo de personajes, La Ciudad Muda no ofrece nada más que lo que acabo de sintetizar. Y a la vez, me resultó sumamente atractiva la forma en que Minaverry narra lo poquito que tiene para narrar. O sea, la posta no es el qué, sino el cómo. La Ciudad Muda es un relato de un nivel de decompresión apabullante, rico en silencios y dibujado por un Minaverry en estado de gracia. La evolución del dibujo es tan notable, y alcanza picos tan altos, que ya querés que Minaverry busque los guiones de los primeros álbumes de Dora y los redibuje con la calidad de este último. Si creías que nadie le podía hacer sombra a Jaime Hernández a la hora de dibujar minitas hermosas que se vean y se muevan como las del mundo real, bueno... la sombra que proyecta hoy Minaverry es de un tamaño colosal. Y encima (a diferencia de Jaime, que se aferra a una puesta en página muy conservadora), Ignacio pone sobre la página una cantidad de recursos narrativos infernal, con grillas muy diversas, que acentúan momentos en los que el guion sube su intensidad para mostrarnos escenas de acción, garches, sueños, percepciones alteradas por fumar porquerías ("cigarrillos de droga", como decía mi abuela). El trabajo en la reconstrucción de la época es brillante, la aplicación de las tramas es magistral, las expresiones faciales son perfectas... De verdad, esto no puede estar mejor dibujado. Ojalá no coincidan este momento en el que el dibujo de Minaverry llegó a esta cima tan zarpada con un momento en el que se quedó sin nada para contar. Quiero creer que La Ciudad Muda es un largo prólogo a otra cosa, y que en la próxima entrega vamos a retomar la senda de la intriga política, o alguna otra que le permita al autor salir un poquito de la intimidad de Dora y su novia para encarar historias más ambiciosas. No pretendo un thriller, ni una de James Bond, pero sí un argumento un poco más complejo, que no se quede en la mera exploración de un vínculo afectivo. Veremos si eso sucede, y cuánto falta para que lo podamos leer. Mientras tanto, tengo un abultado pilón de lecturas pendientes para tratar de bajar, y ahora que recuperé el cuasi-olvidado concepto de "tiempo libre" prometo ponerle huevos. Gracias por el aguante y nos reencontramos pronto, con nuevas reseñas, acá en el blog.

