el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 15 de junio de 2014

15/ 06: FOODBOY

Vamos con un poquito de comic británico, que hace bastante que no leía.
Foodboy es una extraña novela gráfica de Carol Swain, cuyas historias cortas vimos allá por el 27/06/10. ¿Por qué extraña? Porque a lo largo de 72 páginas, Foodboy no presenta nada parecido a un conflicto. No hay buenos, no hay malos, no hay un personaje que deba sortear obstáculos para llegar del punto A al punto B, no hay una trama romántica enrevesada, ni una situación de opresión socio-política, ni un inminente cataclismo natural, ni nada de lo que habitualmente anima las tramas de las historietas. Para esta obra, Swain ensaya una estructura narrativa novedosa, arriesgada, que se podría resumir más o menos así:
El protagonista es Gary, un muchacho ya grande (veintimuchos o treintaipocos) que va cada tanto a llevarle comida a su viejo amigo Ross. En el camino, Gary rememora anécdotas del pasado, distintos momentos que compartió con Ross y otros amigos en la juventud, cuando eran una pandilla de pibes alegres, kilomberos y un poquito zarpados. En las buenas y en las malas (y pareciera que fueron más las malas, porque las secuencias del pasado están ambientadas en los ´80, durante el infausto gobierno de Margaret Thatcher), Gary y Ross estuvieron juntos; y por eso es que ahora Gary se siente obligado a recorrer esta campiña de Gales, estos bosques rodeados de montañas, para llevarle comida a su viejo amigo.
¿Por qué Ross no puede conseguir él mismo su sustento? Eso que amaga con ser el principal misterio de la trama, Swain lo revela en la página 39 y a partir de ahí no hay más sorpresas. Hasta el final de Foodboy veremos a Gary acercarse varias veces más al lugar donde vive Ross, siempre con la bolsa con comida, y ya no habrá más revelaciones impactantes. Veremos a Gary intentando esconder o reparar ciertas “animaladas” cometidas por su amigo, y no mucho más. Nunca la adrenalina, nunca la aventura, nunca el peligro.
Esto le da a Swain mucho margen para explotar dos elementos que maneja muy bien: la creación y descripción (visual) de los climas y la introspección, la decisión de sumergirse a pleno en la psiquis de Gary, de mostrarnos –además de sus actos- sus recuerdos y sus sueños. El resultado es una historia que “avanza” a paso lento, que no pretende generar tensión sino más bien invitarnos a reflexionar acerca de la lealtad, de estos vínculos que se mantienen a pesar de todo, y por supuesto acerca de cómo y por qué pibes como Ross eligen vivir al margen de la sociedad, de un modo cuasi-salvaje.
Para acompañar el tono introspectivo, descriptivo y parsimonioso de la historia, Swain opta por una narrativa muy controlada, en la que se nota claramente cuando la autora busca descomprimir el relato e invitarnos a que nos colguemos con otras sensaciones. Foodboy tiene diálogos brillantes, pero Swain se mide mucho en este rubro y, cada vez que puede, elige narrar sin palabras. Fiel a su costumbre, sorprende con angulaciones extremas, muy originales y muy bien resueltas. Y también fiel a su costumbre, dibuja a los varones con caras muy parecidas, con lo cual terminamos por diferenciar a los distintos muchachos (de los distintos tiempos por los que transita el guión) por el corte de pelo. Las sombras, las tonalidades y las texturas están logradas con carbonilla, una técnica que Swain domina a la perfección y que le agrega sutileza y belleza a un dibujo muy sólido, en el que (como en los otros trabajos de Swain) se ven las influencias de Oscar Zárate y José Muñoz.
Foodboy es una lectura atípica, que te puede dejar un poco frío por esta decisión de Swain de no enfatizar el conflicto y de no bancar hasta el final el misterio acerca de Ross. Superado ese escollo, te vas a encontrar con una excelente narradora, que se sabe meter a fondo con sus personajes y con el entorno (geográfico y social) en el que estos se mueven. Sumale un dibujo ideal para evocar climas de nostalgia, de extrañeza, de abandono, y te queda una historieta rara pero de enorme belleza plástica, que –de algún modo difícil de explicar- me cautivó, me incluyó, me generó una gran empatía con Gary y me dejó –una vez más- ansioso por descubrir más obras de Carol Swain, referente fundamental del comic alternativo británico, constantemente elogiada y recomendada por el mismísimo Alan Moore.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Accorsi, Argentina tiene que poner juntos a Messi, Higuain, Aguero y Di MAría? Es ahora o nunca Accorsi, que hacemos? Me parece que como formador de opinion te tenés que manifestar al respecto
Saludos
S

Anónimo dijo...

LA PORTADA NO PUEDE SER MAS FEA. SALUDOS

Andres Accorsi dijo...

Prefiero formar opinión en los temas que realmente manejo. El futbol me gusta, pero no me siento capacitado para dictarle la formación a Sabella.
La verdad que ayer no me gustaron ni Agüero ni Di María, dos pibes cuya jerarquía no me animo a poner en duda. Ojalá empiecen a rendir pronto en sus verdaderos niveles...

Anónimo dijo...

Gordo, vos solamente formas opinión en como aumentar la grasa para convertirse en Jabba the Hutt, con lo mentirosas que son tus reseñas solo formas la opinión de los chupaculos.

Ah, y felicitaciones para otro logro de tu gobierno...

Anónimo dijo...

Verdad que la portada es fea, que Argentina jugó mal y que el anónimo anti K no puede ser más cipayo enojado porque no le da el teclado.

Walter dijo...

La portada está perfecta para mi. Transmite esa atmósfera de soledad o aislamiento que supongo está también en la historia. No sé, por ahí me equivoco, pero al menos así es como yo entendí la crítica...

Anónimo dijo...

Anti K? Pelotudito vos lees los diarios? Que les queda del relato? Chau Konchuda, se están quemando vivos...

dejate de hinchar dijo...

Estas re enojado y re cipayaso, y no leo ningún diario para ver realidad, por si acaso ese es tu criterio. Ah y el que se está quemando vivo sos vos, dejá de putear por el teclado que te va a hacer mal pejerto!!