el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 13 de agosto de 2018

LUNES CON ONDA

Otro día con lindo clima, a pesar de que –por distintos motivos- no me moví de mi casa. Y sí, anoche estaba desvelado y me terminé dos libros que tenía empezados.
El Vol.3 de los tomos que recopilan el glorioso Suicide Squad de John Ostrander es una fuckin´ aplanadora. 280 páginas de mala leche, runfla política, acción y un desarrollo de personajes impensable en el comic de hoy en día. Creo que ya mencioné esto en la reseña de alguno de los tomos anteriores, pero creo que pocas series hacen mejor uso de esa posibilidad que daba el comic-book mensual de planificar a largo plazo. Digo “daba” porque hoy rara vez un mismo guionista se queda en una serie más de 18-20 episodios, y casi ninguno se calienta por crear y desarrollar personajes secundarios. Ostrander es tan generoso en ese rubro, que se podría haber lanzado un segundo títulos SIN el Suicide Squad, sólo con Amanda Waller y el personal civil de Belle Reve. Todo el tiempo aparecen nuevos tipos y minas sin poderes, subalternos o sub-subalternos de Amanda y Ostrander hace que todos tengan una voz propia, o algo copado para aportarle a la serie.
Y después están las misiones, jodidas como enema de chimichurri, en las que vemos a este rejunte de villanos, héroes y anti-héroes de la B Metropolitana ir y venir de acá para allá según los caprichos de Waller, y hasta parársele de manos a esta abanderada de la amoralidad para tratar de torcer el rumbo del Squad, que más de una vez está a milímetros de hacerse mierda contra el piso. Pero los miembros del Squad van y vienen y lo que mantiene a esta serie allá arriba es el tono, esa ambigüedad turbia, en la que vemos a los malos hacer lo correcto, a los buenos sentir que se están enchastrando por causas más o menos justas, a los políticos cagarse en todo con tal de acumular poder y a Waller explotar las inseguridades y vulnerabilidades de todos en su propio beneficio. De nuevo me encontré con decenas de diálogos que me acordaba minuciosamente, pero aún así el libro me hizo muy feliz.
En este tramo de la serie, reaparece Karl Kesel y la conjunción entre sus tintas y el dibujo de Luke McDonnell levanta muchísimo la faceta gráfica. La comparación con la labor del otro entintador (Bob Lewis) es inimitable… y la verdad que es como comparar al Maradona del ´86 con el de ahora, a Quino con Nik o a Bob Marley con Marley. Entre los invitados están también el correcto Grant Miehm, un primerizo (y muy flojito) Graham Nolan y apenas ocho paginitas de un Keith Giffen exquisito. Pero lo más power, lejos, es el reencuentro entre McDonnell y Kesel. Tengo para leer el Vol.4, aunque me parece que antes le voy a entrar a la miniserie de Deadshot, que va en paralelo con los primeros episodios de este TPB. Gloria eterna al Suicide Squad de Ostrander y sus secuaces.
En 2014, con el maestro Caloi ya fallecido, la editorial Planeta publicó varios tomos de humor gráfico bajo el rótulo de “Universo Caloi”. Uno de ellos apareció muy barato en una librería y no me pude resistir.
El Absurdo de Caloi ofrece 120 páginas de chistes de distintas épocas firmados por el creador de Clemente, algunos resueltos en una única viñeta y otros en forma de historieta, con una narrativa secuencial siempre impecable. A veces a color, a veces en blanco y negro, a veces con textos y otras veces sólo con imágenes, Caloi tira ideas a la marchanta y las remata de modo sorprendente, en este caso jugando siempre a lo absurdo, a lo ilógico, a lo imprevisto. No tiene mucho sentido ponerse a explicar los chistes, y menos cuando la gracia para por el absurdo, por el capricho, por lo inexplicable. Pero sí es menester señalar lo bien que se movía Caloi en este registro, mucho menos prosaico que el de las tiras de Clemente.
Los chistes abarcan temáticas muy distintas, desde náufragos y astronautas hasta reflexiones muy agudas y profundas acerca de los vínculos entre las personas, o entre las personas y lo divino, o entre las personas y la realidad. Y al estar seleccionados de distintas épocas de la vasta carrera de Caloi, los chistes componen también una especie de montaña rusa visual, con sacudones violentos, cambios de estilo muy marcados, técnicas que aparecen y desaparecen, el rotulado que va mutando… Muy interesante para los que nos copamos siguiendo la huella gráfica de este prócer del humor. Y si bien no vi muchas páginas que me produjeran el orgasmo visual que viví con Humoris Causa (quizás el mejor recopilatorio de chistes de Caloi) el nivel pictórico de este material es increíble. Parece mentira que un dibujante le pusiera tanta dedicación y tanta sapiencia a una página humorística en la revista dominical de un diario de mierda.
¿Algo para criticar? Nah, que varios chistes de una sóla viñeta que en su momento aparecieron compartiendo página con otros, acá ocupan una página ellos solos, con infinito espacio blanco alrededor. Pero está bien, no es grave, no sentí que me estuvieran mezquinando el material. Y lo más importante cuando uno aborda un libro de humor gráfico: me reí varias veces. Si ves a buen precio El Absurdo de Caloi, no cometas el sinsentido de dejarlo pasar.
Gracias a todos los que se acercaron a saludar el sábado en el evento de la Escuela Da Vinci, y prometo volver a postear pronto, acá en el blog.

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