domingo, 30 de junio de 2024

GEMAS DE FIN DE MES

Sigo a full con el nº9 de Comiqueando Digital (disponible muy pronto en comiqueandoshop-blogpsot-com) y con poquísimo tiempo para leer comics, pero no quería que se me fuera Junio sin clavar una entrada más. La verdad es que me tocaron dos maravillas del Noveno Arte. Retomé la lectura de Innocent, a partir del Vol.6 (el 5 lo comentamos el 04/01/24) y creo que llegué al mejor momento de esta serie escrita y dibujada por Shin´ichi Sakamoto. O por lo menos, este tomo me gustó más que los anteriores, que ya venían muy arriba. Esto es realmente de una calidad muy, muy elevada. Desde obviedades como el aprovechamiento que hace Sakamoto de período histórico que elige para ambientar la obra, hasta sutiles toques en el desarrollo de los personajes, que los hace cada vez más complejos y cautivantes. La trama crece con ellos y ellos impulsan la trama en un esfuerzo mancomunado y armonioso. El autor potencia los dilemas morales lógicos de alguien que se gana la vida decapitando criminales, y le agrega un espesor que viene de las propias personalidades de Charles-Henri y Marie-Josephe. Los hermanos Sanson son personajes tridimensionales, muy distintos entre sí, con distintas reacciones a la profesión que les tocó en suerte, e incluso a las injusticias de las que son testigos en esta París de fuertes contrastes entre un pueblo hambriento y empobrecido y una nobleza opulenta, acostumbrada a satisfacer sus placeres terrenales más extremos y más obscenos con total impunidad. Este festival de inequidades ejercidas con total crueldad por quienes gobiernan llevan a Sakamoto a cuestionar incluso el concepto de "crimen"... y eso hace tambalear toda la estructura de quienes (como los Sanson) se encargan de castigar a quienes lo practican. En el medio de todo esto, tenemos vínculos cada vez más perversos y retorcidos, que incluyen sexo con menores de edad, entre otras cosas hoy absolutamente inaceptables. Todo suma en esta trama de sangre y muerte donde -una vez más- el talento de Sakamoto hace que las atrocidades que cometen los personajes aparezcan frente a nuestros ojos de manera casi poética. El dibujo (repartido entre el creador de la serie y un equipo de asistentes) hace gala de un preciosismo sin parangón y con el correr de los tomos se ajusta cada vez más a las necesidades del relato. Sí, obvio que cuando ves esas viñetas con ese nivel de detalle y ese nivel de belleza estética, te colgás mirándolas y babeando como un subnormal, y por ahí te olvidás del argumento que venías siguiendo... Pero es una consecuencia lógica de una faceta visual absolutamente demoledora que -además de contarte la historia- te acaricia las retinas con un trazo mágico, que desafía toda explicación. Recomiendo muchísimo este manga, muy bien editado por Ivrea, que si no es gekiga pega en el palo. Y que si además sos más o menos fan de la historia europea del Siglo XVIII, te parte el cráneo en millones de pedacitos.
Tenía colgada Jupiter´s Legacy desde el 09/03/17 y por fin pude leer el segundo tomo, en el que termina la saga creada por Mark Millar y Frank Quitely (en realidad había otro arco llamado Jupiter´s Requiem, que se anunció pero nunca se publicó). Sinceramente, no me acordaba absolutamente nada de lo que pasaba en el Vol.1, y por suerte no hizo falta. En parte porque el conflicto principal (la pica entre Skyfox y Utopian) está muy presente en el Vol.2 de Jupiter´s Circle, que leí hace muy poquito, y en parte porque este segundo tomo se explica a sí mismo. No es mucho lo que tenés que tener en claro para entenderlo. Hay ocho mil personajes yirando por ahí que podrían tranquilamente no estar, y los tres o cuatro importantes están bien presentados, al igual que el clivaje que va a impulsar la trama. Si el Vol.1 me había hecho acordar todo el tiempo a Kingdom Come, el segundo me trajo una y mil reminiscencias a la maxiserie del Squadron Supreme de Mark Gruenwald. Por momentos, parece una remake de aquella historia publicada en Marvel a mediados de los ´80, mil veces mejor dibujada y con unos diálogos mucho más zarpados. También hay ideas originales, no es simplemente un choreo de Millar. Los poderes de varios de los héroes y villanos son geniales, los vínculos entre ellos están muy bien desarrollados, todo tiene bastante coherencia, hay bajada de línea política a cuatro manos (como en Jupiter´s Circle) y si no te molesta la deconstrucción de la ética, la estética y el lore superheroico clásico, vas a encontrar unos cuantos momentos gloriosos, más allá de la machaca, con niveles de violencia muy idos al carajo. Una vez más, el trabajo de Quitely deslumbra y brilla por encima de cualquier emoción que puedan transmitirte los diálogos o la trama en sí. El trazo finito y expresivo del ídolo escocés, combinado con la paleta sutil de Sunny Gho, da como resultado un comic muy hermoso a la vista. Quitely combina con destreza viñetas en las que los fondos brillan por su ausencia con otras en las que se mata en las máquinas, las naves, la arquitectura o los paisajes en los que transcurre la acción. Por ahí, en promedio, hay algunos fondos menos que en All-Star Superman y muchos menos que en We3. Pero en ningún momento sentí que el dibujante se estuviera tirando a chanta, decidido a mezquinarnos su talento a los que compramos cualquier garcha que venga dibujada por él. Jupiter´s Legacy es tan buena que hasta podés entrarle al Vol.2 sin tener mucha idea de lo que pasó en el Vol.1. Acá está todo lo querías que pasara, las escenas estremecedoras, el estallido de violencia que es consecuencia de decisiones morales, políticas y hasta sentimentales por parte de los protagonistas de una trama que (si le sumás la fundamental Jupiter´s Circle) abarca 50 años de épica superheroica, con infinitos guiños al canon de DC, pero con la infaltable vuelta de tuerca novedosa e impredecible que ya es marca de fábrica de Millar cuando incursiona en este género. Si sagas como Kingdom Come o Squadron Supreme te resultaban interesantes pero un poquito pecho frío, un poquito carentes de los huevos que hacían falta para llevar esas ideas al extremo, con Jupiter´s Legacy vas a alucinar fuerte. Gracias por el aguante, feliz segundo semestre y hasta la próxima.

