el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 5 de junio de 2023

LINDO LUNES

Me está costando encontrar ratos para leer comics, porque estoy muy metido en la realización del nuevo número de la Comiqueando Digital. Pero bueno, algo, cada tanto, puedo postear. Por primera vez me pasó algo muy loco, que es que no pude terminar un librito de 64. Claro, no es cualquier librito. Es Monolinguisti e altri esercizi di stile, la edición italiana de Monolinguistes & Psychanalyse, la recopilación de los primeros trabajos de Lewis Trondheim, de cuando era un autor underground de fines de los ´80. El librito reúne historietas realizadas entre 1988 y 1992, una época en la que el dibujo de Trondheim era crudísimo, muy, muy limitado. Y encima esto le jugaba a favor, porque eran historietas totalmente basadas en el diálogo (o monólogo), en la que toda la gracia residía en los juegos de palabras, en cómo estas se deforman para cambiar de sentido. Al final del libro, hay 44 tiras de "Il dormiglione", en las que TODAS las viñetas de TODAS las tiras muestran un único dibujo, que se repite siempre. Y obviamente, lo gracioso son los textos, que sí cambian en cada viñeta. Y bueno, descubrí que mi nivel de italiano no alcanza para disfrutar de todos esos juegos de palabras. Me frustró mucho entender la mitad de los chistes, y encima el rotulado de esta edición me resultó confuso, difícil de decodificar. Entonces pegué varios saltos, reboté contra varios relatos en los que no me logré enganchar y terminé en ese sector final dedicado a las tiras, que disfruté bastante. La edición de Rasputín Libri tuvo tres traductores, que deben haber dejado la vida para cambiar los chistes verbales del francés por otros que funcionen en italiano, pero lamentablemente yo no pude sintonizarles la onda. A nivel narrativo, me gustó lo que proponía este Trondheim iniciático, así que cuando pueda conseguir Monolinguistes & Psychanalyse en francés, le voy a dar otra oportunidad.
Después de muchos años (seguro más de 25) volví a leer Cosecha Verde, el clásico de Carlos Trillo y Cacho Mandrafina. Y por primera vez le encontré un problema: la primera mitad es aburridísima. Lo que los autores cuentan en las primeras 60 páginas se podría contar tranquilamente en 24. Y encima la presentación de los personajes y los conflictos está lastrada por una cantidad grosera de estereotipos, de lugares comunes (¿acá también villanos nazis, en serio?), de obviedades muy remanidas tipo "los políticos y los militares son malos", "los marginales y las prostitutas son buenas"... Todo muy gastado, muy cansador. Tal vez no en 1989, cuando se empezó a serializar la obra, pero hoy, sin dudas. Esto se hace tolerable, primero por la calidad descomunal del dibujo de Mandrafina, y segundo porque Trillo pone en juego un recurso novedoso y eficaz: personajes que están lejos del centro de la acción interrumpen la misma para contar algo de lo que está pasando desde su propia óptica, o para agregar información acerca del pasado de algún personaje protagónico que puede (o no) ser relevante para la trama. Esas interrupciones, si bien no todas aportan algo, por lo menos le cambian el ritmo al relato para que no se haga tan denso. Y la segunda mitad, ya con el Iguana en la cancha, levanta muchísimo. Todo se desarrolla de manera más ágil y menos evidente. Realmente no sabés cómo pueden terminar Malinche y Donaldo porque la situación se vuelve muy extrema, muy áspera. Hasta yo, que ya sabía cómo termina la obra, hubo un tramo en que me puse nervioso, porque la tensión crece hasta hacerse insostenible. En esas 60 páginas finales, Trillo realmente me hipnotizó y me hizo sentir en carne propia el rigor del suspenso más atroz. Y el dibujo de Cacho no baja nunca, y se luce como nunca lo había hecho hasta ese entonces, con momentos sublimes, sobre todo en los flashbacks, donde altera su trazo habitual para jugar con una estética más similar a la del grabado. Esto es Mandrafina en la cima absoluta. La edición argentina (clon de la última que salió en Francia) incluye también El Iguana, que es bastante posterior a Cosecha Verde pero que nunca se había publicado en nuestro país. Acá tenemos lo contrario a Cosecha Verde: una historia con una premisa a priori poco interesante (una periodista yanki viaja a La Colonia a recabar información sobre un peligroso asesino ya muerto), que resulta en una historieta entretenida gracias a los aciertos de Trillo en el desarrollo. El Iguana es más corta (80 páginas) y desde el principio incorpora con más naturalidad el humor grotesco (y a veces muy subido de tono) a una historia más "de denuncia", donde la verdad, la memoria y la justicia tienen roles centrales. Pareciera que en esta secuela nada se toma tan en serio como en Cosecha Verde, y seguramente esto le juega a favor. Lo más extraño es que Cosecha... está toda escrita en neutro, y en El Iguana vemos al protagonista utilizar todos los términos imaginables del castellano rioplatense en su vertiente más informal. Pajero, pelotudo, gil de goma... Incluso el Iguana trata a veces de tú y a veces de vos a los otros personajes. Raro que a Trillo se le haya escapado semejante inconsistencia, con lo cual sospecho que fue algo intencional. El Iguana parece querer advertirnos acerca de las funestas consecuencias que genera la revisión del pasado, cuando este es reciente y terrorífico como el que narran los habitantes de La Colonia cuando recuerdan la vida del Iguana. De hecho, el personaje de Susan Ling, que es quien más se involucra en la investigación, claramente cambia para peor. El resto de la gente, la que padeció más de cerca y en tiempo real el sombrío gobierno del Gran Títere y su despiadado torturador, parece -en cambio- haber cambiado para mejor, y encontrado una vida en la que el miedo tiene menos peso en sus decisiones. Más o menos por ahí va la cosa, y por suerte la "moraleja" está decorada con un montón de situaciones bizarras, algunas casi cómicas, y otras realmente desgarradoras. Si sos fan de Trillo y Mandrafina pero nunca leíste El Iguana porque no conseguías la edición española, estas 80 páginas justifican lo que pagues por el libro que trae también Cosecha Verde... que sigue siendo un clásico, 35 años después de su primera aparición. Gracias y por el aguante y ni bien pueda reaparezco con nuevas reseñas, acá en el blog.

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