el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 10 de noviembre de 2014

10/11: INSPECTOR BULL

Esta es una historieta originalmente realizada para Italia entre 1989 y 1990, aproximadamente. Algo se había visto en la efímera revista Hora Cero de Ediciones de la Urraca y años más tarde Perfil había reunido seis episodios en un número de 45 Toneladas. Pero esta es la primera vez que se editan todos juntos y en castellano los 13 episodios que componen este clásico del inolvidable Carlos Albiac y el siempre vigente Horacio Lalia, una dupla que para fines de los ´80 estaba muy afianzada, con varios y muy buenos trabajos previos en su haber.
Cada uno de los 13 episodios plantea y resuelve un enigma policial, en el que el Inspector Bull debe aguzar de su ingenio para encontrar e interpretar pistas que lo lleven a resolver los crímenes. No hay demasiado espacio para el desarrollo de Bull como personaje, más allá de algunas sutiles pinceladas que tira Albiac para contraponer a un tipo duro en la profesión con un tipo sensible en su relación con la mujer a la que corteja. Quizás el rasgo más interesante que nos permite separar a Bull de los otros clásicos detectives de la Londres de muy principios del Siglo XX sea que a este policía no le salen todas bien. Casi siempre gana, pero también empata y pierde. Muchas veces no logra impedir un asesinato, o no llega a tiempo a meter en cana al asesino, que muere de alguna manera casi siempre sorprendente.
Los casos están muy bien pensados, son muy distintos entre sí y las pistas no aparecen por milagro. Con el correr de los episodios, uno ya empieza a tomarle el pulso a Albiac y anticiparse a Bull en la resolución de los misterios, lo cual significa que las pistas están puestas desde el principio por el guionista, no las saca de la manga cuando se le acaba el episodio y tiene que cerrar el caso.
Los diálogos son muy formales, muy protocolares, porque estamos hablando de la Inglaterra victoriana y de casos que generalmente involucran a gente de los estratos sociales más altos. Rara vez se filtra en los diálogos algún chascarrillo, aunque la ironía tan típica de los guiones de Albiac suele estar presente, generalmente en los episodios con desenlaces trágicos. Y también hay otro rasgo frecuente en los guiones de Albiac, que son las ideas sumamente visuales, pensadas para que se luzca el dibujante, para que la imagen cargue con el peso de la narración y el el texto resigne preponderancia. Casi todos los episodios tienen secuencias mudas, muy impactantes y además importantes para el desarrollo de las tramas. Eso es algo que Albiac siempre hizo muy bien y que no muchos supieron valorar en su momento, quizás porque estaba de moda una historieta más hablada, con más protagonismo para la palabra, en la que el bloque de texto (a veces farragoso, a veces redundante) era un recurso del cual los guionistas abusaban más que Nik del copy-paste.
Por el lado del dibujo tenemos a un Horacio Lalia inspiradísimo, capaz de darle vida, onda e identidad a muchos personajes distintos, magistral en la reconstrucción de la época, en el manejo de la referencia fotográfica, en las expresiones faciales y en su especialidad de toda la vida, que son los climas ominosos, en los que siempre acechan el horror y la muerte. Pero claro, acá también se ve el problema que tienen todos los trabajos de Lalia: los tropiezos notables en la planificación de la página. No menos de dos veces por episodio, el ritmo del relato se frena porque el lector se pierde en un laberinto del terror, en el que uno nunca sabe cuál es la siguiente viñeta que tiene que leer. A veces Lalia suple esta falencia con el recurso desesperado de la flechita, y otras veces deducir en qué secuencia hay que leer la página es más difícil que resolver los casos que investiga el Inspector Bull. Un globo de diálogo mal ubicado, una viñeta más larga que las dos de al lado, un inset puesto donde no iba, pueden hacer muy complicada la lectura de una secuencia y eso es lo que sucede muchas veces a lo largo de este libro y lo que empaña la encomiable labor de Lalia al frente de la faz gráfica.
Más allá de esto, Lalia y Albiac son palabras mayores cuando hablamos de historieta argentina clásica y acá lo demuestran sobradamente. Las aventuras del Inspector Bull son verosímiles, atrapantes, dramáticas y felizmente no perdieron vigencia con el paso de los años, con lo cual me parece que incluso el lector virgen de Albiac y Lalia las va a poder disfrutar.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Los dibujos me parecieron muy buenos, gran despliegue de detalles, la edición es linda. Pero las historias de más o menos para abajo. A diferencia de lo que decís me parece que no son "fair play", es decir, no te dan elementos para que el lector pueda jugar a "resolver el crimen". Y las tramas son bastante lineales a mi juicio. En fin, me entretuvieron para hasta ahí. Y linda edición.

P.C. dijo...

Coincido con lo del anónimo respecto a las historias. Se resuelven muy a los apurones y porque sí (se entiende un poco, por la falta de espacio). Supongo que no estarían mal metidas en una antología con otras historietas distintas alrededor, pero leídas de corrido se les notan demasiado sus falencias. Después de leer 3, dejé el resto para ir leyendo de a poco, mezcladas con otras historietas, así las disfruto un poco más.
Eso sí, los dibujos solos hacen que valga la pena comprarla. Es una lástima que las historias no estén a la altura, pero tampoco son horribles.

Anónimo dijo...

Como el primer anónimo, destaco la buena edición que se mandaron los muchachos de Loco Rabia. No percibí que falten palabras ni letras en ella como si vi en ciertos tomos de tapa dura que pretenden ser de lujo pero fallan brutalnmente en la corrección ortotipográfica.

Tornado

Anónimo dijo...

Léete una de gauchos federales contra vampiros mutantes imperialistas.

P.C. dijo...

Eso también es cierto, no hay nada que reprocharle a la edición. Buen papel, buena reproducción de los dibujos, buena encuadernación. Lo único flojo son los guiones que para mí son justamente eso, flojos, tampoco es que sean una bosta.
No me arrepiento para nada de haberlo comprado (aunque desearía que me gustara más) y lo recomendaría a cualquiera que le guste Lalia.

fuchi bayugar dijo...

Los fondos de esta historieta fueron hechos por Walther Taborda, por eso el nivel de detalles.