el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 26 de junio de 2011

26/ 06: LAS COMIQUERIAS, Parte 2


La vez pasada llegamos a 1996, momento de quiebre en la historia de los comercios especializados de los EEUU. Es ahí cuando, pinchada la burbuja de la especulación y terminada la Guerra de las Distribuidoras con el categórico triunfo de Diamond, la industria toma conciencia de las terribles consecuencias de la fiesta de 1991-93 y empieza a elaborar algo así como un Plan B, o por lo menos a poner algunos parches para no perder más lectores, para aguantar con los adictos que quedaban mientras se diseñaba un nuevo circuito de comercialización.
El paralelismo con lo que pasaba en Argentina es casi imposible de trazar: mientras el circuito peleaba la Promoción en EEUU, acá la movida, que había arrancado con pilas en el ´94, en el ´96 ponía segunda y en el ´97 estallaba casi con fuerza de boom. En muy poquitos años (1994-1999), Argentina alcanza la nada despreciable cifra de 175 negocios de comics, pero claro, para 2000, cuando en EEUU pasa el temblor, acá ya impactaba la crisis y la cifra empezaba a achicarse, hasta clavar alrededor de los 45 locales, en los oscuros días de 2002. Después vendrá un rebote (con una reconversión bastante notoria de qué se vende y a quién se le vende en las comiquerías) y hoy estamos de nuevo cerca de los 90 ó 100 comercios abocados al comic, o algo así.
Pero la consigna de esta segunda parte era ver cómo subsistió el mercado de comiquerías en EEUU desde 1995-96 hasta hoy. Y la respuesta es: a duras penas. Algunas aguzaron del ingenio: Quimby's Comics, de Chicago, se hizo muy conocida por su apoyo a los fanzines y sus clientes suelen juntarse para comprarlos y venderlos. También invitan a autores para que lean y firmen sus comics. Otras se volcaron abiertamente al manga y el animé que –al igual que en nuestro país- creció muchísimo en EEUU desde fines de los´90. En 2002 se inventó el Free Comic Book Day, para que –regalitos de por medio- la gente que no consumía se acercara aunque sea una vez por año a las comiquerías. Pero la mayoría se aferró a los adictos, los que venían hacía años a comprar la dosis, ahora con menos editoriales, menos títulos en las bateas, sin los hologramas, los brillitos y demás chiches pelotudos que encarecían inncesariamente los productos y con una leve (pero notable) mejora en la calidad. Así, el circuito de comiquerías evitaba –con lo justo- irse al descenso. Ayudaron, además, una etapa bastante próspera en la economía de los EEUU y la irrupción de la internet, que rápidamente le brindó a los adictos que quedaban una forma ágil y eficaz de hacer escuchar sus demandas. El agujero más grosso se había tapado, y con el agua al cuello, pero sin perder más lectores, la industria intentaba salir a flote.
El tema es que esa reconstrucción del circuito de comercialización que se termina de definir en el 2000 desplaza el foco -con mucho criterio- de la comiquería a la librería. Alguien se dio cuenta de que, mientras la industria del comic yanki se iba a pique, en Francia la bande dessinée facturaba como nunca gracias a un dato fundamental: desde mediados de los ’80, la inmensa mayoría de las historietas se publicaban en álbumes (no muy distintos a las novelas gráficas y los prestiges americanos) que se vendían en las librerías, junto a toda clase de novelas, cuentos, libros de autoayuda, de historia, etc. Un enorme público de todas las edades y alto nivel económico y cultural consumía estos libros, generalmente con historias completas, una calidad artística sumamente cuidada y un precio que rondaba los u$ 15. Había también series de varios episodios, que aparecían a razón de uno por año, aproximadamente. O incluso sin salir de EEUU... en las librerías yankis se vendían cientos de miles de tomos recopilatorios de Calvin & Hobbes, The Far Side, Garfield, Doonesbury y las otras tiras realmente populares de los diarios.
La nueva política de las editoriales yankis de comics era clara: Conquistar las librerías a como diera lugar. Esa era la meta: Un circuito sin adictos, sin especuladores, acostumbrado a material más diverso, más jugado, más cuidado... y que ni siquiera requería generar contenidos “exclusivos” (como sí requería la comiquería), ya que alcanzaba con reeditar en libros las historietas ya publicadas en comic-books (un dato importantísimo, porque permite amortizar mejor el alto precio por página que se les paga a los autores). Pero esta vez la idea era SUMAR un segundo circuito. Veinte años atrás se habían mandado el hiper-moco de sacrificar al circuito de kioscos para priorizar la comiquería, pero esta vez las comiquerías estaban a salvo. El adicto seguiría teniendo a su disposición la dosis mensual, más o menos barata y bastante descartable, y la comiquería seguiría siendo la encargada de proveérsela. Con las lógicas dificultades, producto de la escasa visibilidad para la gente que no militaba en el ghetto, y del monopolio cada vez más firme en las hegemónicas manos de Diamond, pero con las lecciones aprendidas en la funesta década del ´90.
Hay más elementos para analizar, pero será en un próximo post…

