A mitad de camino entre
jueves y viernes, aprovecho un ratito libre para postear un par de reseñas.
Arranco con el Vol.2 de
The Invisibles, para no perder el envión del Vol.1. Acá la apuesta de los que
bancamos a este delirio de Grant Morrison empezó a dar sus frutos. La mejora
respecto de los primeros ocho episodios es más que ostensible. El primer
unitario hace lo que no hubo espacio para hacer al final de “Arcadia”: evaluar
un poco las consecuencias de lo sucedido hasta el momento, cagar un poco a
palos a algunos enemigos y –acá está la sorpresa- desestabilizar al equipo
protagónico con la sublevación por parte de Dane McGowan, que no quiere saber
nada con convertirse en el nuevo Jack Frost y se va a la mierda. Después
vendrán otros tres episodios sumamente autoconclusivos, casi sin conexión con
lo que Morrison nos había narrado hasta el momento, de los cuales dos (el de
Jeremy Sutton y el de Bobby) son brillantes. Sí, es medio un bajón que una
serie ofrezca su primer episodio brillante en el nº11. El propio Morrison, sin
ir más lejos, había puesto altísimo el listón de su etapa en Animal Man con el
nº5. Pero bueno, más vale tarde que nunca.
Después tenemos una
trilogía en la que, mientras King Mob y los suyos buscan a Dane, Lord Fanny se
mete en un lindo bolonki y Morrison aprovecha para revelarnos su origen y un
montón de data acerca de un personaje que despliega un carisma infernal y cobra
un trasfondo interesantísimo. Acá también hay saltos para adelante y para atrás
en el tiempo, esoterismo, bizarreadas, violencia extrema, etc., pero presentado
de un modo mucho más lineal y menos pretencioso que en “Arcadia”. Y cierra un
unitario en el que –de nuevo- nos centramos en Dane, solo en la ciudad, de
nuevo perseguido por el bando contrario y de nuevo “asesorado” por Tom
O´Bedlam. Mucho de lo que no estaba bueno en el primer arco argumental, acá
está buenísimo, en parte porque son 24, no 100 o más. Tanto la trilogía de Lord
Fanny como el unitario de Dane terminan con cliffhangers jodidos como enema de
chimichurri, como para que quieras leer YA el Vol.3.
En materia de dibujantes,
Jill Thompson reincide con cuatro de los ocho episodios del tomo y en la
trilogía de Lord Fanny se anima a entintarse ella misma, con lo cual todo se ve
mucho mejor. Y los cuatro dibujantes invitados se lucen a full: Chris Weston,
John Ridgway, un Steve Parkhouse magnífico y sobre todo Paul Johnson (en el
unitario de Dane) tiran magia y categoría. Lo de Johnson brilla todavía más
porque revisita personajes y situaciones que ya vimos en el Vol.1 dibujadas por
Steve Yeowell: obviamente, la comparación beneficia ampliamente a Johnson.
Prometo entrarle pronto al Vol.3.
Hacía bastante que no leía
historieta boliviana y volví con la reciente antología titulada Toda la Nieve Bajo
el Sol (antología de historietas sobre la ciudad de La Paz). En el texto que
publiqué acá eñ 17/08/11 conté lo mucho que me impactó La Paz en mi primera y
única visita a la ciudad donde se realiza el festival Viñetas con Altura, así
que no está mal repasarla, para entrar en calor.
El libro tiene dos
problemas: 1) Mezcla historieta con ilustración como si fueran lo mismo, o como
si ambas disciplinas artísticas le interesaran de igual manera a todos los
potenciales lectores. Si en subtítulo del libro aparece la palabra
“historietas”, yo adentro quiero encontrar historietas, no ilustraciones. Lo
cual no quita que muchas de estas sean excelentes. 2) En parte por la
proliferación de ilustraciones, y de carátulas, y prólogos, y biografías, y
páginas en blanco, el libro tiene pocas páginas de historieta, apenas 49 sobre
114 páginas totales. ¿Dije “pocas”? Pongamos poquísimas.
Por suerte algunas son muy
buenas. La última, a cargo de François Sanz, es una belleza. La de Andrés
Montaño no está nada mal. La de Armín Castellón es otra exquisitez, quizás lo
mejor del tomo. La de Diana Cabrera es rara, pero correcta. La del argentino
César Carrizo está muy bien dibujada, pero quizás el argumento sea demasiado
ambicioso para las exiguas seis páginas con las que contaba el tucumano, y
además eligió una planificación que a mí no me copa. La de Alexandra Ramírez
también tiene muy buenos dibujos y un color logradísimo, lástima que al durar
sólo cuatro páginas se queda en una anécdota graciosa pero muy simple.
Y no encontré muchas más
cosas para destacar. La portada del maestro Frank Arbelo, de quien me hubiese
encantado encontrar una historieta dentro del libro.
De todos modos, lo
importante es que descubrí a tres o cuatro autores que no conocía (Sanz,
Montaño, Castellón y Cabrera) que muestran un nivel entre interesante y
alucinante, como para cubrir dignamente el espacio de otros referentes del
comic boliviano que aparecían en otras antologías (Crash, La Fiesta Pagana,
etc.) y esta vez no fueron de la partida. Tengo muchísimas ganas de volver a
Bolivia, aunque no sé cuándo sucederá ese regreso.
Acá al blog, vuelvo
pronto. Seguramente el domingo o el lunes. Gracias y hasta entonces.
2 comentarios:
hola Andrés.Se consigue la antología aca?
No creo. A mí me la mandó una amiga boliviana.
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