sábado, 7 de agosto de 2021
2 AL 8 DE AGOSTO
Una semana bastante productiva, por lo menos en materia de lecturas para comentar en este espacio.
Por motivos insondables, nunca había leído Western Circus, un álbum de Lucky Luke de 1970, o sea, del período clásico en el que René Goscinny escribía y Morris dibujaba las aventuras del icónico cowboy franco-belga. Lo único que puedo decir en contra de Western Circus es que no es un álbum definitivo. No es parte de esa pequeña elite, de esos álbumes que si no los tenés en tu Top Tres es porque no entendiste de qué se trata Lucky Luke. Fuera de eso, estamos ante una aventura exquisita, con un argumento atrevido, pensado para disparar situaciones atípicas para esta serie, y explotarles la veta cómica hasta los límites más insospechados.
Western Circus te descoloca con su trama, mantiene la intriga hasta el final (repleto de situaciones disparatadas, pero resuelto con una lógica inapelable) y nos presenta a unos cuantos personajes secundarios de impecable factura, a los que estaría bueno retomar en algún punto, aunque sea más de 50 años después. Goscinny acierta una y otra vez en la construcción de estos excéntricos personajes, al punto de que Lucky Luke casi se convierte en una figura de segundo orden dentro de la trama. Pero sin dudas lo mejor llega al final. Esas últimas cinco páginas en las que los autores te embocan una sorpresa atrás de otra, y llevan el delirio a un nivel tan genial como consecuente con lo que venían narrando a lo largo de toda la aventura.
El dibujo de Morris (escueto, sobrio, atento a los detalles, siempre funcional sobre todo al timing que necesita el relato para ser aún más cómico) potencia desde el contraste el disparate. Ese recurso de algunos actores cómicos que te hacen reir porque dicen unas animaladas atroces con su mejor cara de piedra, Morris lo lleva al plano de la historieta, con un resultado magnífico. Un comic realmente brillante, para leer y releer de grande o de chico, da lo mismo.
Me leí otra novelita de 96 páginas de Cybersix, en este caso “Un pezzo di notte”, de 1996. El guion de Trillo cuenta con la colaboración de un muy joven Fernando Calvi, que se asomaba a la historieta como asistente del mítico autor. Y en el dibujo, quien se encarga de llevar adelante la estética creada por Carlos Meglia es Alejandro Santana, uno de los asistentes que mejor entendía al maestro quilmeño. Visualmente esto está muy logrado, y si no sabés que Meglia para esta altura era más supervisor del laburo de sus colegas que quien realmente dibujaba las historietas, acá no vas a encontrar demasiadas pistas. Como ya vimos en otras entregas de esta colección, esta vez hay un segmento de ocho páginas en las que en vez de ver la historia de Cybersix vemos un manga que estaba leyendo un alumno de Adrián Seidelman, y acá sí, el trazo es 0% Meglia y (supongo) 100% Santana. ¿Engancha bien con la trama? Y, la verdad que no, que parece más relleno que otra cosa.
El guion en general me pareció flojito, menor, bastante predecible. Está la sana intención de sumar al elenco una nueva villana importante, pero la verdad es que la liquidan 26 páginas antes del final, y de ahí en más es todo un epílogo largo, innecesario y aburrido. Sigo sin encontrar en las novelas de 96 páginas la magia que me cautivó en las primeras historias cortas de Cybersix. Pero no me doy por vencido.
Y termino en Japón, en 2012, cuando Jiro Taniguchi se decide a adaptar una segunda novela de Itsura Inami protagonizada por Taku Ryumon, el taciturno “detective” especializado en encontrar perros de caza perdidos. Otra vez la trama lo va a obligar a buscar otro tipo de cuadrúpedos (en este caso un caballo de carreras) y a eso se dedicará junto a su inseparable Joe. Así como la vez pasada se ahondaba en el vínculo entre un perro lazarillo y una chica ciega, esta vez todo pasa por la relación entre este caballo de carreras y su cuidador (me enteré que la palabra exacta es “palafrenero”). Pero además, en este tomo de El Sabueso el misterio y la investigación estarán condimentados con una aventura más jugada, más intensa, que por momentos nos llevará a la confrontación violenta y a todo o nada entre buenos y malos. Las sesudas deducciones y los dilemas morales (que están, y funcionan muy bien) le cederán el protagonismo un ratito a la acción, y eso le permitirá a Taniguchi impactarnos con unas escenas vertiginosas y alucinantes, con cuerpos humanos y animales en un despliegue formidable de violencia.
Esta también es una historia totalmente autoconclusiva, que retoma en roles muy secundarios a personajes que ya habían aparecido en la anterior, y me atrapó aún más que la primera, así que la recomiendo a pleno. No sé si poner a El Sabueso entre las obras fundamentales del glorioso Jiro Taniguchi. Me parece que no califica para el podio. Pero sin dudas es un manga de una belleza gráfica aplastante, y con una trama muy interesante, un desarrollo atípico y un final muy satisfactorio. No es poco.
Nada más, por esta semana. Veremos cuánto puedo leer la próxima. Gracias y hasta pronto.
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2 comentarios:
Hola si no me equivoco Alejandro Santana es Enri Santana el dibujante de Rip Van Hellsing que fue asistente de Meglia en esa epoca. Buenas reseñas como siempre. Saludos
Sí, se llama Enrique Alejandro. En aquella época todos le decíamos Alejandro. Después se convirtió en Enrique, o Enri, para abreviar. Pero es el mismo dibujante.
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