17 comentarios:

Liponidas dijo...

Mierda, eliminé el post anterior. Muy buen articulo Andres, te sigo dia a dia (bueno, hasta tu casa no te sigo...). Se esta ampliando la oferta de comics en las librerias Argentinas? hay previsión de ver alguna colección en tomos recopilatorios de clásicos indispensables argentos, como Nippur, Savarese, Dago y otros?. Una editorial italiana (001 ediciones) está publicando material de los maestros argentinos en castellano, pero a precio de euro...
Por otro lado, no te parece que después de la mentira del dolar 1 a 1 se abrieron nuevas posibilidades para la edición de comic nacional o latinoamericano?
Gracias che por una visión diferente del mundo de la maravilla!

elgorrión dijo...

Guarda con algunos términos que usas en este artículo, te agarra una patota de gallinas y te queman el blog... jajajajaja.

Cristian dijo...

Quisiera saber qué pasó con el formato Columba o Record: cien páginas, papel economico... a pesar de sus defectos, eran el pan de cada mes de muchos: en mi pueblo, de última, te llevabas una Intervalo si ya no quedaban de las otras...

Andres Accorsi dijo...

La reedición en libros de clásicos como Nippur, Savarese y Dago ya se está haciendo imprescindible. Veremos si algún editor se aviva y acuerda con Robin Wood Producciones para recuperar todo ese material. Por las dudas, esperemos sentados...

José A. García dijo...

100 comiquerías en todo el país o solo en Buenos Aires (ciudad y provincia)?

Juan Seura dijo...

Se que no tiene una chota que ver con el artículo, pero qué lindo sería tener una comiquería como la de la imagen cerca de mi casa, haría falta un equipo swat para evitar que me quede internado de por vida. Lo más accesible en mi caso es ir a la librería a comprar mangas hiteros (que son lo unico que tienen en stock), hacer un viaje de dos horas en micro ida y vuelta (para pasar otra hora esquivando gashapones y peliculas piratas con tal de encontrar algún comic decente) o rogar favores imposibles de ser devueltos en los que me queda de vida a los amigos que viajan para que se hagan un tiempito para pasar con un listadito a alguna comiquería y así satisfacer mi adicción a las viñetas (lo que ocurre cada vez más seguido)

Andres Accorsi dijo...

En todo el país, José. Cuando digo "Argentina" me refiero a todo el país.

Cristian dijo...

Ojalá se aviven, hasta capaz salen de pobres (piensen, muchachos!)... en fin: hay otras cosas: Columba se encanutó muchos originales. Y otra más: muchos dibujantes ya no están. El tema es este: ¿Y EL FORMATO? Vos me entendés: 100 págs, con lomo, tapa colorida.. tipo Tit Bits, D'artagnan... la gente te la sacaría de las manos!

Cristian dijo...

