el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 28 de noviembre de 2013

28/ 11: SAM PEZZO: SHIT CITY

Vuelvo a visitar al maestro Vittorio Giardino y a la vez vuelvo atrás en el tiempo, para descubrir una historieta de 1983, bastante anterior a Jonas Fink, que fue la que vimos hace poquito (el 5 de este mes).
Sam Pezzo es el típico detective de serie negra, un tipo duro, reservado, del cual no sabemos absolutamente nada. Una auténtica tábula rasa. Si hay algo atractivo en Pezzo serán las cosas que le sucedan por involucrarse en un caso bastante retorcido, porque él, pobrecito, tiene cero onda. La aventura, a su vez, se hace muy complicada al pedo. Todos traicionan a todos, todos tienen su agenda secreta y nadie tiene reparos en cagar a nadie. Lo cual estaría bien si todo se explicara de modo más... orgánico. A lo largo de estas 46 páginas, Giardino se esfuerza para que todo el tiempo pasen cosas, para que el ritmo no decaiga y a cada escena tranqui le suceda rápidamente una de acción. Y hay muchas escenas fuertes, generalmente muy logradas. El problema es que mete tantas que muchas terminan por no tener un verdadero peso en la trama. Lo cual ayuda, además a que la historia se termine por comprimir mucho sobre el final, cuando Giardino se da cuenta de que se acerca la página 46 y hay que cerrar todo lo que queda abierto. Así es como nos presenta revelaciones importantes, diálogos y acciones fundamentales para el sentido de la trama, incluso en la última página y –te juro que es posta- en la última viñeta. No hay lugar para un epílogo, para un final más distendido. La historia se estiró tanto con los tiros y las persecuciones que de verdad termina por resolverse en el último cuadrito del álbum.
Dentro de estos tropiezos en cuanto al timing de la novela, se puede rescatar la construcción de algunos personajes secundarios, el ritmo que hace que la historia nunca se empantane, y no mucho más. Shit City se pasa un poquito de retorcida, no deja ni una rendijita por donde filtrar un chiste o una secuencia más relajada y –lo más grave- le sobran elementos para la extensión que tiene. No te digo que leerla sea un garrón pesadillesco como morfarte 13 horas arriba de un micro sin aire acondicionado, en el que no te dan ni un alfajor piojoso y encima te pasan películas de Francella. Pero tampoco es una obra a la que le sobren los aciertos en materia de guión.
¿Por qué es interesante este álbum de Sam Pezzo? Porque es en blanco y negro y nos permite ver otra faceta del dibujo de Vittorio Giardino. Acá, el maestro combina su línea clara, elegante y sofisticada, con un laburo majestuoso de claroscuro, reminiscente en varios pasajes de lo que hacía el inmenso Guido Crepax. Imaginate a Edgar-Pierre Jacobs entintado por Crepax y enseguida te vas a hacer una idea bastante cabal de lo que pela Giardino en Shit City. En algunas composiciones (no en la resolución de las figuras ni de los fondos), Giardino me hizo acordar al Horacio Altuna de El Loco Chávez, tal vez porque Sam Pezzo se parece muchísimo al periodista hincha de Racing. Como en todas las obras de Giardino, la narrativa es clásica y cristalina, claramente inspirada en la de los maestros de la línea clara de Marcinelle. Pero lo más notable es, sin dudas, lo bien que el autor se adapta al blanco y negro, la cantidad de recursos que pone en práctica para suplir la falta de color y sacarle todo el jugo posible a la (aparentemente) simple lógica binaria de “lo que no es blanco, es negro”.
Si sos fan de los detectives de la serie negra, seguro conocés los climas y los ambientes en los que se mueve Sam Pezzo y leiste historias mejor resueltas que esta. Ahora, si te hiciste fan de Giardino con Little Ego, Max Fridman o Jonas Fink, probablemente no conozcas este increíble laburo en blanco y negro del maestro de Bolonia. En ese caso, y si lo ves barato, no dejes de visitar Shit City.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que lindos esos albumcitos de Norma: cortos, bien editados (ni feos ni super lujosos) y en aquellos tiempos a un precio irrisorio (no como las consecuencias de ese desajuste). Con respecto a lo que contas, de esas historias que no dejan epílogo la verdad es que termina jodiendo el laburo anterior, una pena. Esa misma sensación me causó Caín de Risso y Barreiro que aunque termina con un expreso ¨epílogo¨ se nota que lo finiquitaron antes de que se termine de cocinar, saludos...

Dolape

Edgar Gajo dijo...

TE QUIERO GORDO TROLO, AUNQUE SEAS HOMOSEXUAL TE BANCO, PEDAZO DE PUTO. CUIDATE! =)