lunes, 24 de junio de 2024

ESPAÑOLES Y EXPERIMENTALES

Freno un ratito la maquinaria de producción de la Comiqueando Digital para reseñar algunos libros que leí en estos últimos días. Hoy, tres publicaciones originadas en España. Le entré al Vol.10 de Nosotros Somos los Muertos, la inclasificable antología de historieta de autor creada por Max y Pere Joan, y me encontré con un número que -a diferencia del que vimos el otro día- no tiene colaboraciones de autores de EEUU. Eso es, claramente, un punto a favor, porque no me tuve que fumar 40 ó 45 páginas de material que ya había leído en inglés. Esta vez, lo que me pasó es que encontré menos guiones convincentes. Destaco muy encima de la media al de Miguel Brieva (que además acá se juega a narrar más y a ilustrar menos), y la colaboración entre Santiago García y Pepo Pérez (los autores de El Héroe), en una historia chiquita y efectiva, un golpe al corazón con un gran equilibrio entre sensibilidad, mala leche y sorpresa. En el rubro guion, el trabajo que nos trae Keko en este número es muy superior al del anterior. Y en esa búsqueda de formas nuevas y atípicas de narrar, el glorioso Manel Fontdevila experimenta con una historieta sostenida en un 99% por los diálogos, con magníficos resultados. El dibujo de Manel siempre es sobresaliente, pero acá el tipo parece decirte "no importa el dibujo, no importa la puesta en página, prestale atención a los diálogos y vas a flashear". ¿Qué más hay) Gabi Beltrán, precioso dibujos para una historia que no me atrapó. Jens Harder, un guion demasiado limado, con dibujos aceptables. Miguel B. Núñez, capo en la narrativa, esta vez con un guion no choto, pero por debajo de la maravilla que nos ofreció la vez pasada. Lorenzo Gómez, alto ladri que visualmente le afana TODO a Dupuy y Berberian (y a Andi Watson) nos regala una historieta cortita, linda, entretenida. Sonia Pulido tiene un trazo increíble, una técnica genial, pero muy poco para contar. Javier Olivares aporta dos paginitas que ya vimos en otro libro. Linhart aporta una historia corta de su gran serie El Otro Lado (vimos el tomo completo el 19/01/17), Luis Bustos sorprende con su versatilidad, en un estilo que no asociaba para nada con él, pero que funciona muy bien. Lo de Óscar Julve es un ejercicio de narrativa que no me terminó de cerrar. Una vez más, Paco Alcázar trae un guion que me entusiasma mucho menos que sus dibujos. Y el resto son más que nada ilustraciones, algunas de monstruos como Thomas Ott o Arnal Ballester. No está mal, pero -con esos mismos autores- podría ser mucho mejor.
También en 2004 sale en España un librito de J.M. Ken Niimura titulado En el Camino de la Madeja. Son apenas 28 páginas de historieta, cada una con dos viñetas mudas, con lo cual se lee rapidísimo. Un comic de 56 viñetas se podría haber organizado tranquilamente en siete páginas de ocho viñetas, en una antología de tamaño grande como era NSLM. Alguien se encaprichó para que ese relato fuera un libro en sí mismo y no una colaboración de Niimura en una antología. Lo importante es que se trata de un relato bellísimo, donde vemos al autor tirar poesía como nunca antes y nunca después. En un estilo totalmente distinto al de sus otras obras conocidas, Niimura trabaja con una enorme variedad de técnicas, desde el lápiz pelado hasta el cross-hatching, varía el grosor de la línea, sorprende con las texruras (por momentos me hizo acordar a los trabajos más locos de Pablo Burman), con los enfoques... y todo eso sin modificar nunca el tamaño o la forma de las viñetas. Es una historieta que te hace sentir cosas más parecidas a la música que a la literatura, y no se puede hablar mucho más de ella sin decir pelotudeces porque, como ya expliqué, son apenas 56 viñetas. Memorables cada una de ellas.
A principios de este año, y en simultáneo con España, Loco Rabia publicó en Argentina el nuevo trabajo de Francisco Torres Linhart (a quien vimos recién en NSLM): una novela gráfica titulada Röd i Snön (otro día hablamos de qué sentido tiene ponerle a un comic un título que los lectores no podemos pronunciar ni mucho menos memorizar). Esto no es exactamente experimental, pero tampoco es una historieta clásica, o del montón. Linhart nos lleva a un pueblito de Suecia, pasando la Loma del Orto, a donde llega un implacable inspector de seguros para tratar de dilucidar qué sucedió con uno de sus asegurados, que aparece muerto en misteriosas circunstancias. El inspector Arne Gunnarsson no es un hombre normal (tiene la psiquis fracturada), el pueblo no es un pueblo normal, la gente con la que tiene que interactuar tampoco... y sin embargo, después de 230 páginas narradas a un ritmo exasperantemente lento, la resolución es una que ya vimos en unos cuantos casos de intriga "policial". Lo mejor que tiene Röd i Snön es cómo poco a poco se enrarece el clima, en una onda Twin Peaks, pero nórdica. Y cómo Linhart hace que el relato transite por distintos ritmos y atmósferas, sin romper nunca la grilla de seis cuadritos iguales por página. Después, si le pasás el peine fino, vas a encontrar que sobran páginas y páginas dedicadas a diálogos, flashbacks y demás secuencias que no tienen ningún peso en la trama. Esto mismo se podría haber narrado con 100 páginas menos, como mínimo. Pero es un thriller, entonces pasan cosas impactantes, o por lo menos retorcidas, como para que no quieras soltar el librito y dedicarte a otra cosa. El dibujo de Linhart es excelente. Predomina una estética mezcla entre Chris Ware y Lucas Varela (incluso con el truco "vareliano" de acotar intencionalmente la paleta de colores, en este caso llevado prácticamente a un extremo), más algún que otro personaje más bizarro que parece de Charles Burns. Hay maestría en las composiciones, en el armado de las secuencias (incluso en las que están de relleno) y en la forma de meterse en la cabeza del lector y manipularlo para que sienta lo que el autor quiere que sienta: alienación, morbo, frío, tedio, furia, sorpresa, extrañeza... Repito que pegaría más fuerte y sería mejor con una extensión menor, pero así como está, Röd i Snön es una historieta atractiva, original y bastante satisfactoria. Nada más, por hoy. Ni bien pueda, retomo las lecturas, así no falta material para reseñar acá en el blog.

