el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 3 de noviembre de 2022

TRES DE UN SAQUE

Como no podía ser de otra manera, me abalancé sobre el Vol.2 de Crónicas de la Era Glacial para enterarme cómo termina esta epopeya creada por el maestro Jiro Taniguchi y serializada a ritmo muy lento entre 1987 y 1991. Bueno, la sorpresa es que no termina. Hay una especie de final, pero deja muchísimas puntas abiertas. El propio Taniguchi nos cuenta en un postfacio que su idea original era que este manga fuera muchísimo más largo, y que por cuestiones editoriales lo tuvo que terminar ahí, con este mundo increíble a medio explorar. Es notable lo mucho que cambia el tono de Crónicas de la Era Glacial de un tomo a otro. El primero es mucho más claustrofóbico, opresivo, amargo. El segundo es un tomo todo al aire libre, que transmite una sensación de maravilla y de libertad, de posibilidades infinitas. Por supuesto hay peligros extremos para Takeru y sus amigos, pero las reglas son otras. Por momentos me hizo acordar mucho a esas historietas de Moebius en las que Atan y Stel recorren el mundo de Edena: hay un bosque que está vivo, un montón de bichos que componen una fauna y una flora desaforadas y fantásticas, hay una bajada de línea ecológica muy clara, y en un momento cobra fuerza otro elemento muy presente en la obra del Genio Infinito: la metafísica. De alguna manera muy limada (pero que no desentona con el tono de la obra) Takeru logra conectar su mente y su espíritu con el de un dios gigante que vive desde tiempos ancestrales y dialogar con el corazón del bosque viviente, penetrar en su sistema nervioso, ser testigo de sus memorias. Todas cosas imposibles siquiera de imaginar a lo largo de la lectura del Vol.1, que era mucho más tradicional y más prosaico. Acá de pronto hay una especie de lirismo místico que cambia el registro, la forma de presentar la aventura. Para cuando llegué a la mitad del Vol.2, empecé a sospechar que, por la propia ambición de lo que estaba narrando Taniguchi (nada menos que el nacimiento de una humanidad 2.0 manipulada por una inteligencia artificial de infinito poder, que se pone a sí misma en el rol de Dios), las páginas que faltaban para llegar al final no iban a ser suficientes para darle un cierre consistente a la saga. Y lamentablemente, mi pálpito fue acertado. Crónicas de la Era Glacial termina con el conflicto central sin resolverse, con los personajes casi en medio de una misión a todo o nada, y no hay ni dos viñetas de epílogo, de "bajemos un cambio, que el peligro grosso ya aflojó". Pero bueno, son unas 600 páginas de aventura trepidante, en las que Taniguchi dibuja (como los dioses) muchas cosas que nunca había dibujado antes y que no volvería a dibujar después. Inconclusa y todo, es una saga entretenida, cautivante, impactante y con un montón de ideas desparramadas por ahí, que el ídolo no llegó a cerrar, pero que hacen que el manga valga mucho la pena.
Y un día retomé Saga. Había leído el Vol.5 allá por el 09/04/19 y la verdad que me acordaba muy poco. O en realidad me acordaba bastante del contexto global de la serie, pero no me acordaba en qué punto había quedado el relato cuando se me terminó el Vol.5. Así que estuve algunas páginas a la deriva hasta que le volví a encontrar el pulso a esta extraña serie de Brian K. Vaughan y Fiona Staples. Al toque me acordé cómo funciona Vaughan en las series largas: todo es una gigantesca acumulación de peripecias que después muy probablemente no tengan ningún peso en la resolución de las tramas principales. Esa es -muy evidentemente- la lógica de Saga. Por eso es imposible de leer de a un episodio por mes, o cada vez que los autores tienen listo un numerito de 20-24 páginas. Incluso en tandas de seis numeritos (que son los que recopila cada TPB) es casi imposible no entrar en la trampa y sentir con intensidad dramática todas estas escenas, toda esta entrada, salida, muertes y reapariciones de personajes que seguramente en el contexto global de la historia van a ser menos que una nota al pie. ¿Por qué pasa eso? Porque Vaughan y Staples son buenos narradores, por eso pisamos el palito y sentimos que estamos leyendo algo relevante, cuando en realidad es todo 90% relleno, boludeces para