lunes, 23 de enero de 2023
NOCHE DE LUNES
Vengo a un gran ritmo, me estoy fagocitando las pilas de material pendiente de lectura a una velocidad muy notable.
En una mesa de saldos de Estados Unidos, rescaté un TPB del año 2007 llamado Planetary Brigade. ¿Qué me llamó la atención? Que lo escriben Keith Giffen y J.M. DeMatteis, totalmente en joda. Esta es una iteración más de la Justice League bufonesca de fines de los ´80, pero como en vez de DC la publica BOOM! Studios, los personajes no son los reales, sino versiones mínimamente camufladas de Superman, Batman, Wonder Woman, Martian Manhunter y el resto. La dinámica del equipo, los conflictos con los villanos y sobre todo los diálogos, nos remiten al toque a la época en que Giffen y DeMatties convirtieron a la Justice League en una revista en la que la comedia, la bizarreada y el bwa-ha-ha eran tan importantes (o más) que los combates entre superhéroes y supervillanos. Planetary Brigade va para el mismo lado, pero como está escrita 20 años después, sin la supervisión de DC ni del Comic Code Authority, ofrece algunos chistes más zarpados en materia de sexo y escatología.
No toda la miniserie es igual de graciosa, y conviene no leerla toda de un saque para no aburrirse, sobre todo por la cantidad de diálogo que meten estos desubicados en cada página. A cualquier otro guionista, le decís "tomatelás, flaco, aprendé a sintetizar; no me pongas ocho cuadros por página, con cinco diálogos en cada cuadro". A Giffen y DeMatteis se lo toleramos, porque sabemos que nos van a hacer cagar de risa. Pero hay que racionarlo, no bajarse de una los cinco episodios, que de todos modos son bastante autoconclusivos. Leído en su justa medida, este es un comic alucinante, que lleva la deconstrucción de los superhéroes a nuevos picos, a fuerza de un humor efectivo y sin piedad. No es algo muy original, porque los propios autores ya lo hicieron varias veces antes, pero la gracia y la mala leche están intactas.
Obviamente acá falta una pata para completar el Trío Terrible, que es el irreemplazable Kevin Maguire. Para este proyecto no lo pudieron reclutar y en su lugar dibuja... Juan Carlos Nadie. Los dos primeros episodios están repartidos entre varios dibujantes (algunos muy capos, como Fábio Moon, Mark Badger o el maestro Eduardo Barreto) y los tres últimos los dibuja enteros una tal Julia Bax, a la que nunca había oído nombrar. Su trabajo no es horrible ni mucho menos, pero no descolla ni por casualidad, y en la comparación con Maguire pierde como si fuera yo a jugar al ping-pong contra el campeón de Japón o de Corea. Esto mismo, con un único dibujante para los cinco episodios, en lo posible de bueno para arriba, mejoraría muchísimo. Incluso si Giffen hubiera provisto a los distintos dibujantes de bocetos o breakdowns como para marcarles el tempo narrativo, también mejoraría ostensiblemente. Pero Giffen solo figura como co-guionista y no mete mano en una faz gráfica muy irregular, no siempre a la altura de los magníficos guiones de la dupla.
Si amás a la Justice League en joda de Giffen y DeMatteis, entrale sin dudarlo a Planetary Brigade, que la vas a pasar bomba.
Y después de un comic con tanto exceso de texto, necesitaba uno casi mudo, y así caí en Mute, una obra de autores argentinos publicada en 2021. Esta historia es secuela de la que vimos hace seis años, el 02/02/17, y cuenta con el mismo equipo creativo: guion de Damián Connelly y dibujos de Gabriel Luque. Y el mismo problema que la primera parte: mucha espectacularidad, mucho despliegue visual, pero cero profundidad, cero indagación en el universo en el que transcurre la saga, o en los personajes que la protagonizan.
Acá está todo el pochoclo del universo junto: hay robots, zombies, nazis, vikingos, motoqueros, dinosaurios, unos bichos medio yetis y medio licántropos, alienígenas, monstruos onda Chtulhu... lo que quieras. Todo esto envuelto en una trama de acción que no tiene mucha lógica, más allá de impactar al lector. No hay un diálogo como la gente, no hay motivación para el accionar de los personajes, simplemente una misión que debe cumplir uno de ellos y lo lleva a confrontar con todos los demás.
El dibujo de Luque es bastante bueno, aunque muy poco narrativo. Por momentos, Mute es una colección de excusas para meter pin-ups. De hecho, cada capítulo de 13 páginas tiene su propia portada. Da la sensación de que a Luque le gusta dibujar eso: portadas y posters. Por suerte no derrapa, excepto en las escenas en las que tiene que dibujar a seres humanos normales que habitan un mundo similar al nuestro... Ahí el dibujo se hace tosco, los fondos escasean horriblemente y al resultado final no lo salva ni el talento que indudablemente tiene el dibujante para aplicar los grises. Lo mejor es el diseño de los dos personajes principales: si salieran muñecos creo que me los compraría, de lo grossos que son visualmente. El resto se pasa de pochoclero, de estridente y por momentos hasta se hace confuso. Hace unos años yo cerraba la reseña del primer libro de Mute con la esperanza de que una secuela echara luz sobre el mundo creado por Connelly y Luque, y le agregara coherencia a la trama. Lamentablemente, no sucedió y hoy no puedo recomendar ni el primer Mute ni el segundo.
No mucho más, por hoy. Ni bien tenga leídos unos libritos más, vuelvo a la carga. Gracias totales.
Etiquetas:
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