Digo: hoy compran cada mascada, se edita cada adefesio... yo sé que peco de nostálgico (un nostálgico joven) pero vos sabés lo que es la adicción al formato, ya lo dijiste en el post anterior... acá, serían 100 páginas, papel económico, historias cerradas, de no más de 12 páginas, sin colores rimbombantes ni experimentación a lo Fierro (ojo, Fierro es buena, pero tanta ensalada de estilos... y guiones medios.. en fin..) acuerdense de esto que digo...

Cristian dijo...

PD: tuve el honor de conocerlo a Pitín Repetto, que calculo aún debe dibujar Tex: se llevó una gran sorpresa al ver lo que hacían los de Columba con viejos originales: les cambiaban el guión, retocaban el color, y salían a la calle... y peor: ¡se vendían! Fijate las revistas del 96, 97.. cómo refritaban unitarios.. Tiffany Quinn es Conexión Vierna reformado... y esa mascada se vendía... esto pasa en este país nomás, donde sembrás una semilla y crecen miles de granos, que por pereza, no se cosechan...

Cristian dijo...

PD 2: Gloria a Simpsonito y toda su descendencia: ¡cómo os comprendo! es el karma de ser provinciano... ahí te servimos en bandeja como tres temas para postear Andrés: el formato de Record y Columba, la gente de los pueblos que tiene que viajar y patear los parques y avenidas de saldo de la gran 'ubre' para conseguir su ración, y la cuadratura del círculo de toda esta absurda historieta en la que estamos metidos y que yaman federalismo, canejo! jaja

Andres Accorsi dijo...

Yo los clásicos de Columba los reeditaría en el formato Essential.
Tomos de 500 páginas en blanco y negro, papel choto y una avalancha de episodios de 12 páginas, uno atrás del otro, tipo los primeros 40 episodios de Savarese, o así.
Los inconvenientes para hacer eso son muchos, empezando porque habría que re-rotular todas las historietas para reemplazar esa tipografía mecánica horrenda y anticuada de Columba. Eso, en un libro de 500 páginas, es un laburo colosal y carísimo.

Cristian dijo...

Temo que mayor laburo sea recuperar los originales sin esas tramas de color espantosas que les ponían. Yo la letra me la banco con tal de que le saquen el color, cosa que no sé si es posible. Ahora, no te das una idea cómo en los kioscos de acá esos comic se vendían.. hasta había una tiendita de canje... pero insisto: el formato, después de hacer semejantes chanchadas con los refritos, date cuenta que es el formato el que se vendía.. y se vendía: hablo de kioscos atendidos por ancianas o gordos incompetentes. Los clientes iban a buscarla como el caballo de tiro vuelve solo a las casas con el borracho durmiendo la mona en el pescante, aún cuando en un solo ejemplar de El tony halláramos una sola aventura rescatable, tipo Wolf... u_u

José A. García dijo...

Gracias Andrés, preguntaba porque mucha gente sigue refiriéndose sólo a Buenos aires cuando habla de Argentina.

Y del ''interior'' conozco solo algunas.

Saludos

J.

Martin Gimenez dijo...

Hasta aca todo muy bien, pero que paso con la aventura? (pregunto como si tuviera una implicancia directa con el post) Aparte de S.Sanz, Mikilo, y otros pocos, creo que es un genero dejado de lado y lo dice un tipo que le gusta vertigo mas que otras cosas, pero hay un limite, se extrañan algunas cosas de la vieja scorpio...quizas al lector argentino no le interese?¿

Lucho dijo...

Nota muy interesante, Andrés. Igual me parece que conseguir un orate que publique lo de Columba en absolute es un poco mucho.

Trade paperbacks de 20 episodios estaria joya. Todo Nippur en varios libros. Compro!

Andres Accorsi dijo...

No me entendiste, Lucho. Yo quiero eso en formato Essential (o Showcase), no Absolute.
Y Nippur tiene más de 400 episodios. Si los publicás de a 20, necesitás más de 20 tomos para llegar al final. La empezás a coleccionar vos y la terminan tus nietos...