el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 10 de febrero de 2023

NAFTALINA

Hace un par de semanas, a fines de Enero, se habló muchísimo de esta novela gráfica de Sole Otero (autora argentina que reside hace varios años en Francia), ya que el público del Festival Internacional de Historieta de Angouleme (el más importante de Europa) votó a Naftalina como Obra Favorita del 2022. La novela fue escrita y dibujada en 2020, y tuvo su edición en castellano en 2021. Yo, como siempre, llego tarde y la reseño ahora. Lo primero que quiero destacar es que Naftalina está escrita 100% en argentino. Es obvio que Sole pensaba publicarla en España y Francia (veremos si se suman más mercados, ojalá que sí), pero no hace concesiones en cuanto a la jerga que manejan los personajes. La historia transcurre en el Gran Buenos Aires y los personajes hablan como hablamos acá. Incluso, como el argumento recorre prácticamente todo el Siglo XX, Sole usa términos muy rioplatenses de décadas pasadas para ambientarnos mejor en cada una de las épocas que visita. La edición española (que es básicamente igual a la argentina) tiene llamaditas que explican algunos términos lunfardos o de nuestra habla informal, como para que el lector no familiarizado no quede tan afuera. Y me parece perfecto. Básicamente lo que cuenta Sole en estas 320 páginas es la historia de su familia, centrada sobre todo en la figura de su abuela Vilma, un personaje maravillosamente jodido y tóxico, pero además sumamente tridimensional. Vilma jode, critica y psicopatea a todo su entorno, pero no se considera una villana, sino una víctima incomprendida. Y Naftalina cuenta un poco eso: cómo Vilma se va quedando sola, y cómo su aura de mala leche se impregna de algún modo en la casa que habitaba, a tal punto que una vez que muere, su nieta no resiste demasiado tiempo viviendo ahí. La idea de la casa como espacio de la familia, y de la memoria genealógica y emotiva que vincula a los miembros de la familia, no es algo muy novedoso. La explora Paco Roca en La Casa, por poner un ejemplo cercano. Pero Otero le encuentra otra vuelta, sobre todo por el lado del dibujo, y la convierte en una especie de laberinto en el que Rocío (la protagonista, y probablemente también la autora) se tiene que buscar a sí misma, reflexionar y replantearse cosas típicas de los 18 años, mientras revive (o descubre) aspectos muy densos de la vida de su abuela. Si bien todo pasa por Vilma, el resto de los personajes también están muy bien tratados. La autora se pone en el lugar de ellos, trata de entender por qué hacen lo que hacen, por qué aguantan lo que aguantan, y no los juzga. Ni siquiera juzga a Vilma, que es claramente un sorete de persona. Enorme paso adelante respecto de Poncho Fue, donde había buenos y malos definidos de modo demasiado alevoso. Naftalina es un comic muy honesto, muy jugado, donde no quedan secretos ocultos por jodidos que sean. Lo único que no está muy aprovechado es el vínculo entre algunos personajes y la política argentina del Siglo XX, que es un manantial inagotable de conflictos y desencuentros. Se ve que a Sole le interesaba más la vida de estas personas que la sociedad en la que vivieron. Recién al final, aparece un conflicto político (el estallido de fines de 2001) que una chica de 18 puede entender sin mayor dificultad y ahí sí, Rocío se termina de alejar de la senda de Vilma (militante fanática del "no te metás") y decide involucrarse. Me gusta mucho cómo, si bien en 2020 la autora tenía casi 20 años más que Rocío, no se olvida de cómo era ella a los 18 años. A todos estos hallazgos hay que sumarle el plus del dibujo y el color. Para este trabajo, Otero deja de lado el estilo que desarrolló en Intensa y Poncho Fue y crea uno nuevo, totalmente distinto, basado en colores planos, figuras bien definidas y muy estilizadas, y un protagonismo enorme para los fondos. Lo único que queda del estilo anterior de Sole es la expresividad de los personajes. Todo lo demás, hasta la forma de moverse en el espacio de las viñetas (y de esas páginas que parecen escenarios de teatro) es novedoso. Y excelente. Es un estilo muy llamativo, que tiene la particularidad de no aburrir, de no cansar. Cuantas más cosas demuestra Sole que puede contar en ese estilo, más te cautiva. Esta vez... ¡dibuja las zanjas entre las viñetas!. No en las secuencias ambientadas en 2001, pero sí en las que nos llevan a distintos momentos del pasado. Los flashbacks tienen su propia paleta de colores y hasta su propia forma de armar la página y vincular a las viñetas entre sí, y eso también es un golazo. La única contra que tiene Naftalina es que se trata de una historia íntima, puertas adentro. ¿Qué me estás contando? ¿La historia de una familia que viene de Italia y se establece en el conurbano? ¿Y donde una de las abuelas de la protagonista es una mina intratable que le hace la vida imposible a casi todos los que la quieren? Y bueno, como esa historia hay miles. En un punto, es mi historia, también. Mi abuelo Beto también venía de una familia italiana del conurbano, su papá también trabajaba en el ferrocarril, también era hincha de Racing, también se casó con una mina que lo psicopateaba y lo tenía cagando... O sea que es entendible que algo tan personal no le llegue a todos los lectores por igual. Pero como historieta está muy, pero muy bien hecha. Es profunda, es entretenida, es valiente, es emotiva, te permite identificarte con distintos personajes en distintos momentos de la obra, y encima está dibujada de un modo originalísimo y genial. No sé qué porcentaje de ficción hay en la obra (no sé, por ejemplo, si en su vida real Sole se mudó a la casa que era de su abuela y se agarró pulgas) pero la forma en que la autora toma todos estos elementos (reales y ficticios) y los combina para armar esta novela gráfica, es sencillamente magistral. La hiper-recomiendo. Me queda una reseña más "de las de antes" y después ya volvemos a la normalidad, o algo así. Gracias y hasta pronto.

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