martes, 10 de mayo de 2022
ESSENTIAL ANT-MAN
Uh, qué difícil este libro... Entré como un caballo porque vi en la portada los nombres de Stan Lee y Jack Kirby, y adentro me dieron para que tenga.
Ant-Man fue uno de los primeros superhéroes de Marvel que empezó a aparecer con regularidad, en la mitad de la revista Tales to Astonish allá por Septiembre de 1962. Primero compartió cartel con monstruos bizarros ignotos, después con Hulk, y en 1965 le dieron salida para que ese espacio lo ocupara Namor. En el medio, Stan Lee probó con varios enfoques distintos para esta serie, pero nunca le encontró la vuelta.
Las primeras aventuras, si bien son obra de Lee y Kirby, parecen publicadas por DC, en cualquier revista de las que coordinaba Julius Schwartz. Hank Pym era un señor aburrido, sin rasgos de personalidad, que resolvía casos con sus poderes, y sobre todo con formas ingeniosas de aplicar su vasto conocimiento científico. Los villanos son invariablemente patéticos (al principio había mucho espía ruso) y los ayudantes de Lee (entre ellos su hermano Larry Lieber) no se esmeraban en lo más mínimo por ponerle onda a diálogos o textos. Recién cuando aparece Wasp, levanta un poco la puntería, porque se arma el contraste entre una chica de 16-17 años a la que le gusta la joda y la emoción de la aventura, y este tipo de más de 30, viudo, formal y medio amargo. Pero dura poco: Stan se olvida rápido de que le había puesto una esposa (muerta en flashbacks) a Pym, y para avanzar con el romance entre él y Wasp (que le empieza a tirar onda desde su primera aparición), achica la brecha etárea, supongo yo que para que no pareciera un pedófilo. Así que en un par de números, Janet y Hank ya parecen tener casi la misma edad, o por lo menos andar por los veintipico.
Cuando Pym deja de ser Ant-Man y pasa a ser Giant-Man, las historias pierden ese cariz más científico y se enrolan más en la típica aventura con machaca super-power que asociamos con la Marvel de esa época. Y cuando finalmente aparece un subplot copado (el del stress físico y mental que provocan en Pym los constantes cambios de tamaño), ya la serie no le interesaba a nadie y a los dos números la vuelan de Tales to Astonish para no volver. O sea que a nivel de los argumentos, guiones, etc., no es mucho lo que tienen para ofrecernos estas 576 páginas.
En cuanto a los dibujos, esta serie sufre una inestabilidad atroz, poco frecuente en la Silver Age, no solo de Marvel, sino en general. Acá vemos todas las combinaciones de dibujantes y entintadores posibles, casi siempre con flojísimos resultados. A saber:
Lápices de Jack Kirby y tintas de Dick Ayers: Bastante bien.
Lápices de Jack Kirby y tintas de Sol Brodsky: Más que aceptable.
Lápices y tintas de Don Heck: en los primeros episodios, cuando lo dejan entintarse a sí mismo, Heck me sorprendió muy gratamente. Está apenas un pasito por debajo de los dibujantes clásicos de DC de esta época, tipo Mike Sekowsky, Dan Barry o Gil Kane, y dos o tres por debajo de Alex Toth. La narrativa no es derivada de la de Kirby, mete planos variados, no carga demasiado las tintas, no pone en los rostros esos rasgos con los que causará espanto en los ´70 y ´80... la verdad que dignísimo. Después se va a relajar, y aparecen episodios que parecen dibujados directamente en tinta, sin lápiz previo, bastante más flojos, pero sin llegar al horror de los ´70.
Lápices de Kirby y tintas de Heck: Acá ya me gusta menos el trabajo de Heck. Tiene algunas hermosas, en las que se complementa muy bien con los lápices del Rey y otras medio fuleras.
Lápices de Jack Kirby y tintas de Steve Ditko: El horror. Juntás a dos monstruos gloriosos y en vez de algo genial, sale una bazofia. Estas páginas están entre las peores del libro.
Lápices de Larry Lieber y tintas de George Bell: Otra abominación. El hermano de Stan escribió y dibujó algunas historias cortitas de Wasp, y la verdad que son horrendas. Nada para rescatar.
Lápices y tintas de Dick Ayers: No, tampoco. Muy aburrido y por momentos muy feo, también. Banco a Ayers en comics de guerra y de cowboys, pero dibujando superhéroes era durísimo.
Lápices de Larry Lieber y tintas de Don Heck: Menos mal que son solo cinco páginas, porque me quería arrancar las retinas para no sufrir más.
Lápices de Larry Lieber y tintas de Sol Brodsky: Horrible.
Lápices de Larry Lieber y tintas de Paul Reinman: Una falta de respeto absoluta.
Lápices de Dick Ayers y tintas de Paul Reinman: Un tormento para los ojos pocas veces visto. Por momentos se hace realmente ilegible. Juicio y castigo.
Lápices de Larry Lieber y tintas de Chic Stone: Muy flojo.
Lápices y tintas de Larry Lieber: Bastante mejor que esas historietas en las que los entintadores le estropeaban los dibujos sin piedad, pero lejos de un nivel disfrutable.
Lápices de Carl Burgos y tintas de Dick Ayers: Apenas correcto, pero infinitamente aburrido.
Lápices de Carl Burgos y tintas de Chic Stone: Atrasa 25 años, parecen páginas de principios de la Golden Age. Un embole.
Lápices de Carl Burgos y tintas de Paul Reinman: Bochornoso es poco.
Lápices de Bob Powell y tintas de Heck: Un poquito más de onda en la narrativa, pero el pincel de Heck ya se va al carajo y tira bastante para atrás al dibujo.
Lápices de Bob Powell y tintas de Frankie Ray: Acá huelo un pseudónimo de un dibujante grosso, porque estas páginas son realmente lindas de mirar. Hay viñetas que parecen entintadas por Gene Colan, por ejemplo, y son hermosas.
Lápices de Bob Powell y tintas de Chic Stone: La nada misma.
Lápices de Bob Powell y tintas de Vince Colletta: El abismo.
Lápices de Bob Powell y tintas de John Giunta: Si creías que no había nada peor que Reinman o Colletta, acá aparece Giunta a terminar de lesionarte los ojos.
En fin, no se puede decir que no hayan probado. El tema es que no funcionó.
En general, los críticos veneramos toda esa etapa de Marvel que va de 1963 a 1968, y nos olvidamos que había títulos flojos (Daredevil), títulos decididamente malos (Iron Man y Hulk) y material al filo de lo ilegible como la serie de Hank Pym y Wasp en Tales to Astonish. Pero bueno, de todo se aprende.
Gracias por el aguante y hasta pronto.
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