el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 4 de diciembre de 2017

LUNES DE LUJO

Vamos con las reseñas de otras dos papongas que me liquidé entre el viernes y hoy.
Paco Roca es un hijo de puta. En general, todos los autores grossos tienen UNA obra definitiva, esa obra perfecta, por la que merecen ser recordados y ovacionados siempre. Paco tenía TRES (Arrugas, El Invierno del Dibujante y Los Surcos del Azar) y a fines de 2015 cantó “quiero vale cuatro” con La Casa, otra novela gráfica demasiado buena para ser real.
No me interesa ni siquiera dar pistas del argumento: sólo me interesa que la consigas y la leas. Te adelanto que NO es una autobiografía (aunque se nutre de situaciones reales vividas por el autor) y que NO tiene elementos fantásticos, ni persecuciones, ni machaca, ni sexo, ni explosiones, ni conflictos entre buenos y malos. En realidad no estoy dando mucha data, porque nada de todo eso suele aparecer en las obras de Paco Roca. Acá el autor parece estar tratando de averiguar hasta dónde se puede llegar con una historia sin conflictos, en la que básicamente no pasa nada (sólo el tiempo) y todo queda en personajes que dialogan entre sí. ¿Se puede crear desde ese lugar una historieta memorable? La Casa te saca las dudas en poquísimas páginas.
La clave, me parece, está en la acertadísima construcción de los personajes y en el cuidado por mantener un tono perfectamente realista, donde todo se vea y suene 100% verosímil. Una vez más, Roca nos cautiva con ese estilo de dibujo engañosamente simple, detrás del cual hay –evidentemente- un tipo que maneja la línea, la expresión de los cuerpos, los planos y los detalles más minúsculos con la precisión de un neurocirujano. La puesta en página es atípica, porque Paco elige para esta obra el formato apaisado, ese que a los argentinos nos encanta, a los franceses los irrita y a los españoles… no sé, me imagino que les debe parecer antiguo, porque no lo usan hace más de 50 años. Por supuesto que Roca aprovecha a pleno las posibilidades que le brinda el formato a la hora de planificar la página y armar las secuencias. El color también es bellísimo y no sé tú, pero yo… me encontré al final del libro con una cartulina firmada y numerada por el ídolo, que dice “457/500”, con una ilustración preciosa que –si me apurás- garpa más que la usaron para la portada. Gloria eterna a este hijo de puta que tanto bien le hace al Noveno Arte.
Me vengo a Argentina, a 2017, para internarme en la farragosa y farsesca ficción de Borges, Inspector de Aves, la creación del alucinante Lucas Nine. Esto es un thriller medio policial, medio de espionaje… y medio disparatado, si se me permite una tercera mitad, protagonizado por el Jorge Luis Borges de 1946, recién desplazado de su cargo en la Biblioteca Nacional por el gobierno peronista y degradado a “Inspector de Aves y Corrales”. Nine se agarra del cargo de “inspector” para vestir a Borges al estilo de los detectives clásicos del hard boiled norteamericano, pero lo hace moverse por afuera de la órbita de los gallineros y los corrales e interactuar con un fauna que tiene más que ver con la del Borges icónico: la de los escritores, poetas, pintores y demás exponentes de la intelectualidad porteña. Oliverio Girondo y Xul Solar tienen roles muy importantes, pero aparecen también Mujica Láinez, Bioy Casares y algunos más.
Las primeras… 50 páginas se me hicieron un poco lentas, un poco densas, pero después Nine le agarra el pulso al relato y empieza a narrar a un ritmo mucho más atrapante, sin descuidar el recurso más notable de la novela, que es superpoblar las viñetas con extensos bloques de texto narrados en primera persona por Borges y escritos en un estilo que emula con maestría a la prosa del genio máximo de nuestra literatura. Esto le agrega muchos minutos a la lectura del libro, por lo cual recomiendo no intentar bajarse toda la obra en una sola sentada. Mejor meterle tres o cuatro pausas, para que el efecto de los textos vuelva a sorprender.
Borges, Inspector de Aves es una aventura bizarra, en la que vemos al célebre escritor investigar un misterio, enamorarse de una mujer, cagarse a trompadas con villanos y sicarios, disfrazarse de pollo y hasta viajar en el 60. Nine narra todos estos extraños sucesos con una puesta en página sumamente clásica y sobria y un dibujo de base realista, pero de gran soltura, muy plástico, muy dinámico. Por momentos parece una mezcla entre el estilo de siempre de Lucas y el Viejo Breccia de Perramus, con esas manchas, esos collages, esa dimensión etérea del dibujo. Los fondos son mínimos y muchas veces Lucas los resuelve utilizando fotos retocadas, bien integradas al planteo gráfico de la obra. También descubrí sutiles homenajes a Alex Toth y Lino Palacio, que están buenísimos.
Si lo que más te gustaba de las otras obras de Lucas era esa sensación de estar viendo un dibujo animado, donde la historia casi se cuenta sola, impulsada por las pantomimas hiper-expresivas de los personajes, quizás Borges, Inspector de Aves no te termine de cerrar, porque acá el rol del texto es muchísimo más relevante y hay que prestarle mucha más atención. Por el contrario, si sos más partidario del comic de aventuras y nunca te habías acercado a Nine porque lo veías muy caricaturesco, o muy disparatado, esta es la obra con la que muy probablemente logres sintonizar la onda de este autor fundamental que tiene hoy la historieta argentina.
Ya estoy sumergido en la lectura de un par de libritos más, así que en cualquier momento vuelvo con más reseñas. Gracias y hasta entonces.

4 comentarios:

Luq dijo...

Todavía no encaré el libro de Borges. Me decepcionó un poco el tamaño ínfimo de la edición (y eso que me (pre)compré la edición "deluxe" esperando qeu fuera más grande), pero al mismo tiempo lo quiero postergar, quiero sostener la intriga de cómo habrá reelaborado tanto juego que hacía en la Fierro con el formato folletinesco. Qué delicia que fue leerlo, cagarme de la risa donde estuviera, gritar "¡Qué hijo de puta!". Sé que el día que lea el libro se me va a terminar algo, una espera con sabor glorioso.

Andrés Accorsi dijo...

Yo le olí pasta de libro de movida, así que me abstuve de leerlo "en fetas" en la Fierro...

Luq dijo...

Pero estuvo buenísimo cómo Nine lo encaró sabiendo que serían fetas y los chistes que hacía sobre eso, con muuucho quiebre de la cuarta pared.
Y creo que fue la primera vez en mi vida (quizás por ser del 81) que se me generaba tanta ansiedad por una publicación en capítulos, ese entusiasmo por ir sí o sí el segundo sábado del mes a ver qué nuevo giro increíble metía.
De hecho creo que era un ven ritmo por lo cargado de la obra, que entiendo que también lo que te lleva a recomendar la lectura en varias sentada (bueno, no lo leés en fetas pero sí de a ¼ kilo)

Andrés Accorsi dijo...

Y pongo las pausas cuando se me canta a mí, no a Página/12 ;)
Mientras lo leía pensaba "qué mal la deben haber pasado los que leían esto de ocho páginas por mes...". Me alegra que en tu caso la experiencia del "bancar un mes para ver cómo carajo sigue esto" haya sido placentera.