el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 26 de abril de 2011

26/ 04: DR. INUGAMI


Vuelvo a internarme en las profundidades de Suehiro Maruo, el genio maldito del manga. Esta vez, para descubrir una serie de siete episodios, que aparecieron de modo muy esporádico entre 1991 y 1994 en la revista Young Champion. ¿Qué hace Maruo en una revista de shonen, te preguntarás? Lo que puede.
Al igual que su otra serie para la Young Champion (Gichi Gichi Kid, de 1996), Dr. Inugami se centra en un personaje cuyo principal atractivo es su dominio de las artes místicas. Si Gichi Gichi Kid se podía definir como una versión del Dr. Strange, pero en sexto grado, el Dr. Inugami es un Dr. Strange más dark, más para el lado de John Constantine. El protagonista es el misterioso Inukai, una especie de brujo justiciero, capaz de invocar a un poderosísimo dios ceremonial, ya sea para revertir conjuros malignos o para combatir a malignos demonios que poseen a algún pobre pibe (o mina) que no se lo merece.
Entre criaturas místicas y ritos ancestrales, se acumulan historias densas, muy bien planteadas, en las que gradualmente crece el rol de Inukai, que al principio es casi un mecanismo. Con el correr de los episodios encontramos (por primera vez en la obra del ídolo) personajes secundarios recurrentes, a los que de a poco empieza a dotar de una complejidad mayor, para que dejen de ser “el bueno”, “el malo”, “la víctima”, y así. Obviamente estaba todo dado para que Dr. Inugami se convirtiera en una serie extensa, pero andá a saber por qué corno sólo existen siete episodios.
Y lo más importante: ¿dónde están las atrocidades? Si quiero brujos con sobretodo, demonios y poseídos, me compro un TP de Hellblazer. Si compré un libro de Maruo es porque quiero desmembramientos, violaciones y todas las atrocidades a las que nos malacostumbró esta bestia. La verdad es que, sin ser Gichi Gichi Kid (que era apta para todo público), Dr. Inugami está entre las obras menos zarpadas de Maruo. Hay un par de garches (uno de ellos manchado de sangre), una orgía que dura varias páginas y sí, mucha gente destripada, decapitada, enterrada viva, crucificada o morfada por las ratas, bebés acuchillados y fetos ensangrentados. Los rituales satánicos le dan a Maruo la excusa perfecta para enchastrar todo de gore y sangre, pero el tipo se controla un poco más. Al no meter las atrocidades por mero capricho sino en función del guión, parecieran pegar menos. “La gracia” de la historieta no es que le cortan la cabeza a un tipo, o que a una mina le salen bichos de la argolla, sino que esas cosas suceden en virtud de un guión que –como ya dije- pasa por los combates entre seres sobrenaturales, los hechizos y los conjuros. Por ahí ver a la mina a la que le salen bichos de la argolla impacta más cuando la historieta se trata de eso.
Como los guiones están muy pensados y tienen mucho protagonismo, el ídolo también se controla un poquito en el dibujo, no dibuja TODO con los tapones de punta. Cuando Inukai hace aparecer al dios ceremonial, ahí sí, se va todo a la mierda. Pero en el resto de las escenas, Maruo baja un par de cambios y sin tirarse a chanta ni mucho menos, se cuida de que el dibujo no te abstraiga de lo que te está contando el guión. Incluso la narrativa es más explícita, menos arriesgada que en las obras más pesadillescas del autor. A veces se nota que le cuesta narrar “más claro” y se pega algunos palos, pero con el correr de los episodios, cuando el lector ya está más familiarizado con los personajes y la onda de la serie, tanto a nosotros como al propio Maruo nos resulta más fácil sintonizar esta otra onda, de relato más clásico, con menos saltos al vacío.
Dr. Inugami es lo más parecido a un comic de Vertigo que puede llegar a salir de la pluma de este genio maligno conocido como Suehiro Maruo. Sólo por eso, merecería ser comprado. Y encima tiene un montón de virtudes más.

2 comentarios:

Julio dijo...

Dos preguntas: Quien lo edito en ingles o castellano? Se consigue?

Andres Accorsi dijo...

Sí, Julio, la edición española a cargo de Glénat se consigue con bastante facilidad.