miércoles, 19 de junio de 2024

SARUTOBI

No tenía idea de la existencia de este manga de Osamu Tezuka, hasta que lo vi barato en una comiquería de París. Obviamente, me tiré de cabeza. Ahora, a la hora de encarar la lectura, me encuentro con que Sarutobi es una obra apuntada al público infanto-juvenil que el Dios del Manga serializó entre principios de 1960 y principios de 1961 en la revista Manga King. O sea que no solo la estética recuerda mucho a la de AstroBoy, sino que además las fechas coinciden totalmente con la publicación del clásico más famoso de Tezuka. Como ya vimos en varias de sus obras, en Sarutobi el maestro toma un hecho histórico (en este caso una guerra civil que transcurre a fines del Siglo XVI y principios del XVII) y la cuenta a su manera, con personajes ficticios, elementos fantásticos, guiños anacrónicos, humor metatextual... Acá dos de los protagonistas (Sasuke y Sai, los chicos que posan en la portada en plan canchero) son ninjas que manejan (con distintos grados de habilidad) la magia más zarpada que te puedas imaginar: se transforman en distintas criaturas, generan ilusiones en la mente de sus contrincantes, mueven objetos con telekinesis, se hacen invisibles, transmutan la materia, vuelan... Cada uno de ellos es casi una Justice League en sí mismo. Sai es una ninja sumamente eficaz y aplicada, mientras que Sasuke es poco inepto, y bastante irresponsable en el uso de sus poderes. Una vez que se involucren en el conflicto entre samurais, nobles, daimios y demás caudillos, se van a hacer amigos de Daisuke, el tercer protagonista de la obra, que es un espadachín implacable. Con estos elementos, Tezuka construye una epopeya de casi 330 páginas donde casi no se percibe una improvisación por parte del autor. No hay volantazos bizarros, la narración nunca pierde el rumbo. Y si bien es un manga de aventuras para chicos, tiene momentos bastante fuertes, incluso trágicos, como la muerte (bastante truculenta) de los padres de Sasuke. Por ahí lo que sobran son algunos villanos: puestos a meterle ficción a los sucesos históricos, quizás hubiese estado bueno "unificar" a distintos personajes que entran en conflicto con los protagonistas para generar a un único villano (o por ahí dos) un poco más potente. De todos modos los combates son peliagudos, nunca vemos a "los buenos" derrotar a "los malos" de taquito, sin despeinarse. Mi devoción absoluta por Tezuka no para nunca de crecer, pero sigo sin engancharme con el humor del maestro. Me molesta cuando se dibuja a sí mismo para meter chistes, me molesta cuando en un manga histórico tiran chascarrillos anacrónicos tipo "esto parece un dibujo animado", me molesta que trate de generar gags a partir de personajes que se pegan golpes o tropiezan con objetos contundentes... Si me vas a narrar una guerra, con sangre, torturas y masacres, dejate de joder y no me pongas chistes sacados de los cortos de los Looney Tunes. Pero bueno, entiendo que esto está pensado para chicos de 10-11 años de 1960, no para mí. Me quedo entonces con lo más hermoso que tiene Sarutobi que es el dibujo. Y dentro del dibujo, dos cosas: primero, el diseño de los personajes, que es glorioso, tanto en héroes como en villanos, como en las criaturas bizarras en las que se transforman. Segundo, esas escenas en las que decenas de guerreros a caballo cargan sobre fortalezas, pueblos, o sobre ejércitos enemigos. Lo que dibuja Tezuka en esas viñetas es descomunal, no se puede creer. La puesta en página, en cambio, tiene mucho que ver con la de los mangas de AstroBoy y casi nada que ver con la de las obras más adultas de la etapa posterior: el Manga no Kamisama divide las páginas en cuatro tiras, con viñetas cuadraditas, prolijas, de formas regulares, y conserva cierta versatilidad para que algunas de estas viñetas ocupen más espacio (de pronto, en vez de cuatro tiras hay tres, una de ellas doble) y hasta tenemos páginas con un solo cuadro, todas ellas apoteóticas. Es un dibujo amistoso, aniñado (de hecho, en un momento del relato pasan 10 años pero Tezuka aclara que no quiere que los personajes se vean 10 años más viejos y los sigue dibujando como nenes), muy influenciado por los dibujos animados de EEUU, muy prolijo. Y puesto al servicio de un relato de gran dinamismo, intenso, y en el que (a diferencia de trabajos anteriores) el maestro ya entendió que no hace falta dibujar TODO, y que hay algo que se llama elipsis y que en la historieta funciona bárbaro. Tarde pero seguro descubrí que Sarutobi está vinculada a otra obra del ídolo, El Castillo del Alba, que es un poquito anterior y que también me compré en Francia. Cuando la lea me voy a enterar si es una secuela, una precuela, un spin-off, una remake, otra aventura con los mismos personajes, o qué corno es. Con Tezuka, nunca se sabe. Y es parte de lo que lo hace tan atractivo. Ni bien tenga un rato para leer algo más, lo comentamos acá en el blog. Gracias y hasta entonces.

