el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 25 de octubre de 2024

VIERNES CON LLUVIA

Se viene un finde que promete estar muy bueno, pero antes un par de reseñas. Terminé uno de los libros largos que estaba leyendo: el integral de Las Reinas de Sangre: Catalina De Médici, que reúne tres álbumes de 56 páginas realizados por el mismo equipo al que vimos contar la historia de la reina Alienor. Finalmente aquella saga se publicó en España (traducida como "Leonor") y ni bien los autores terminar de recorrer la vida de otra reina polémica, la editorial española Yermo lanzó esta segunda saga en un integral lujoso, pesado y carísimo, con los tres álbumes franceses adentro. Pero claro, otra vez tenemos a Carlos Gómez al frente de los dibujos, y eso garantiza que nos vamos a encontrar con una cantidad de maravillas visuales que justifican cualquier esfuerzo que haya que hacer para obtener el libro. Tuve la suerte de ver algunas de estas páginas en blanco y negro y estoy en condiciones de afirmar que, sin los colores de José Luis Río y Salvo, esto también es glorioso. Los coloristas saben lo que hacen y están muy lejos de estropear o tirar para abajo los fastuosos dibujos de Gómez. Pero si sacás los colores, la historieta también te deslumbra. Esta vez es muy importante el dibujo, porque el guion no es tan atrapante como el de la saga de Alienor. A la hora de contarnos la vida de Catalina, los guionistas Arnaud Delalande y Simona Mogavino se exceden en la cantidad de información histórica que meten en la historieta, y la misma adquiere un tono demasiado didáctico, se parece demasiado a un manual de Historia, repleto de data acerca de alianzas y runflas entre reinos, principados, ducados, papas, ministros, consejos de ministros, líderes de la incipiente religión protestante, etc.. Un bolonki de nombres y banderas que Catalina respira desde los ocho años y entiende a la perfección, pero que para el lector al que no le interesa demasiado la Historia europea del Siglo XVI puede resultar bastante agobiante. Muchísimas cosas (algunas muy relevantes) pasan sin que Catalina tenga ninguna intervención en las mismas, con lo cual hay muchas páginas en las que la protagonista deja esa centralidad para ser simplemente una narradora. No es que los autores no hayan investigado a fondo la vida de la reina, sino que las cosas que efectivamente le pasan a ella no son tan atractivas en términos de una historieta que siente la necesidad de impactar al lector con sucesos "aventurables" (por usar un término del maestro Juan Sasturain). El resultado es una saga lenta, donde se habla mucho y se brinda en los diálogos muchísima información acerca de cosas que, si en vez de mencionarse se mostraran, desplazarían por completo a Catalina del foco de la trama. Creo que lo que más me gustó fue el primer álbum, donde Gómez dibuja otra vez... el saqueo de Roma. Allá por mediados de 2013 vimos en el blog los tres tomos de Dago en los que el justiciero creado por Robin Wood y Alberto Salinas se veía envuelto en esos sangrientos sucesos, y deliramos con la forma en la que Gómez le daba vida a ese auténtico tsunami de crueldad y desmesura. Ahora nos lo vuelve a mostrar desde otra óptica, varios años después, con otra experiencia, con otros guionistas, con otra puesta en página y con nuevos recursos para impactar al que ya lo vio dibujar este episodio y cree que sabe con qué se va a encontrar. Después, es todo intriga palaciega. Prácticamente un siglo de Historia europea donde Catalina es una jugadora importante, pero no imprescindible, porque (a diferencia de Alienor, o de la historia de los Borgia que nos contaran Alejandro Jodorowsky y Milo Manara) mucho de lo que sucede, sucedería igual aunque ella no estuviera ahí. También a diferencia de Alienor, Delalande y Mogavino no ponen a la protagonista en el rol de villana, sino de una mina muy inteligente, habilidosa para la estrategia política, la runfla y la difícil tarea de gobernar a Francia a través de tiempos difíciles. Hay luces y sombras, buenas y malas, y queda abierta la posibilidad de que el lector banque o no las decisiones que toma Catalina. Más allá de la magia inverosímil que tira Carlos Gómez, me parece que es un comic que van a disfrutar solo aquellos que sean muy fans de la temática, o del personaje, o de la época que recorre la obra. Y el resto por ahí se aburre...
Hace justo seis años, el 25/10/18, me tocó leer Beatnik Buenos Aires, de Diego Arandojo y Facundo Percio, y dije en la reseña: " uno quiere ver mucho más de lo que nos muestra el libro. Muchas de las 13 historias son anécdotas chiquitas, muy bien investigadas, pero que se quedan en eso, en la anécdota". Y me pasó lo mismo hoy con El Río Oculto: me doy cuenta de que Arandojo conoce bien el tema (esoterismo, ocultismo y misticismo en la ciudad de Buenos Aires y cercanías), que lo investigó, que se entusiasmó... pero no comparto la decisión de -una vez más- armar las historietas a partir de anécdotas inconexas, en lugar de crear desde cero una trama de ficción que pueda nutrirse de las mismas. Obviamente, cuando un autor hace dos veces lo mismo, no estamos ante un error, sino ante una búsqueda. Y podemos afirmar que a Arandojo le interesa esto: contar en forma de comics anécdotas, con distinto grado de verosimilitud, pero cuya circulación es real y consta en documentación a la que accede el guionista. ¿Está mal? Y, depende. Yo lo que encuentro en El Río Oculto es que a varias de las anécdotas les falta lo más importante para que tenga sentido contarlas, que es un buen conflicto. Sin un buen conflicto, son simplemente acumulación de datos, como le pasaba a veces a las historias que venían en los Big Books de Paradox (obviamente si alguna vez se hace el Big Book del Ocultismo Argento, lo tienen que llamar a Arandojo para que aporte estos relatos). Pero no se ve por parte del guonista una intención dramática, un tratamiento de la anécdota que la "maquille" para darle introducción, nudo y desenlace consistentes a algo así como un conflicto atractivo. Y esas páginas entre anécdota y anécdota en las que vemos al narrador bañarse, caminar o fumar, me descolocaron un poco, por lo poco que aportan. Si tienen una función narrativa, no la entendí. Pareciera que solo están ahí para rellenar y engordar al libro. El dibujo de Jorge Fantoni está bien. Le falta lo que a mí más me gusta de Fantoni, que es el filo más underground, más salvaje. Este es un Fantoni más tranquilo, más domesticado, que entiende de composición, de puesta en página, de equilibrio entre blancos, negros y grises y que se esfuerza para que, cuando Arandojo introduce a personajes que existieron en la vida real, los rostros conserven una resemblanza aceptable. Esperaba más del dibujo, pero si pensamos que el 85% de las escenas son gente hablando, la verdad que no se le puede pedir al dibujante que haga magia. Me intrigaba El Río Oculto, porque venía con la chapa de haber sido publicado en EEUU por Fantagraphics, y la "antichapa" de haber rebotado en varias editoriales del medio local. Finalmente le doy la derecha a los editores que dijeron "no, gracias" cuando vieron el trabajo. La investigación de Arandojo (me queda clarísimo al leer el prólogo) es una bomba atómica, para presentarla en forma de libro periodístico, no para adaptarla a historietas cortas, hilvanarlas así nomás con un personaje que no tiene ningún tipo de desarrollo y armar una especie de novela gráfica. Ojalá algún día ese libro se materialice, porque el tema es sumamente interesante y la data que juntó el autor es tremenda. Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto con nuevas reseñas acá en el blog, y el miércoles 30 con una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta en el canal de YouTube de Comiqueando.

No hay comentarios: