Vengo de leer dos libros
sumamente atípicos, dos ejemplos de comic de autor, donde no existen
restricciones de géneros y –por ende- se puede contar cualquier cosa o incluso
no contar nada.
Arranco en 2009 cuando se
publica en Francia la novela gráfica Rebétiko, del maestro David Proudhomme. A
lo largo de casi 100 páginas, el autor nos invita a vagabundear por los barrios
bajos de la Atenas de 1936 de la mano de un grupo de rebetes, unos músicos
bastante atorrantes, casi marginales, que cultivan el rebétiko, un género
popular barriobajero, no muy distinto a lo que fue el tango en sus orígenes. Me
gustaría contar algo del argumento, pero la verdad es que –para 100 páginas- el
argumento de Rebétiko es tan tenue, tan exiguo, que no da. Incluso cuando
Proudhomme hace aparecer puntitas de conflictos que podrían dinamizar la trama,
las deja ahí, sin explorar, o sin darles demasiado énfasis. La llegada del
ejecutivo de la discográfica yanki podría haber gestado un conflicto copado;
el hecho de que Beba es un minón infernal que se junta con cuatro o cinco
lumpenes a los que sólo les interesa la música, el escabio y fumar hachís
también. Incluso la coyuntura política podría haber soportado que la estructura
dramática del relato se sostuviera en ella, pero tampoco. Proudhomme explica el
contexto político del peor modo posible: a través de un personaje que lo único
que hace es explicar el contexto político. Aparece tres páginas, expone la
situación generada por la llegada al poder del filo-fascista Metaxas a lo largo
de un “diálogo” con Markos y ya está, no lo vemos más.
¿Qué queda, con qué llena
el autor casi 100 páginas? Con un slice of life de estos músicos borrachines y
kilomberos, que desde la bohemia, la música y el desparpajo encarnan algo así
como una resistencia rea y artística en los violentos años previos a la Segunda
Guerra Mundial. ¿Alcanza para mantenerte atrapado? No, pero no es esa la idea
de Proudhomme. ¿Y con qué te conquista? Claramente con la faz gráfica, que es
perfecta. La línea es perfecta, el color es perfecto, la anatomía, las
expresiones faciales, los climas, la reconstrucción de la época, todo eso es
perfecto.
La narrativa… y, ya es un
poquito más polémica. El autor abusa un poco de las páginas con ocho viñetas
iguales, y cuando rompe esa grilla casi siempre es para sumar más viñetas
chiquititas, muy pocas veces para darle más aire a alguna viñeta importante. En
Rebétiko vamos a encontrar peripecias, secuencias con mucho ritmo, y también
momentos muy tranqui, donde a Proudhomme no le interesa tanto cebarnos con una
trama si no más bien seducirnos con los climas y transmitirnos sensaciones. Si
no te jode leer comics donde la trama no es lo principal, acá vas a flashear
fuerte con el dibujo, que es realmente majestuoso.
Algo parecido me pasó con
Alienígena, la ópera prima de Julia Inés Mamone. Es una historia totalmente
jugada a la introspección, a la reflexión, donde la autora no se sube al tren
de la aventura y los cheap thrills ni siquiera cuando aparecen elementos
fantásticos (el alienígena del título). También acá la música cumple un rol
importante, contribuye mucho a la creación de este clima melancólico, que no
cambia demasiado ni siquiera cuando Julia nos muestra garches bastante subidos
de tono (con cinturonga incluído) entre la protagonista y sus distin@s amantes.
El tema de la sexualidad está muy presente, de hecho la protagonista además de
no tener nombre no está definida claramente como mujer. Dice “me siento solx,
estoy rodeadx de edificios”… Recién cuando la vemos desnuda nos convencemos de
que se trata de una chica. Porque también es importante en la obra el hecho de
que este personaje no luce el típico cuerpo de “minita que está buena”, si no
que es más bien corpulenta, con pelos en las piernas y menos cintura que Bob
Esponja.
Buena parte de lo que pasa
tiene que ver con la vida sexual y las fantasías sexuales de este personaje,
que no lo dice abiertamente pero (postulo yo, en base a haber escuchado charlas
y entrevistas que brindó la autora) se siente medio alienígena en un mundo cis,
heterosexual y patriarcal. O sea que hay un mensaje (no muy panfletario pero
bastante obvio) de militancia contra todas esas reglas tácitas que determinan
qué carajo es “lo normal” en una sociedad.
El dibujo de Mamone es
realmente exquisito, una mezcla muy sutil, muy lograda, en la que veo algo de
Paul Pope, algo del estilo más “filo-gekiga” de Berliac, un laburo increíble en los fondos y muchos logros en el
color. Le falta un poquito más de plasticidad, para que los personajes no se
vean estáticos, pero quizás es algo buscado por la autora para subrayar que en
esta obra lo importante no es la acción. Y la narrativa… de nuevo, acá tenemos
una grilla hegemónica (seis viñetas casi iguales) que se rompe muy pocas veces.
Pero bueno, al tratarse de una autora que está dando sus primeros pasos, no me
parece mal que apueste a lo seguro. En todo caso, los saltos al vacío, los riesgos
que asume Alienígena, los asume en otros rubros. Espero descubrir pronto nuevos
trabajos de Julia Mamone, a ver para dónde agarra.
Gracias por todo y nos
reencontramos pronto, con nuevas reseñas, acá en el blog.
1 comentario:
Gran libro "Alienígena".
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