el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 20 de febrero de 2010

20/ 02: DC GOES APE


Si alguna vez te pareció rara, o incluso medio injusta, la forma en que DC relanza su universo post-Crisis en los ´80, de ese modo casi vergonzante, como quien barre la mugre abajo de la alfombra, con esa especie de pacto de silencio por el cual millones de historietas de la ilustre tradición heroica de la editorial se sumaban a la lista de “Mejor no hablar de ciertas cosas”, y decenas de títulos, guionistas y dibujantes pasaban a ser sistemáticamente ninguneados como si jamás hubiesen existido, con sólo pegarle una hojeada a este libro te va a quedar claro que toda esa “Operación Lifting” no sólo no fue un disparate: también fue absolutamente necesaria.
El concepto de este libro es rescatar historietas de 1959 a 1999 que muestren a los héroes de la editorial enfrentados a simios. Por supuesto, el planteo ACTUAL de DC es invitarnos a leer estas historias como algo bizarro, como si miráramos una entrevista de Anabella Ascar a un trava que dice estar embarazado de Sandro, Charly, Menem y Ricardo Fort. Pero excepto la última historia (gran unitario de Flash a cargo de Joe Casey y el ídolo Duncan Rouleau), TODAS las demás plantean la interacción entre héroes y simios, e incluso las transformaciones de los héroes en simios, como lo más normal del mundo, o por lo menos como un elemento para generar historias atractivas tan válido como cualquier otro. Y lo peor es que ERA ASI. En pleno 1967, cuando Marvel ya había publicado la saga de Galactus y empezaba a bajar línea política en series como Captain America, DC te publicaba un comic en el que Wonder Woman se enfrentaba a gorilas malvados del espacio exterior, cuyas pistolas de rayos transformaban a Diana en gorila, con malla, tiara y lazo. Y después nos quejamos cuando la gente relaciona al comic de superhéroes con boludeces para nenes y/o retrasados mentales…
La supuestamente gloriosa Silver Age de DC está llena de estas bizarreadas, de estos conceptos ridículos y tirados de los pelos, que además se tiraban a la marchanta en historietas de ocho o diez páginas, con finales totalmente inverosímiles y apresurados, para ser automáticamente olvidados a los 10 segundos, porque nadie se hacía cargo de estos disparates. Entre todos estos espantos y faltas de respeto, los peores son los dos que escribe Otto Binder (quien tiene algunas historietas realmente buenas en los ´60, aunque no son estas): una con Superbaby (un Superman de unos cuatro añitos) y un monito kryptoniano con superpoderes, y otra con el Superman adulto y Titano, el gorila gigante que emitía rayos de kryptonita por los ojos (sí, posta, juro que no estoy drogado ni borracho). No sólo los diálogos y las situaciones son una sarta de pelotudeces sin ton ni son, sino que además LOS FINALES son absolutamente bochornosos, ilógicos y con menos sustento que los de Casi Angeles.
Por el lado de los dibujantes, DC siempre nos trató un poco mejor. Este libro nos permite reencontrarnos con la mejor época del gran Carmine Infantino, un lindo laburo de C.C. Beck, un Murphy Anderson con algunos momentos notables y unas páginas de la última época de Ramona Fradon, cuando ya no era tan grossa como en los ´60, pero se la bancaba. También anda por ahí Jim Starlin, con un frustrado intento de parecerse a Neal Adams, y después algunos desastres sesentosos (que seguramente tendrán sus defensores a ultranza) como Wayne Boring y Jack Sparling, este último un muerto de frío que hoy no podría dibujar ni Los López.
Si leer una historieta en la que el Gorilla Grodd se postula para gobernador (u otra en la que unos hombres-polilla alienígenas se transforman en gorilas alados) te causa más gracia que indignación, dale nomás. Si no, la única forma de entrarle a este libro es para leerlo como un testimonio de una época en la que una editorial apostaba convencida a que el techo del género superheroico era este: aventuras de 10 ó 15 paginitas para chicos de 9 ó 10 años. Y no pidas más, porque no te lo vamos a dar.

2 comentarios:

Luciano Saracino dijo...

Al final lo hiciste!
Escribiste sobre esta gloria!
Qué divertido este libro, András. Voy a ver cómo me hago con él. A King Cop seguro que le va a entretener.

Mis felicitaciones —otra vez— por este blog. Justifica una gran parte de lo que la chica que se pasa crema en la publicidad de telecentro me cobra por los "tres servicios".

Andres Accorsi dijo...

Jajaja!
Gracias, Luciano! Un gusto tenerte por acá.