el blog de reseñas de Andrés Accorsi

lunes, 25 de febrero de 2019

LUNES POR LA MADRUGADA

Ayer se me complicó encontrar un rato para reseñar los libros que había leído en los últimos días, por eso hoy arranco a escribir boludeces más temprano que de costumbre.
Quería leer comic británico raro, que no fuera de aventura convencional, y así me metí con The Luck in the Head, una novela gráfica de 1993, que venía con la chapa de haber sido editada por Victor Gollancz, un sello identificado con un paladar exquisito para elegir el material. Si mi cultura literaria fuera más vasta, también me habría resultado atractivo el dato de que The Luck in the Head era originalmente un cuento de M. John Harrison, consagrado escritor del cual es muy fan Neil Gaiman. El propio Harrison trabajó en la adaptación al comic del cuento, junto a un dibujante que venía del palo de la ilustración: el asombroso Ian Miller, que no sé si tiene otras historietas aparte de esta.
Lo cierto es que, una vez que me sumergí en la novela, me encontré con un pantano narrativo, un choque de frente a 160 kmh entre imágenes y texto imposible de sobrellevar. Miller es un dibujante prodigioso, una mezcla incandescente entre Luis Scafati y Barron Storey, con un manejo colosal de técnicas pictóricas que van de las fotos recortadas a los estallidos abstractos de colores y formas. Maravilloso para mirar, tremendo para leer. No sólo abusa de las splash-pages (lógico, viene de la ilustración), sino que cuando trata de armar páginas con varias viñetas rara vez le queda algo presentable. Y por si esto fuera poco, rotula todo a mano, con una caligrafía muy retorcida, muy difícil de decodificar. Y por si todo lo anterior fuera poco, está mal dosificado el texto: hay páginas donde vemos sólo imagen, con apenas una o dos frases tomadas del cuento de Harrison, y páginas donde el texto copa la parada y casi no deja espacio para los dibujos de Miller, que aparecen chiquititos, casi en las márgenes. Todo esto conspira para que The Luck in the Head se convierta en una lectura ardua, procelosa, un laberinto del terror repleto de trampas y pozos ciegos, tipo Comodoro Py.
La trama del cuento/ novela gráfica tampoco ayuda, ya que se trata de un relato onírico, por momentos críptico, donde muchísimas cosas de las que suceden se rigen por la”lógica” de los sueños. Hay un cierto trasfondo político, cierta intención de darle como en bolsa a Margaret Thatcher y su funesto gobierno, pero hay que leer MUY entre líneas para encontrarlo y la verdad que el dibujo de Miller no ayuda, porque te volvés loco mirando técnicas, detalles y demás magias que tira el iustrador. En fin, menos mal que lo pagué barato…
Tenía pendiente la segunda mitad de La Chica a la Orilla del Mar, el manga de Inio Asano cuyo Vol.1 vimos el 24/09/18. En dos palabras: un bajón. El dibujo es fastuoso, los climas son increíbles, pero argumentalmente se me cayó a pedazos. La trama de la muerte del hermano de Isobe tiene poco peso y se desactiva durante muchísimas páginas. La trama del vínculo entre Isobe y Sato se desarrolla poco, Asano le dedica muchas menos páginas que en el Vol.1. Lo que pasa entre la parejita de quinceañeros está muy bueno, es sin dudas lo más interesante del tomo (por no decir lo único). Lamentablemente, el espacio que no ocupan ni la trama policial ni la del “romance” entre los protagonistas es bastante amplio, y Asano se lo dedica a un montón de personajes secundarios que giran básicamente en torno a Sato, de los cuales ninguno me generó el menor interés. Todas estas chicas y chicos que se enamoran, que compiten entre sí por el chico o chica que les gusta, que se confiesan boludeces como si fueran importantes, que se organizan para participar del Festival Cultural en medio de esa tormenta furibunda… todo muy menor, muy chato, a años luz de la fuerza del Vol.1 cuando todo pasaba por Sato, Isobe y el deseo sexual que explotaba entre ellos.    
Por supuesto que Asano te tira algunos diálogos brillantes, alguna secuencia con más vuelo poético, e incluso un garche entre los chicos mucho más subido de tono que los del tomo anterior. Pero todo lo bueno que tiene esta segunda mitad se diluye entre el relleno, entre largas secuencias en las que no avanzan ni un milímetro las dos tramas más atractivas que ofrecía la obra. Me la guardo por los dibujos del ídolo, que acá alcanzan un nivel… conmovedor.

Y nada más, por hoy. Volvemos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.  

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