el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 6 de noviembre de 2014

06/ 11: JAPAN, INC.

En 1988, que alguien publicara manga en EEUU era bastante atípico. Pero que publicara manga la Editorial de la Universidad de California era poco menos que un delirio. Sin embargo se publicó este tomo, que en Japón había aparecido a fines de 1986 con el título Manga Nihon Keizai Nyumon, con la particularidad de que la historieta no había sido serializada en las típicas antologías de manga, sino en el Nihon Kenzai Shimbun, el diario japonés especializado en finanzas y negocios. A años luz de los samurais, los robots justicieros y las adolescentes enamoradizas, el maestro Shotaro Ishinomori tuvo la idea de contar en forma de manga cómo funciona la economía de Japón, y tuvo tanto éxito que a estas seis historias reunidas en este libro le siguieron varias más, lamentablemente inéditas fuera de la islita.
Consciente de que va a llegar a un público distinto, Ishinomori opta por un grafismo muy básico, con personajes simples y muy expresivos, y por supuesto se mata en los fondos, que están invariable y magistralmente copiados de fotos. En esos dos registros transcurren los seis relatos, aunque cada tanto Ishinomori se juega con un super-deformed, o con algún otro tipo de gag visual, más para entendidos. Estamos en una época en la que los editores yankis todavía no se animaban a publicar manga en sentido japonés, ni tampoco estaban tan cancheros en el complejo proceso de “dar vuelta” las viñetas para que puedan ser leídas en sentido occidental, pero por suerte no hay mayores burradas en ese sentido. Lo único realmente nefasto es la tipografía elegida para los diálogos, donde se nota el criterio (en realidad, la falta de criterio) de alguien que tenía menos comic que Le Monde Diplomatique.
De todos modos, más allá de los recursos gráficos, llaman la atención los recursos narrativos, o mejor dicho dramáticos, que pone en juego Shotaro para ahondar en temas a priori bastante áridos, por su elevado nivel de abstracción. Japan, Inc. explica, por ejemplo, como funciona la balanza comercial entre Japón y EEUU, qué pasa cuando el yen sube y el dólar baja (o viceversa), cómo impactan en la economía japonesa la fluctuación en los precios del petróleo, el envejecimiento de la población, el desequilibrio entre industria y agricultura, la globalización de la timba financiera… Claramente no estamos hablando de romances entre chicos del secundario.
Ahí es donde el autor aguza el ingenio y logra que estos tópicos se corporicen en diálogos, debates y hasta confrontaciones a todo o nada entre personajes que asumen distintas posiciones frente a estos temas. Los protagonistas son todos ejecutivos de una empresa que no fabrica nada, sino que estudia y asesora al Estado y a otras empresas en temas relacionados con la economía y los negocios. Así tenemos a Tsugawa, el clásico garca, abanderado del capitalismo salvaje, que justifica cualquier atrocidad mientras dé ganancia, en un Boca-River contra Kudo, el ejecutivo copado que va a buscar siempre la solución que no perjudique demasiado al laburante y a la gente común. Después hay jefes, ministros, sindicalistas, mafiosos que lavan guita en los bancos del Vaticano, aparece Ronald Reagan, y cada uno representa un aspecto de estos “conflictos corporativos” que por momentos se acercan al “thriller financiero” (ese género tan popular en Francia) pero están bastante más orientados a lo macro que a lo micro.
El libro está lleno de notas al pie con data posta acerca de la economía japonesa, gráficos, cifras… que por supuesto hoy, más de 25 años después, deben estar bastante desactualizados. El propio Ishinomori hace bastante hincapié en lo mucho que cambió la economía japonesa entre los ´60 y mediados de los ´80, así que de 1986 hasta ahora, debe ser todo totalmente distinto. De hecho, los ejecutivos re-top no tienen computadoras ni celulares, así que imaginate. Pero hay muchas ideas interesantes, mucho para aprender de la furibunda “cultura corporativa” de Japón, de cómo funciona el capitalismo para adentro y para afuera de un país que abrazó esa teoría económica y jamás evaluó siquiera la posibilidad de que haya otras. Y muchos hallazgos en eso que a priori era lo más difícil: abordar temas complejos desde relatos dinámicos, amenos, con buena interacción entre los personajes y un ritmo que se parece poco al de una cátedra o un texto 100% teórico. Una rareza, no tanto en la carrera de Shotaro Ishinomori (que hizo mangas de toda clase y tenor), sino en el ámbito de la publicación de manga en Occidente. Si lo ves a buen precio, es una buena inversión, diría Kudo.

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