el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 17 de enero de 2023

MARTES A TODO CALOR

Estos días con pocas obligaciones, en los que hay mucha gente de vacaciones y poca rompiendo las pelotas a los que nos quedamos acá en Buenos Aires, aprovecho para bajar un poco los pilones de lecturas pendientes. Es hora de volver a Fables, que la tengo abandonada desde el 18/08/19. Ya no falta nada: este tomo (Vol.21) es el anteúltimo y la ambiciosa serie de Bill Willingham y Mark Buckingham termina en el 22, que está ahi en el pilón, agazapado. Este es, lógicamente, otro clásico tomo de pretemporada, con nueve episodios en los que todo lo que pasa tiene que ver con preparar el terreno para los sucesos con los que Willingham va a cerrar la serie. El conflicto entre Snow White y Rose Red, el plot que involucra a Bigby y el que gira en torno al Príncipe Brandish son las puntas argumentales que impulsan esta extensa saga. Saga en la que además, como ya no los necesita, Willingham hace boleta a varios personajes, algunos de los cuales venían desde el inicio de la serie, con bastante protagonismo. El tono predominante es el de la rosca palaciega, con muchas escenas basadas en el diálogo entre los personajes, incluso con espacio para revelaciones importantes que tienen que ver con el pasado de algunos de los protagonistas que aún están en pie. Pero también hay espacio para la machaca fuera de control, a todo o nada, e incluso en el tercer episodio de los que reúne el TPB pasa algo que nunca pensé que iba a ver: la gente común de New York descubre a Fabletown. El hechizo que hacía que los "mundis" no pudieran ver la morada de las fábulas no existe más y ahora cualquiera que se acerque al Upper West Side tiene frente a sus ojos el edificio donde viven casi todos los protagonistas de la serie. O sea que en un marco de franela, especulación y conjeturas acerca de lo que hará o no cada uno de los involucrados en el gran final, hay muchas sorpresas, muchas emociones y muchas escenas impresionantes. Obviamente si nunca leíste Fables, este no es el punto donde te recomiendo sumarte. Hay que ir bastante más atrás para entender todo, y sobre todo para familiarizarse con el amplísimo elenco de la serie. El dibujo de Mark Buckingham se mantiene en el grandioso nivel de siempre, y entre los dibujantes invitados (que aportan tres o cuatro paginitas en cada número), quienes más se lucen son Nimit Malavia, Shawn McManus y Eric Shanower. El mes que viene, sin falta, la reseña del último tomo de Fables.
Ahora me vengo a Argentina, donde en 2021 se publica Puerto Kraken, obra del guionista Cristian Blasco y el dibujante Jorge Copó. Perdón: GRAN obra del guionista Cristian Blasco. Acá el autor cordobés demuestra que también en el género de los superhéroes se mueve con mucha categoría. Puerto Kraken es una saga estructurada como si fuera una miniserie de cinco comic books, dividida en capítulos de 22 páginas (salvo el último, que es un poquito más largo) que inevitablemente terminan en cliffhangers jodidos como enema de chimichurri. A Blasco le alcanzan menos de 120 páginas para presentar un universo con héroes, villanos, conflictos grossos, explicaciones verosímiles para la existencia de estos tipos y minas con superpoderes, desarrollo de tres personajes muy fuertes, con muchísima carnadura humana, y por si fuera poco, te cierra el libro con todas las puntas argumentales cerradas de manera satisfactoria, sin frutear ni escaparse por ninguna tangente. En el contexto del mainstream yanki, probablemente Puerto Kraken desentonaría un toque porque es un poco salvaje, hay un nivel de violencia que pocas editoriales habilitan para sus combates entre héroes y villanos. Y además hay dilemas éticos muy espesos, gracias a los cuales llega un punto en que la línea entre buenos y malos se hace finita, casi imperceptible. Claramente el guionista está pensando en un público adulto, que se banca y celebra el grim ´n´gritty, la ambigüedad moral y la violencia extrema. Y le sale muy bien: Puerto Kraken es una muy buena historia para los amantes de un comic de superhéroes más jugado y menos condescendiente. El dibujo de Copó no me copó (perdón, no pude evitarlo). Tiene páginas muy lindas, pero en general sus cuerpos en acción se ven un poco estáticos, les falta plasticidad en los movimientos. Las expresiones faciales fluctúan entre grandes aciertos y pifias notorias, y los fondos aparecen muy de vez en cuando. Hay algunas composiciones gestadas para destacar dibujos de gran detalle y gran despliegue en edificios y puentes, pero la verdad son muy pocas las veces que Copó impacta a la hora de dibujar fondos. El armado de las secuencias en general es correcto, la aplicación de los grises (tributaria de Juan Ferreyra y Salvador Sanz) también es correcta, pero la gran falla está en los cuerpos en acción, y eso es algo que en un comic de superhéroes se nota demasiado. Por ahí en el lápiz se veía otra dinámica, otra fluidez, y en la tinta se perdió... La verdad que no lo sé. Pero, sin ser un desastre ni mucho menos, me parece que Copó no era el dibujante ideal para esta historia. Me la imagino dibujada por otros profesionales con más cancha en el manejo de la anatomía y de ciertos yeites del dibujo superheroico y lo que veo en mi mente me gusta bastante más que lo que veo en el papel. Repito: sin ser un desastre. De hecho hay muchos dibujos que, sacados del contexto de la historieta, se verían buenísimos como pin-ups, posters o figuritas. Si como yo venís siguiendo la constante evolución de Cristian Blasco, no dejes de visitar Puerto Kraken. Y nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog.

1 comentario:

Andrés Accorsi dijo...

Hace 13 años que hago el blog y nunca puse puntajes. No voy a empezar ahora...