sábado, 12 de junio de 2021
7 al 13 de JUNIO
Otra semana de pocas lecturas, porque por suerte estuve avanzando mucho con otro proyecto del cual en poco tiempo voy a poder contar mucho más.
Empiezo con un libro que quería leer desde hace años, cuando mi amigo Lucas Ferrero me cebó hablándome maravillas y mostrándome algunas páginas. Dance! Kremlin Palace compila una serie de historias cortas realizadas por Shintaro Kago en 2003, donde da rienda suelta a una descarnada sátira política que gira en torno a la Unión Soviética y los distintos líderes que tuvo ese conglomerado de naciones durante el tiempo que duró el régimen socialista, y más allá. Kago encuentra en el régimen político de la URSS y en la cultura rusa en general un montón de elementos para exacerbar, para llevar a un extremo grotesco, disparatado y sumamente cómico. Fiel a su costumbre, se va al pasto muchas veces, con escenas de mutilaciones, violaciones, torturas y gente que vomita caca, pero todo en un contexto festivo, de joda fuera de control. Cada frase, cada gesto, cada medida política de uno de los líderes rusos (de Stalin a Putin) es tomada por Kago como disparador de una o varias secuencias en las que (como ya hizo en Compendio de la Verdadera Historia Universal) empieza el relato con un tono documental y de a poco se empieza a imponer el delirio y el zarpe cada vez más pasados de rosca. Hasta el frío que suele hacer en esa región le sirve al autor para generar ideas loquísimas, de gran impacto cómico.
Kago mezcla la historia real de la URSS con alienígenas, androides, zombies, máquinas hechas con cuerpos de mujeres mutiladas, una especie de Disneylandia socialista, un partido de beisbol… Todo vale para delirar y sorprendernos con el impacto de los chistes, o de las atrocidades que nos cuenta el autor. Particularmente agudo es el episodio en el que los rusos logran que Japón se vuelva socialista. Acá queda muy claro que lo de Kago no es simplemente una burla al régimen soviético, sino que se aferra del mismo (y de la mirada que sobre el mismo se difundió en Japón, y en casi todo Occidente) paralanzar dardos envenenados también contra el sistema capitalista.
El dibujo no es brillante, ni busca impactar por el lado del virtusismo, sino que apunta a otro efecto, que es el de mostrar una versión deforme, mutante y asombrosa de Rusia, sus líderes, sus paisajes y su iconografía. Y combinar todo eso con los elementos fantásticos, bizarros y extremos que surgen de la inagotable imaginación de ese genio fuera de control llamado Shintaro Kago. Libro muy recomendable, para explotar de risa y gritar muchas veces “¡no podéeesss!”.
Me vengo a Argentina, año 2020, cuando se edita El Cantar del Farsante, una novela gráfica de Juan Bertazzi y Hernán González. La consigna es muy atractiva: convertir al mítico Antonio Mamerto Gil Nuñez, más conocido como “el Gauchito Gil”, en un tipo que murió y resucitó con la misión de escupirle el asado a otras criaturas sobrenaturales y espíritus malignos vinculados a las leyendas de nuestra Litoral. Una especie de Hellblazer criollo, en la selva mesopotámica del último tercio del Siglo XIX.
El guion de Bertazzi combina el “secret origin” del protagonista con un caso muy turbio, en el que el horror no viene sólo de las criaturas a las que enfrenta Nuñez, sino también de la descripción descarnada que hace Bertazzi de la precaria e injusta situación laboral a la que estaban sometidos en ese entonces los peones de las grandes estancias del Interior de nuestro país. Al principio me costó un poco entender por qué y en qué momentos el guion decide interrumpir el relato del tiempo “presente” para contarnos el pasado de Nuñez, pero con el correr de los capítulos me empezó a cerrar mucho más. Fuera de los notorios errores y omisiones en materia de signos de puntuación que exhiben los diálogos, el resto me resultó muy convincente y atractivo.
El dibujo de González sigue mutando, y acá lo vemos en su trabajo más limpio, menos plástico, más funcional al relato y menos al lucimiento de sus innegables condiciones con el pincel y la tinta. De todos modos fluctúa mucho entre viñetas muy realistas, muy cargadas de detalles fotográficos, y otras más sintéticas. También entre secuencias muy jugadas a un claroscuro potente y otras en las que entran en juego varias técnicas de entintado distintas. A grandes rasgos, González sortea con éxito la prueba de trabajar en un estilo un poco más convencional, en el que se nota menos su impronta personal tan marcada en otras obras. Hay algún que otro tropiezo en la narrativa, fruto de ángulos elegidos con criterios medio raros, que hacen que el relato no fluya con la naturalidad que sería ideal, y eso que señalaba de las distintas técnicas de entintado, que distraen un poco al ojo, en esos saltos mortales de la línea clara a la mancha profunda o el festival de las tramas y los esfumados, o del recontra-realismo lleno de detallitos y el grafismo más crudo, más pelado, en los que se impone la síntesis. Estos vaivenes le impiden al dibujo de González crear climas y sostenerlos, pero también le amplían mucho el repertorio de efectos a la hora de impactar al lector, sobre todo en las escenas más escabrosas.
El balance general de El Cantar del Farsante es positivo, porque la historia es atrapante, bastante original, el personaje central está muy bien tratado y la época histórica muy bien aprovechada. Si vienen nuevas aventuras de Antonio Mamerto Gil Nuñez a cargo de eta dupla y en esta misma onda, se puede armar una serie realmente potente.
Y nada más, por hoy. Será hasta el finde que viene y no se olviden de pasar por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ y descargar la Comiqueando Digital. Sale muy barata y garantiza muchas horas de buena lectura, además de que es una forma de contribuir con quienes generamos tantos contenidos gratuitos sostenidamente hace tantos años.
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