el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 19 de octubre de 2019

DOS DE SABADO

Por fin tengo un rato para sentarme a escribir reseñas…
Este año se publicó en Argentina la novela gráfica que revisita la biografía de Jean-Paul Sartre, un ambicioso trabajo de Mathilde Ramadier y Anaïs Depommier originalmente publicado en Francia en 2015. A lo largo de unas 130 páginas, las autoras narran la vida de uno de los pensadores cuyas ideas le dieron forma al Siglo XX, desde su infancia hasta 1964. Ahí el relato se interrumpe y el tramo restante (que llega hasta el fallecimiento de Sartre, en 1980) se sintetiza en una páginas de texto. ¿Qué pasó ahí? ¿Se quedaron sin nafta? Ni idea.
Hasta ese punto, tenemos una historia… bastante aburrida. Me acuerdo que hace un par de años (el 14/04/17) me tocó leer la biografía de José Ortega y Gasset narrada por Alejandro Farías y Hurón… y me parece que aquella vez los autores se las ingeniaron para que la vida y el pensamiento de este filósofo llegaran a la historieta con un poco más de onda. Ramadier y Depommier, en cambio, le ponen todas las fichas a la construcción de los personajes (Sartre y su eterna compañera, Simone de Beauvoir) y un par de fichas (no todas) a la reconstrucción de las distintas épocas por las que transita la novela. Y hasta ahí llegan. No se ven riesgos ni decisiones interesantes en la estructura del relato, no hay una mínima picardía para clavar un flashback, una secuencia onírica, para romper un cachito la diégesis… No te pido aventuras, piñas, tiros… ni siquiera escenas de sexo explícito. Pero me da la sensación de que esta misma sucesión de hechos se podía narrar de un modo más “historietístico” sin renunciar al carácter documental que se supone que tiene que tener una biografía.
Anaïs Depommier sale bastante bien parada del desafío de dibujar páginas y páginas de gente que habla, piensa, escribe o viaja, sin aburrir demasiado al lector. Vistas de lejos, sus páginas parecen obra del maestro André Juillard. El dibujo, la puesta en página, la composición de las viñetas… todos elementos que me remitieron de inmediato a ilustre dibujante de Las Siete Vidas del Gavilán. Cuando las ves de cerca, aparecen en Depommier mínimas imperfecciones (que rompen con la frialdad absoluta del dibujo de Juillard) y cierta intención caricaturesca a la hora de dibujar al protagonista. Un muy buen trabajo en rostros, expresiones corporales, fondos, ropas y vehículos de distintas décadas del siglo pasado… Lo único que no me copó fue el color, muy virado a unas tonalidades verdosas y ocres. Ahí sí que Depommier se despega fuerte de Juillard, casi un barrabrava de los cielos bien azules, las capas bien rojas… En Sartre hay poco rojo y casi nada de azul.
La edición argentina es muy buena, la traducción está argentinizada y si te interesa entrar al mundo del filósofo y escritor que definió el existencialismo sin pasar por sus voluminosos textos, esta versión de la vida de Sartre seguramente te va a resultar atractiva, a pesar de que en términos comiqueros me resultó muy pecho frío.
Salto a 2018, a EEUU. Ahí me encuentro con una rareza: un álbum de Spy Seal, de Rich Tomasso, editado por Image y con una estética que –ya desde la portada- imita milimétricamente a la de Las Aventuras de Tintín. De todos los recursos que caracterizaron a la seminal serie de Hergé, el único que no utiliza Tomasso es el de dividir las páginas en cuatro tiras: The Corten-Steel Phoenix tienen todas sus páginas divididas en tres. Fuera de eso, esto es una novela de espionaje MUY al estilo Hergé.
Hay viajes a lugares exóticos, escapes imposibles, misterios atrapantes, humor verbal y físico, diálogos extensos combinados con escenas mudas, secuencias oníricas, fondos muy trabajados que contrastan con figuras más simples… Obviamente desde la portada Tomasso agrega un elemento más, que es el de un mundo donde las personas tienen cabezas de animales, como en Blacksad y tantos otros comics. Y además, Malcolm (el protagonista) no tiene 15 ni 16 años, sino unos cuantos más, con lo cual hay un mínimo coqueteo con el tema sexo, que a Hergé no se le hubiese ocurrido jamás incorporar a una aventura de Tintín.
¿Qué le falta a The Corten-Steel Phoenix? Poquito. Un toque más de originalidad y quizás darle un poco más de carnadura a los villanos. Entiendo que es la historia de Malcolm, de su pasaje de Juan Carlos Nadie a temible operario del recontra-espionaje, pero por ahí desarrollar un poco más a los malos le habría dado mayor espesor a los conflictos que motorizan la trama. El resto, todo muy entretenido, muy dinámico, con algunas escenas muy lindas, una mínima bajada de línea, diálogos copados, buen equilibrio entre peripecias al palo y momentos más distendidos o de comedia… Gran trabajo de este autor de New Jersey que abrazó la línea clara más clásica con la pasión y la entrega de un belga o un holandés. Lo más probable es que la próxima vez que se me cruce un comic de Tomasso a un precio razonable me abalance sobre él, a ver con qué me sorprende esta vez.

Nada más por hoy. Gracias por el aguante, nos reencontramos pronto y atenti, que ya estamos avanzando rumbo a un mini-evento con el que vamos a celebrar (si se copan) los 10 años de este blog. Ampliaremos en un par de semanas.

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