sábado, 24 de julio de 2021
19 al 25 de JULIO
Esta semana pude leer un poco más, por suerte.
Se me ocurrió releer Charlie Moon, la gema de Carlos Trillo y Horacio Altuna de principios de los ´80. Nada, se escribió mucho sobre esa obra, no es mucho lo que yo pueda aportar. Me quedo con lo que más me sorprendió. Primero, no puedo creer que Charlie Moon no sea una obra mucho más conocida de lo que es, por lo menos en Argentina. Segundo, el dibujo de Altuna es sublime. De verdad, está más allá de toda exégesis. Esto es una cátedra de historieta como pocas veces se vio. Los climas, los silencios, los enfoques… visualmente esto es insuperable. Tercero, me parece loquísimo que no haya más episodios de esta serie. Cinco son muy pocos, 49 páginas es muy poco. Obvio que si Trillo y Altuna hubiesen continuado con Charlie Moon, en una de esas no tendríamos obras como Merdichesky o El Último Recreo, y sería un garrón. Pero es lo que hay, y en parte eso es lo que la hace mítica. Cuarto, la calidad de los guiones. El más flojo de los cinco (el de la cita con las dos chicas) es muy, pero muy bueno. Y los otros cuatro, son perfectos. Quinto y último, ¿me podés creer que esta obra en nuestro país solo se editó en la revista SuperHum® en 1980-81? ¿Cómo puede ser que no haya una edición argentina de Charlie Moon en libro? La verdad que no me alcanzan las palabras para recomendar esta historieta. Es una emoción atrás de otra, casi siempre para el lado de la tristeza, pero con una sensibilidad, una profundidad y un talento muy poco frecuentes.
También me leí el Koyoharu Gotouge Short Stories que (como su nombre lo indica) es un compilado de cuatro historias cortas realizadas por la autora de Kimetsu no Yaiba antes de iniciar el manga que la consagraría a nivel global. Ella misma se da cuenta de que estos trabajos son muy primerizos, precarios en muchos aspectos, y agrega textos en los que pide disculpas y ofrece excusas por algunas de estas falencias, muchas de las cuales osn muy, muy evidentes. Desde ideas que fueron pensadas para una serie de infinitos tomos y luego condensadas en 40 ó 50 páginas, hasta dibujos a los que les falta solvencia y secuencias que directamente no se entienden. El tomo tiene todas las demostraciones posibles de que Gotouge no nació sabiendo y que hizo camino al andar.
Recién en la cuarta y última historia de la antología (Haeniwa no Zigzag) se ve un nivel que nos permite imaginar que esta chica podía llegar a hacerse un nombre en la hiper-competitiva industria del manga. Ahí es donde el dibujo adquiere mayor plasticidad, el argumento es más claro, las secuencias de acción más impactantes y los personajes más creíbles. No es una gloria, pero por lo menos se ve que la historia tiene una dirección y va para donde Gotouge quiere que vaya. El resto, muy por debajo de la expectativa que me había generado descubrir el “secret origin” de la autora que rompió todo con Kimetsu no Yaiba. Una pena.
Y cierro con El Golpe de la Cucaracha una novela gráfica realmente excelente, ópera prima de la autora argentina Gato Fernández. Tengo una sola cosa para criticarle, y es lo mismo que le marqué a Gato el día que me mostró los originales, antes de darles el color: el dibujo de la protagonista no es consistente. Por momentos parece tener 8 o 9 10 años, por momentos 11 o 12, como si su cuerpo fuera cambiando de manera aleatoria, y nunca parece tener los 5 o 6 años que los textos dicen que tiene. Es un detalle bastante menor, eclipsado por lo mucho que mejora el dibujo de Gato entre las primeras páginas y las últimas.
Pero lo que realmente hace intrascendente cualquier “pero” respecto del dibujo es la historia que narra la autora en El Golpe de la Cucaracha. Una historia tremenda, descarnada, dolorsamente real, de abusos y violencia, de un hogar que se convierte en infierno y de vínculos que se tensionan hasta explotar, dejando heridas por todas partes. En ese contexto se mueven Lucía, su hermano y su mamá, y el gran hallazgo de Gato Fernández es no morigerar ni edulcorar lo trágico de los sucesos que narra, pero además combinarlos con esa ingenuidad, esa fantasía, esa magia, esa hermosa nube de pedos en la que viven l@s niñ@s a los 5 años. La autora abre una puertita a la ternura, al humor y a la ilusión de que su vida no va a ser solo sufrimiento, y lo hace con mucha agudeza, con mucho talento, sin restarle dramatismo a la trama y sin que esas secuencias más alegres, o más lúdicas parezcan un injerto fuera de lugar.
Víctima de abusos intrafamiliares en la vida real, a Gato Fernández le llevó varios años poder contar esta historia, sacar afuera y compartir con los lectores vivencias y situaciones que aún duelen. El resultado es una obra valiente, intensa, cautivante, por momentos shockeante y sumamente emotiva. Sin dudas, una de las grandes historietas que nos trajo el 2021.
Nada más por hoy. Sigo escribiendo y corrigiendo artículos para el nº3 de Comiqueando Digital, que sale a principios de Septiembre. Gracias y hasta el finde que viene.
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Koyoharu Gotouge
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1 comentario:
Gracias por confirmarme un pendiente perpetuo: averiguar si había más de Charlie Moon que las poquitas historias del libro de Toutain. Qué lástima
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