estirar. Claro, cuando las boludeces para estirar incluyen diálogos notables, muy buen desarrollo de personajes y momentos shockeantes que te dejan helado, tiene sentido y hasta está bueno comerse el amague de que pasan cosas importantes. Cuando los personajes que se incorporan al ya muy vasto elenco tienen onda, y son distintos, y miran la trama desde una óptica distinta, también está bueno verlos entrar y cambiarle la "composición química" al menjunje. Y si encima está todo bien dibujado y bien coloreado, y hasta el rotulado es precioso... ¿qué apuro tenés, no? Dejá todo así, estiren todo lo que quieran y si la serie termina en el nº240 y son 40 TPBs, me chupa un huevo y la cáscara del otro. De última, Saga es la historia de Hazel, y mientras viva Hazel, se puede seguir. Hasta ahora, en seis TPBs, creo que no cumplió ni cinco años, así que es cuestión de relajarse y disfrutar de los bizarros sacudones que Vaughan y Staples le pegan a esta serie. El único peligro real es que se aburran, o se mueran, y la dejen inconclusa en cualquier lado. Mientras eso no suceda, tenemos la diversión garantizada, porque en todos los episodios pasan cosas y la sensación (mentirosa) de que los personajes crecen y la trama avanza, está, se vive y se disfruta. Tengo uno o dos tomos más de Saga sin leer, así que no falta tanto para que nos reencontremos con Hazel, Alana, Marko y familia.
Me vengo a Argentina, año 2022, para leer La Madriguera, nuevo trabajo de Femimutancia (o Julia Inés Mamone), autora con la que ya nos habíamos encontrado allá por el 01/02/19. De nuevo me deleité con un excelente trabajo en materia de dibujo, color y rotulado. Y además me encontré con unas secuencias mudas realmente hermosas y unos diálogos cuidadísimos, que me sonaron sumamente reales. La trama me resultó un tanto extraña. Las primeras 35 páginas son fascinantes. Femimutancia plantea una situación realista, la vida conflictuada de una chica normal, y la empieza a retorcer con elementos fantásticos alucinantes: ese ángel perverso que irrumpe desde la primera página, el gato que habla, la caída a una especie de limbo/ vacío metafórico (o no) onda Alice in Wonderland, el "chiste" de los poderes imaginarios con los que la protagonista "mata" gente... No se entiende del todo lo que pasa, pero te engancha a full, porque es todo muy raro y está muy bien amalgamado con el slice of life. Pero a partir de ahí, de cuando Rebecca se despierta en el hospital, la trama retrocede tres casilleros y se vuelve a quedar en el slice of life clásico. Bien escrito, con personajes interesantes, con el condimento extra de la pandemia de COVID-19, pero anclado en conflictos reales, en vínculos familiares, afectivos y sexuales no muy distintos a los que nos conectan a los lectores con nuestro entorno cotidiano. Me da la sensación de que Femimutancia utiliza esta obra para hablar acerca de su relación con su madre, pero por ahí me equivoco y es todo ficción, y nada de lo que le pasa a Rebecca con su mamá está basado en las vivencias reales de la autora. En cualquier caso, la historieta es un vehículo tan válido como cualquier otro para exorcizar ese tipo de fantasmas. El tema es que la relación entre Rebecca y su mamá lastra un poco el desarrollo de la trama, que finalmente llega a un desenlace muy lindo, muy satisfactorio, pero que -para mi gusto- desaprovecha un poco ese tinte bizarro e hipnótico que le daban los elementos fantásticos en el primer tramo. La Madriguera se trata, básicamente, de crecer. De no escaparse de los problemas, afrontarlos, buscarles la vuelta, reflexionar... Rayo, la novia de Rebecca, lo dice con toda claridad, por si alguien no lo entendió. Y por ese lado la historia funciona y hasta conmueve. Si sos fan de Femimutancia ni hace falta que te la recomiende. Y si no, probablemente esta sea la puerta de entrada ideal al universo de esta autora siempre dispuesta a arriesgar un poco más. Nada más, por hoy. Nos encontramos el sábado y el domingo en la San Luis Comic Con y el miércoles 9 a las 16 hs en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo, en la ciudad de Mendoza. Y la semana que viene, seguro estaré de vuelta con nuevas reseñas, acá en el blog.

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