sábado, 15 de junio de 2024

SÁBADO A LA NOCHE

Bueno, acá estamos de nuevo con dos reseñas cortitas. Prometí más antologías de comic alternativo y/o vanguardista y acá tengo para reseñar el Vol.8 de Nosotros Somos los Muertos, el que marcó en 2003 el regreso de este proyecto creado por Pere Joan y Max, ahora en el formato de álbum europeo. Conseguí todos los números que me faltaban para completar NSLM excepto uno, pero no sé si los voy a reseñar uno por uno, para no aburrir. Básicamente, a esta entrega le encuentro un problema (menor, pero problema al fin) que es que ofrece un montón de páginas de autores norteamericanos, con historietas que o ya leí en publicaciones de EEUU o Canadá, o no leí, pero prefiero tenerlas en inglés. Fuera de eso, la selección de material de España y el resto de los países europeos está bastante bien. Descolla Miguel Brieva, con material que pertenece a su magistral serie Dinero, se luce Miguel B. Núñez con una historieta de apenas cuatro páginas demasiado buena para ser real, Paco Alcázar se dibuja todo pero la idea que desarrolla no me pareció ni tan graciosa ni tan original, me gustó muchísimo el estilo de Helge Reumann (autor alemán al que no conocía) y no me interesó para nada lo de Craig Au Yeung. Gabi Beltrán propone un ejercicio narrativo muy copado, apoyado en un dibujo simple y lindo. Darío Adanti (argento, pero radicado hace tanto tiempo en la Madre Patria, que ya lo consideramos también español) nos ofrece cuatro páginas muy raras con su personaje Cabeza de Tostadora, con ideas bizarras y unos dibujos maravillosos, y algo parecido pasa con el maestro Keko, que la rompe con los dibujos, que plantea un ritmo narrativo muy atrapante, pero que cuenta algo tan extraño, tan críptico, que no lo terminé de disfrutar. También hay varias páginas dedicadas a trabajos de ilustradores (no me siento capacitado para opinar al respecto) y esas historietas de Dave Coooper y Kaz traducidas de revistas de Fantagraphics o Drawn & Quarterly que mencionaba al principio. Cooper se come 30 de las 100 páginas que tiene la antología, lo cual me parece un toque excesivo, sobre todo porque ya conocía ese material y no me dio para leerlo de nuevo, ahora en castellano. Veremos si en los otros números encuentro algo que me diga "ah, bueno, esto se merece sí o sí una reseña en el blog", o si simplemente los leo y los guardo, como cuando consigo algún número que me falta de El Víbora o Cimoc.
Salto a EEUU, año 2018, para zambullirme en el Vol.4 de Paper Girls (vimos el Vol.3 el 05/01/23). No quiero repetir gansadas que ya dije, sobre todo del trabajo de Cliff Chiang, así que esta vez subrayo su gran talento para diseñar personajes. En este tomo se incorporan varios al elenco (algunos duran poquito), y todos tienen diseños muy cancheros, muy originales, con una onda increíble. Acá estamos en el corazón de la aventura, un pasaje de la serie en el que todo el tiempo se combinan sucesos espectaculares y revelaciones impactantes. Por algún motivo, Brian K. Vaughan se siente en la obligación de inventar explicaciones racionales para todo lo que sucede: viajes en el tiempo, desplazamientos entre distintas líneas temporales, aparición de mechas gigantes que se machacan entre ellos... todas cosas que podrían simplemente contribuir a la sensación de maravilla y de bolonki fuera de control, si no fuera porque el guionista dedica bastante espacio a explicarlas. La verdad, no sé si hacía falta. Y los diálogos en los que algunos personajes les explican a otros toda esta trama de guerra temporal quedan muy opacados frente a los otros diálogos, los que tienen que ver con charlas más naturales entre las chicas protagonistas, o con las reacciones espontáneas que generan en ellas las cosas impredecibles con las que les toca encontrarse en cada etapa de la epopeya. Lo mejor que tiene el guion de Paper Girls es ese contraste permanente entre sucesos MUY zarpados, que vienen de la mejor tradición de la literatura fantástica, y esa onda MUY natural, muy real, de personajes 100% humanos y creíbles, capaces de entablar vínculos copados (y también muy reales) en medio de este despelote cósmico. Por momentos me transmite sensaciones similares a las de El Eternauta, por esto de los personajes muy humanos, enroscados en una aventura extrema que invade sus vidas cotidianas y las da vuelta como un guante. Pero después hago memoria, y recuerdo que a las... 50, 60 páginas, Juan Salvo y sus compañeros ya actúan como un comando militar, y hablan como personajes acartonados, duros, como los de cualquier historieta de aventuras de aquella época. Acá las chicas de Vaughan y Chiang no pierden nunca la frescura, la chispa, la capacidad de sorpresa... incluso cuando se ven envueltas en situaciones muy jodidas, que sacan a la luz un costado más oscuro y más violento, que uno no asocia con pibitas de 12 años. Espero conseguir pronto y a buen precio los dos tomos que me faltan para completar Paper Girls (acepto donaciones), así me entero cómo termina esta cautivante trama y me babeo un poco más con los hermosos dibujos de Cliff Chiang. Nada más, por hoy. Muchas gracias por leer y nos reencontramos ni bien tenga más libritos para reseñar acá en el blog.