Mientras el calendario me
recuerda que faltan siete partidos para que Racing salga campeón y 10 meses
para que se termine el gobierno más cínico que me tocó padecer en vida, sigo
adelante con las lecturas.
Una vez más, el fanatismo
incondicional por algunos autores me jugó una mala pasada. En una librería de
EEUU vi un libro de Hermann que no tenía (y que no sabía que existía) y como
estaba regalado, lo agarré sin siquiera mirar una página de adentro. Se trata
de la edición en inglés (aunque realizada en Eslovenia) llamada Hey, Nick! Are
You Dreaming?, bizarra traducción de una serie que en Bélgica y Francia se lama
simplemente “Nic”. Nic es una obra de Hermann apuntada claramente al público
infantil, realizada a principios de los ´80 para el semanario Spirou, junto al
guionista Philippe Vandooren, que acá firma como “Morphée” (por Morfeo, el dios
del sueño). La idea es básicamente la misma de Little Nemo in Slumberland (de
hecho, el homenaje de Hermann a Winsor McCay es bastante explícito) con la
diferencia de que los cinco episodios en los que se divide el álbum cuentan un
sólo sueño extenso, que se interrumpe cada 8 páginas y se retoma en el episodio
siguiente.
La historia es muy pueril,
muy lavadita, sin mayores sobresaltos. Y el dibujo es raro por tres motivos: 1)
Como ninguna página tiene más de seis viñetas, lo vemos a Hermann dibujar más
grande, con más espacios que en los álbumes para adultos, donde muchas veces
nos clava páginas de 10 u 11 cuadros. 2) Esta vez Hermann recurre a una línea
clara y a los colores planos, dos cosas que siempre le salieron muy bien a
Moebius. Y quizás por eso, vemos a Hermann copiar técnicas de entintado del
Genio Eterno, al punto que aparecen viñetas que cualquier lector no muy curtido
podría confundir tranquilamente con viñetas de Moebius. Y 3) A Hermann no le
queda bien disfrazarse de dibujante limpito, bonito, amigable, y mucho menos
disfrazarse de Moebius. O sea que, si bien está todo bien dibujado, visualmente
esto es un bajón para cualquier fan del maestro belga.
No estoy muy seguro si me
queda algún álbum de Hermann en la pila del material no leído, como para
empezar a palpitar una revancha. Pero acá, mi fanatismo por este prócer me
costó una dolorosa derrota.
Lo de los siete partidos y
los diez meses tienen que ver con la idea de que esperar con ansias que llegue
algo grosso, muchas veces garpa. Fue lo que me pasó cuando me devoré el tan
esperado y tant postergado Vol.2 de El Aneurisma del Chico Punk, continuación
del libro que vimos allá por el 04/03/14. En aquel Vol.1, la saga creada por
Renzo Podestá arrancaba muy arriba y prometía muchísimo. En este Vol.2, la
calidad sube aún más y todo lo que era promesa, se hace realidad.
El Vol.2 de El Aneurisma
del Chico Punk me quitó el aliento, me atrapó como pocas veces me atrapó un
relato. El dibujo me gustó más que en el Vol.1, los diálogos siguen igual de
geniales, la interacción entre los personajes está perfecta, las dimensiones
que cobran los conflictos son tremendas… Si el Vol.1 amagaba con contarnos una
historia de jóvenes a la deriva, con sexo, droga, rock´n roll y comics, acá
(sin descuidar nada de eso) Podestá sube la apuesta y se propone narrarnos nada
menos que el Apocalipsis. De “recorramos juntos un mundo turbio y crepuscular”
a “se nos vino la noche posta, y del mundo no quedó una mierda”. Al igual que
el tomo anterior, este termina con un cliffhanger pasadísimo de rosca, que andá
a saber cómo revierte o pilotea el autor cuando lo tenga que continuar. Y a
diferencia del tomo anterior, cosas que parecían caprichosas, ambiguas, o
bizarras por la bizarreada misma, ahora tienen explicación. A veces
explicaciones sesudas y extensas, pero que no llegan a aburrir. Nada de lo que
vimos pasa porque sí, todo es parte de un plan maestro, llevado a cabo con jerarquía
por un Podestá realmente prendido fuego.
Me llamó la atención que
aparezcan unas 45 páginas sin entintar, sin ningún motivo aparente. No son un
flashback, no son una ilusión, no hay un motivo argumental para cambiar de
golpe (y en el medio de la obra) la propuesta visual, pero Renzo lo hace,
supongo que porque se le cantaron las bolas. Esas páginas en las que sólo se ve
el lápiz también son fabulosas y ayudan a mostrar la increíble versatilidad del
autor, lo mucho que puede lograr a nivel gráfico y narrativo sólo con el trazo,
sin tinta, sin tramas, sin manchas, ni esfumados, ni témpera blanca, ni efectos
de Photoshop. Por supuesto cuando aparece la tinta, el dibujo se ve más
terminado, con más contrastes, más profundidad de campo, más énfasis en las
texturas. Pero sin todo eso, también se disfruta a full.
Lo insinué en la reseña
del Vol.1 y lo afirmo ahora: El Aneurisma del Chico Punk es una Obra Maestra,
así, de una. Imposible no recomendarla, incluso a aquel que leyó alguna otra
obra de Renzo Podestá y no se fue demasiado satisfecho. Posta, esto está a otro
nivel. Y bueno, ahora a esperar años el Vol.3. Si la saga de Nolasco y sus
amigos va a seguir mejorando a este ritmo, lo espero 10, 15 años, los que hagan
falta.
Y nada más, por hoy. Nos
reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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