el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 29 de junio de 2019

SABADO ASQUEROSO

Mientras en Buenos Aires no para de llover, mientras en Montevideo se quieren matar y mientras los garcas que tienen la guita escondida en Panamá festejan la firma de un acuerdo pensado para que Argentina y Brasil retrocedan 90 años, me siento a escribir las reseñas de dos libritos editados recientemente en nuestro país.
Empiezo con el Vol.6 de Amuleto, la exitosa saga de Kazu Kibuishi, que sigue avanzando a un ritmo muy descomprimido, sin ningún apuro para llegar al final. Son un montón de páginas de peripecias, misterio, tensión y aventuras al límite, siempre protagonizadas por Emily y Navin, los chicos comunes y corrientes que (como Den, Avrack y tantos otros) resultan ser muuuuy capos en este mundo fantástico repleto de elementos que uno asocia con Star Wars, Lord of the Rings, Harry Potter y las películas de Hayao Miyazaki.
El único problema que tiene esto es que yo lo leo sabiendo que el final va a llegar en el Vol.9. Entonces doy por descartado que cualquier volantazo grosso que involucre a Emily o a Navin va a llegar (como muy temprano) sobre final del Vol.8. Todo lo que pase hasta ese momento, va a ser relleno, o a lo sumo un build-up hacia ese final que (intuyo) va a ser muy grosso. Lo bueno es que Kibuishi desarrolla mucho y muy bien a los personajes secundarios y cuando los sacudones más brutales que necesita la trama para mantener el interés (panquequeadas dignas de Pichetto, heridas graves, incluso muertes) los afectan a ellos, uno siente el impacto, no le chupa un huevo. 
Estamos en un momento de la saga de Amuleto muy The Empire Strikes Back, un tramo oscuro, ominoso, con los protagonistas separados entre sí, metidos en distintas búsquedas, distintos aprendizajes, distintas runflas. Me imagino que ya a partir del Vol.7, cuando arranque el tercio final de la obra, Kibuishi va a tratar de que todo esto confluya hacia un cierre épico y emotivo. El dibujo, como siempre, muy sencillito, casi rudimentario en los personajes, y con un nivel devastador en las grandes tomas panorámicas. El color, hermoso de punta a punta. Todavía no se sabe si el Vol.7 sale en Argentina este año, o si habrá que esperar a 2020 (como para volver a llenar la heladera, ver gratis los partidos de la Superliga o irse de vacaciones).
Hora de reencon-
trarme con Nahuel Amaya, que vuelve a la carga con Capitán Muerte, un libro que recopila un montón de tiras humorísticas protagonizadas por un bizarro superhéroe cuyo poder consiste en matar en el acto a cualquier cosa viva a la que toca. Las tiras nunca tienen menos de cuatro viñetas, y en cada uno de ellas Amaya mete mucha información, con lo cual a alguien se le ocurrió publicarlas de a una por página. Eso hace que en 96 páginas tengamos apenas 80 tiras, con mucho espacio blanco arriba y mucho espacio blanco abajo. Un libro de 96 páginas con 16 páginas que no tienen historietas, y las que sí tienen ofrecen sólo una tira… ya saben lo que opino yo de eso, no? No hace falta reiterar los conceptos.
Me quedo con el dibujo de Amaya, que mejoró notablemente desde la última vez que vimos una obra suya (19/06/15). Más plástico, más suelto, más limpio, con mejor criterio para elegir cuándo sintetizar y cuándo ponerle a la viñeta una sobrecarga de elementos gráficos bien dispuestos… Por supuesto que adentro no vas a ver dibujos al nivel de lo que se ve en la portada, en buena medida porque las tiras del Capitán Muerte son en blanco y negro, pero realmente el aspecto visual del libro está todo muy cuidado.
En cuanto a las tiras en sí, hay algunas muy graciosas, con un humor negro muy logrado. Algunas incluso te hacen sentir mal por reirte de ese tipo de situaciones. Después hay otras que juegan con los clásicos tropos de superhéroes y supervillanos, en las que Amaya desaprovecha un poco las buenas ideas que se le ocurren para los personajes, poderes, trajes… En un comic de 8, 12 ó 16 páginas seguramente esos personajes funcionarían mejor y se lucirían más. Básicamente, está todo muy jugado a la contradicción entre un tipo que supuestamente es un héroe y un poder absolutamente letal, que fulmina (incluso accidentalmente) a todo lo que entra en contacto con el justiciero que da título a la obra. Por eso está bueno que sean relatos muy cortitos, de cuatro o cinco viñetas (a veces son seis o siete, también), como para no aburrir, ni agobiar, ni restarle impacto al recurso.
Para pasar un buen rato, Capitán Muerte no está nada mal. No es el antes y después de nada, pero es entretenido y está muy bien dibujado.
Y nada más, por hoy. Estoy saboreando de a poco un librazo de chotocientas páginas y ya palpitando la previa a la función de prensa de la nueva peli de Spider-Man, así que por ahí vendrán las próximas reseñas que tendremos (espero que muy pronto) acá en el blog.


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