el blog de reseñas de Andrés Accorsi

miércoles, 27 de marzo de 2019

MIERCOLES DE FINALES

Hoy tengo para reseñar el último tomo de una serie que veníamos recorriendo acá en el blog, y el último que me quedaba sin leer de los libros de historieta argentina que se sumaron a mi biblioteca en 2018.
Voy primero con el Vol.5 de Ping-Pong, el magnífico shonen del maestro Taiyo Matsumoto. El Vol.4 nos dejo a la mitad de un torneo de ping-pong para el cual se habían preparado de distinta manera los dos protagonistas del manga: Peko y Smile. El Vol.5 cuenta básicamente dos partidos de ese torneo: una semifinal y la final. Después hay un epílogo muy emotivo, ambientado unos cuantos meses (o unos pocos años) después de esa final y listo, se acabó. O sea que el grueso de la narración está concentrada en dos partidos, ambos con un mismo protagonista, porque el que gana la semifinal lógicamente pasa a disputar la final.
Y hasta ahí lo predecible. Nunca me imaginé que Matsumoto guardara para el cierre de esta serie una confrontación entre los dos personajes a los que más desarrolló a lo largo de la serie. Pensaba que uno de “los héroes” iba a jugar el duelo decisivo con uno de “los villanos”. Pero no, la final termina por enfrentar a Peko contra Smile, los compañeros del Instituto Katase y el resultado de este choque también me sorprendió. De todos modos, creo que lo más asombroso es verlo a Matsumoto mechar entre las jugadas más tremendas esos momentos pensados para seguir sumándole profundidad a los personajes y lirismo a un shonen que podía pecar de hueco o hasta de cabeza (en el contexto de la obra de Matsumoto, se entiende). Impresionante, de verdad.
Y a nivel dibujo, este tomo destruye a los cuatro anteriores. Acá Matsumoto deja la vida en cada viñeta y llega a límites insospechados para hacernos vibrar, emocionarnos y hasta chivar con estos partidos de ping-pong, como si fuéramos nosotros los que sostenemos la paleta. Las líneas cinéticas copan la parada, se multiplican, cambian de grosor, por momentos hasta de grafismo, se deforma la anatomía, la perspectiva, las angulaciones se hacen más extremas que nunca, las onomatopeyas cobran vida, la “cámara” elige los planos más extraños jamás vistos en un shonen… Esto es un golpe de estado a los cinco sentidos, un 21-0 demoledor, una cátedra de narrativa pocas veces vista.
Gracias por la magia, sensei Matsumoto, gracias ECC por editar esto y gracias al genio universal que inventó el ping-pong.
Ingratitos es el cuarto libro de Caro Chinaski y el primero que me toca reseñar acá en el blog. Cada página ofrece una breve historieta de cuatro viñetas iguales que desembocan en un remate humorístico, con lo cual estamos ante un clásico tomito recopilatorio de tiras cómicas, simplemente pensado en un formato cuadrado (no apaisado) para publicar una sola tira por página sin dar la sensación de que nos están mezquinando material.
Por suerte el material que hay es sumamente aceptable. Mentiría si dijera que me cagué de risa, porque no fue así. Pero me entretuvo bastante y encontré un puñado de chistes muy buenos. Quizás los personajes no me resultaran tan gancheros, pero los diálogos y las situaciones que les inventa Chinaski están muy bien. Creo que lo mejor de Ingratitos aparece cuando los gatos interactúan con “su humana”.
Cuando trabajás con una grilla fija es difícil manejar el timing, y sin timing muchas veces el humor no funciona. Acá encontré muchas tiras en las que los chistes logran su efecto a pesar de la falta de timing, y tiras en las que Chinaski organiza sus ideas para que, incluso en cuatro viñetas de igual tamaño, percibamos algo así como un control del timing en busca de ese efecto cómico. El dibujo es cumplidor, tiene onda, es más carismático que llamativo. Me gustaba más el estilo más libre, más limado, más cargado de rayitas que usaba Caro en Indecentemente Cursi, pero la síntesis que encuentra en Ingratitos seguramente funciona mucho mejor con el público que habitualmente no consume historietas que es (me parece) el segmento al que apunta este libro. De hecho, me parece un libro ideal para regalarle a esa amiga, novia o amigovia que en su vida leyó un comic pero te habla todo el tiempo de sus gatos como si fueran lo más. Ahí quedás como un duque y de paso (en 15 minutos, 20 a lo sumo) te leés esta recopilación de tiras y descubrís la vertiente más “domesticada” de la notable Caro Chinaski.

Ahora que terminé con el pilón de las publicaciones argentinas de 2018, le voy a entrar a algunos títulos más antiguos, y después sí, empezaré con el material de 2019. Nada más, por hoy. Gracias y hasta pronto.

1 comentario:

Kevin Kripper dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.