domingo, 28 de agosto de 2022
HISTORIETA REVÓLVER: CASA ABIERTA
Por su volumen y por su repercusión, este libro merecía una reseña para él solito. Ahí vamos.
Después de un par de años de intentar la proeza con una antología que salía en kioscos y comiquerías de manera bastante periódica, en 2021 la editorial Primavera Revólver rompió su propia lógica y se volcó decididamente al formato libro. Y en vez de discontinuar la antología, la agrandó, la convirtió en un potente masacote de más de 200 páginas, en el que conviven 28 historietas. Como es lógico, la calidad no puede ser pareja si hay 28 historietas y 58 autores involucrados, pero la lectura del tomo resulta -en general- muy satisfactoria. Vamos a recorrer algunos momentos destacados.
¿Está piola poner la mejor historieta adelante de todo, o conviene guardarla para el medio, o para el final? No sé, es un lindo tema para debatir: anatomía de las antologías. Lo dejo picando. Esto viene a cuento de que Casa Abierta arranca con Vacío, una historieta de Sergio Carrera que sin dudas está en el podio de lo mejor del libro. Oro, plata, bronce... no sé, pero seguro es de las tres mejores. Una verdadera gema.
La otra que seguro pelea el primer puesto es la de María Eugenia Alcatena y Muriel Frega. Se llama La Siesta y en apenas 12 páginas ofrece tantas buenas ideas, tanta imaginación en la puesta en página y unos dibujos tan hermosos, que la tuve que releer dos veces más.
Y también me parece alucinante que se haya publicado en castellano La Noche de Rasputín, una de las 10 historietas que componen la mítica antología Un Giorno, Un Secolo. En este caso, el guion de Robin Wood lo dibuja Quique Alcatena y de la magia de estos dos próceres del Noveno Arte sale un relato realmente inquietante, fiel a la historia real, pero con espacio para la fantasía y la poesía.
Después hay cosas raras, como esa historieta de Carlos Albiac y Horacio Lalia, que parece de principios de los ´80. ¿Estaba inédita, o es algo que ya se publicó hace más de 40 años en alguna revista de Record? Me encantaría saberlo. También es polémica la decisión de republicar (pasada a grises de manera no muy lograda) una historieta de Luciano Saracino y Dante Ginevra que ya formó parte de otra antología (De Amor, de Locura y de Muerte, reseñada el 26/05/11). La historia más larga del tomo está escrita por Néstor Barron y dibujada por el recordado Walther Taborda, en un estilo espectacular, muy loco, como si la estética de Taborda de pronto se fusionara con la de Enki Bilal. El guion, lamentablemente, se me hizo largo. Para cuando el conflicto realmente cobra tensión, ya me había aburrido con muchas secuencias innecesarias.
¿Qué más me gustó? Muchas cosas. Ver a El Sombra y Tito dibujados por Edu Molina fue genial. Esas cuatro paginitas de Martín Renard y Tomás Aira (Timeblocked) también me encantaron, sobre todo por el excelente manejo de los diálogos que muestra el guionista. Los dibujos de Diego Pogonza, impresionantes, de altísimo nivel. En general hay muy buenos dibujantes, sobre todo de estilos realistas: Manuela Mauregui la rompe, Carina Altonaga la rompe, Marcelo Valentini está muy bien, Julio Azamor también... Y fuera del estilo más académico, sin dudas Sejo se lleva todas las palmas.
También me gustaron mucho el dibujo de Oscar Capristo, la breve historieta de Emilio Balcarce y Fabián Mezquita, y dos ideas, que dieron pie a sendas historietas que por ahí no alcanzaron todo su potencial: la de Dolores Alcatena parte de una premisa sumamente atractiva, pero algo en el dibujo hizo que no me pegara tan fuerte. Y la de Hernán Martignone y Diego Rey, también, parte de una premisa que me entusiasmó, pero me encontré con que eran cuatro páginas sin un conflicto, y yo soy de esos pelotudos que quieren que en las historietas haya un conflicto, algo que se tenga que resolver en algún momento de la trama.
Ya nombré a un montón de autores y autoras destacados, y podría sumar menciones a Lubrio, Pablo Barbieri, Sergio Ibáñez, Juan Sáenz Valiente, Alejandro Farías, Gustavo Schimpp, Kripto... Mucha gente muy talentosa hizo su aporte a Casa Abierta, y si bien no todos estuvieron a la altura del material que más me interesó o más me emocionó, la acumulación de experiencias, estilos y miradas diversas sin dudas enriquece la propuesta. La portada de Aleta Vidal está buenísima, la calidad del papel es muy buena, el material está muy bien reproducido (tanto las páginas en blanco y negro como el segmento a todo color), y en general se siente que Paula Varela, la editora de la antología, le pone mucho amor al proyecto, no lo hace para facturar unos mangos ni para buscar chapa o protagonismo.
La verdad que está buenísimo que en la era de las novelas gráficas de chotocientas mil páginas haya un espacio para que los maestros de siempre compartan con los autores más jóvenes las páginas de una antología potente, donde todos puedan brillar con historias cortas que visiten distintas temáticas y las aborden en distintos estilos. Este año ya se publicó otro número bien nutrido de Historieta Revólver, que seguramente voy a leer recién en 2023. Así que el proyecto sigue adelante, y eso hay que celebrarlo.
Nada más, por hoy. Como suele suceder, reapareceré con nuevas reseñas ni bien tenga más material leído. Gracias y hasta entonces.
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