el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 24 de diciembre de 2012

24/ 12: TARZAN Vol.18

Cumplí mi promesa de terminar antes de fin de año con la colección de Tarzan de Planeta-DeAgostini que tanto me costó digerir. Este último tomo es el mejor de todos, no porque hayan mejorado los guiones (que fueron siempre el principal lastre de esta serie), sino porque hay menos guiones, entonces se sufre menos.
Me explico: ¿te acordás de aquellos primeros tomos en los que el maestro Burne Hogarth dibujaba página tras página con 16 viñetas chiquititas? Bueno, eso ya recontra fue. El prócer rediseñó las planchas para dibujar menos cuadros por entrega y en este tomo la mayoría de las páginas tienen entre 3 y 6 viñetas. Y como la cantidad de texto es la misma, en la misma cantidad de páginas suceden muchas menos cosas. En estas últimas 49 semanas, Hogarth nos cuenta lo mismo que años atrás nos contaba en 20.
¿Por qué, de repente, menos es más? En principio, porque al haber menos aventuras por tomo estas se hacen menos reiterativas. Acá ya no hay lugar para que Tarzan, en sólo 50 planchas, encuentre a tres civilizaciones perdidas, rescate a cuatro minitas que se enamoran de él, se escape de cinco trampas o se enfrente a 15 ó 20 animales salvajes. En este tomo tenemos, en apenas dos páginas, la resolución de la saguita de los Ononoes, que venía del tomo anterior, y dos aventuras más: una larga y una de sólo 9 páginas. La más larga, sin ser una joya, no está mal. Acá los malos son dos blancos que engañan y manipulan a los negros para llevarse un fabuloso tesoro que yace en las profundidades de un río. Un nativo tan avechuchesco como ellos entrará en la runfla y los ayudará a llevar adelante un plan muy turro, al que no le falta intriga palaciega, aunque la tribu tenga chozas en vez de palacios. Por supuesto, Tarzan resolverá todo muy fácil y casi sin despeinarse, pero por lo menos no es un guión taaan trillado.
El de la aventura cortita es decidamente nefasto: un cazador blanco se le aparece a Tarzan y le dice “Un zoo de Inglaterra me paga fortunas si les llevo un rinoceronte y un gorila vivos. ¿Me ayudás a capturarlos?”. Tarzan, en vez de mandarlo a la mierda, negocia: “Bueno, pero sólo el rinoceronte. Con los gorilas no se jode, porque (como diría Zambayonny) yo los considero mis hermanos”. En el medio de la cacería del rinoceronte, oh casualidad, aparece un gorila que, cuando ve al bicho de los cuernos, se pone loco y lo quiere matar. Tarzan le ordena que se calme, pero el simio desobedece a su rey lo confronta. A Tarzan le da por el quinto forro del taparrabos que el gorila se le subleve y se decide a matarlo. Ahí aparece el cazador y le dice “No lo mates, ayudame a capturarlo y yo me lo llevo”. El Rey de la Selva le hace caso (!) y así es como este pichi se vuelve a Inglaterra con un resonante triunfo de visitante, servido en bandeja por un Tarzan que, en vez de bancar a los bichos que siempre lo ayudaron, los entregó miserablemente, a cambio de nada, y traicionando su propia palabra. Un horror.
En cuanto al dibujo, esto ya es completamente indescriptible. Cuantos menos cuadros tiene la página, más se luce el dibujo de Hogarth, que acá está en un nivel divino, en el sentido que parece que dibuja con la mano de Dios. En las páginas de 6 viñetas, el maestro cumple con creces y, cuando puede dibujar tres o cuatro, estalla en unas composiciones pefectas, dinámicas, icónicas, de altísimo impacto y enorme belleza plástica. Acá Hogarth se toma en serio lo de “el Miguel Angel de la historieta” y se manda capillas sixtinas página por medio, viñetas tan elaboradas, tan bien resueltas, que podrían enmarcarse y colgarse en cualquier museo. Incluso en la tira del título, donde muchas veces iba un dibujito de relleno, el maestro mete dibujazos que jerarquizan a ese espacio tanto como a cualquier otra viñeta de la plancha.
Pero bueno, era 1950 y Hogarth, un poco cansado, decidió colgar las lianas y dedicarse a la docencia y a la realización de sus famosos libros de anatomía para dibujantes. 22 años más tarde volvería a oir el llamado de la selva y regresaría con Tarzan of the Apes, una verdadera (y gloriosa) novela gráfica, en la época en la que ese término todavía no se había acuñado. Para la plancha dominical del Rey de la Selva era el fin de una era, aunque seguiría vigente hasta el año 2000 (creo), en manos de otros autores como Russ Manning, Gil Kane y Mike Grell, entre otros. Y ya está. No más Tarzan en el blog, por lo menos durante 2013. Gracias por el aguante, fiera.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

eeeeh, pero esa novela grafica que justo esta buena no la vas a reseñar?

Andres Accorsi dijo...

No. La leí allá por el 2005 y me la acuerdo bastante, no está ni cerca de necesitar una relectura.

jcarlosv dijo...

Aprovecho para enviar un saludo a todos los lectores de buena voluntad: Feliz Navidad y un año 2013 sin "malas ondas". !Que la pase bien!

Andres Accorsi dijo...

Este blog no festeja la Navidad, pero igual muchas gracias.