el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 20 de marzo de 2015

20/ 03: EVERYTHING BURNS

Allá por el 14/01/14 yo llegaba a lo que creía que era el final de la etapa de Kieron Gillen al frente de Journey Into Mystery y me enteraba, gracias a los comentarios de los lectores, que la etapa en realidad terminaba en este libro, que no sigue la numeración de los anteriores, porque se trata de un ambicioso crossover de nueve partes entre JiM y The Mighty Thor, por ese entonces a cargo de Matt Fraction.
Hasta las dos terceras partes de este libro, da la sensación de que Fraction aceptó armar este crossover para darle más impacto a las ideas de Gillen. Si en el comic de Thor se hacían cargo de los peligros en los que estaba envuelto Loki, estos cobraban mayor magnitud. Una lucha a muerte en la que los Nueve Reinos estaban al borde de la extinción y que involucraba a todos los dioses nórdicos no tenía chapa si no transcurría en la revista de Thor. Sin embargo, en el tercio final vemos cómo Fraction aprovecha la dimensión que cobró esta guerra contra Surtur para traer agua a su propio molino, para resignificar varias cosas que habían sucedido en sus episodios anteriores y para abrir puntas que (supongo) explorará en episodios posteriores. Para la serie de Loki, Everything Burns era el final. Para la de Thor, Fraction se aseguró de que fuera ante todo una bocanada de aire fresco.
Dicho todo esto, cabe señalar que la saga está muy estirada. En seis episodios, a lo sumo siete, se podría haber contado lo mismo. Fraction estira más con la machaca, Gillen con los diálogos ingeniosos y las escenas más introspectivas en las que finalmente podremos dilucidar si este joven Loki se manda cagadas por error, o si sigue siendo el mismo hijo de puta de siempre. Y como en los arcos anteriores de JiM, Gillen mete mucha runfla, mucha negociación, mucho psicopateo verbal, por suerte escrito a un nivel muy, muy notable. Lo que no se le puede discutir a Everything Burns es su trascendencia: al final, casi nada queda como estaba al principio. Thor, Loki, Surtur, Leah, hasta personajes que tienen roles menores cambian al ritmo de esta epopeya en la que todo el status quo de Asgard y aledaños se ve seriamente sacudido.
Entre la rosca política, el chamuyo metafísico y la acción, la saga se hace entretenida a pesar de la extensión. La grandilocuencia, la búsqueda por todos los medios del impacto, empañan un poco esa imagen de “comic distinto” que tenía JiM, que parecía transitar por un carril más finoli, más cercano al comic de autor dentro del mainstream. Acá, Gillen choca contra el mainstream de frente y a 160 km/h, y hay que buscar las esquirlas del “comic finoli” entre una hecatombe de fierros abollados y prendidos fuego.
De los cinco episodios de The Mighty Thor, cuatro están dibujados por el inmenso Alan Davis. Fiel a su costumbre, el británico da cátedra de narrativa y combina como pocos elegancia y potencia pochoclera. El guión le da muchas oportunidades de no dibujar fondos y Davis las aprovecha, pero cuando tiene que dibujarlos, no mezquina nada. El episodio restante lo cubre Barry Kitson, muy correcto y con un colorista (Will Quintana) que lo resalta mucho más que los coloristas que le ponían en DC.
Por el lado de JiM, en tres de los cuatro episodios tenemos a Carmine Di Giandomenico (de quien ya hablé maravillas allá por el 08/02/14) afiladísimo, también complementado a la perfección por la paleta de Chris Sotomayor. Di Giandomenico tira magia en las planificaciones, en los primeros planos, en el lenguaje gestual y por ahí un toque menos en los fondos. Pero de verdad, garantiza un nivel impresionante, muy superior a la media de lo que se ve en las revistas mensuales de Marvel. Para el último episodio, cuando Gillen busca recuperar esa pátina de “comic finoli” baqueteada a lo largo de páginas y páginas de machaca, acierta al convocar a Stephanie Hans, una chica de estilo pictórico, con técnicas similares (aunque no al mismo nivel) del chino Benjamin, que se concentra más en los climas, las sensaciones y las pausas, aprovechando que es un capítulo prácticamente sin acción. La verdad que toda la faz gráfica del libro está cuidadísima y no hay que fumarse ni media página dibujada por los crotos impresentables que nos infligieron en los arcos anteriores de JiM.
Y ahora sí, se terminó la saga del Loki joven y su Journey Into Mystery. Ni en pedo me cebó como para darle la razón a los que la rotularon como “el Sandman de Marvel”, pero sí alcanzó como para interesarme por otros trabajos de Kieron Gillen, por ahí menos contaminados por los crossovers y demás parafernalia marketinera. Veremos cómo me va cuando me ponga a leerlos…

1 comentario:

Damián dijo...

Otro trabajo de Gillen: Young Avengers Vol. 2


Muuuuy bueno. Sigue usando a este mismo Loki (incluso cierra pequeñas cosas que le quedaron colgadas de JiM).