lunes, 22 de noviembre de 2021
15 al 21 de NOVIEMBRE
Ayer no llegué a postear reseñas en el blog, pero algo leí. Poco, porque estoy releyendo ¿Quién quiere ser superhéroe?, en busca de errores que se puedan corregir en una eventual segunda edición. Pero algo hay.
Empiezo en EEUU, año 2009, cuando Vertigo publica la miniserie Bang! Tango, que más tarde sería recopilada en libro por Image. Se trata de una aventura urbana, con la clásica mexicaneada de garcas que se roban y traicionan entre ellos, pero condimentada con altas dosis de violencia y sexo. Y tango, porque dos de los protagonistas conforman una exitosa pareja de bailarines de tango que le sacan viruta al piso en las milongas de Los Angeles y sueñan con venir a consagrarse a Buenos Aires. Este es un elemento que no tiene tanto peso en la trama como podría sugerir el título de la obra, pero obviamente a los porteños nos llama mucho la atención.
A mí lo que más me impactó fue ver la firma de Joe Kelly en un comic donde se habla todo el tiempo de coger, y donde una de las protagonistas es una chica trans, a la que se insulta y maltrata todo el tiempo por tener una pija bajo la bombacha. Entiendo que en 2009 el tema de las diversidades sexuales no estaba tan aceptado como ahora, pero por momentos choca mucho el nivel de agresión hacia Autumn. La trama en sí está un poquito estirada, pero dentro de todo, Kelly la rema con el carisma de los protagonistas. Este rubro es interesante, porque en Bang! Tango no hay buenos, son todos malos. Protagonistas, antagonistas y secundarios se entreveran en una historia sangrienta, de traiciones, venganzas, sexo on fire y secretos turbios, donde nadie está ni cerca de encontrar la redención. Y por ahí me quedo con eso, que aún hoy resulta bastante original en el contexto del comic de aventuras.
La conexión con el tango llegó a esta obra de la mano del dibujante, el malogrado Adrián Sibar, que era porteño y fan de nuestra música ciudadana. En estas páginas, a Sibar lo tapan mucho las tintas de Rodney Ramos, y encima en la versión en comic books lo eclipsan por completo las portadas de Howard Chaykin. Para compensar, Adrián deja la vida en los fondos, y en las escenas en las que Vincente y Melina bailan tangos (hay una por episodio), ensaya puestas en página para nada clásicas, muy atractivas. Las escenas de acción tienen mucho ritmo y las de sexo… se ven un poquito estáticas para mi gusto. No sé si este es el mejor trabajo de Sibar, pero creo que es el que le demandó mayor esfuerzo.
En el contexto de lo que publicaba Vertigo en 2009, seguramente Bang! Tango es una obra menor, pero por ahí te atrapa por el lado del tango, del sexo, o porque es una de las muchas obras de Joe Kelly junto a dibujantes argentinos.
Me vengo a 2021, para repasar un antología titulada Galgo, con tres relatos escritos y dibujados por Athos Pastore. La primera historieta se llama igual que la antología, y la verdad que no la entendí. Me llamó la atención el dibujo foto-realista, las texturas, los puntitos, pero el guion solo se entiende si pescás los simbolismos, que supongo que tienen que ver con un paralelismo entre la chica y los perros que corren carreras. La tercera historieta se titula “Lágrima”, y entendí menos que en la primera. La narrativa es confusa, no hay diálogos, aparecen imágenes que parecen ser las de las dos historias anteriores pero distorsionadas… Muy raro todo. Y visualmente increíble. Con varias técnicas distintas combinadas, Pastore detona en esas páginas un arsenal gráfico y plástico impresionante, realmente muy zarpado. No sé qué quiso contar, pero es algo muy lindo y muy impactante a la vista.
Y me guardé para el final la segunda historieta, “Estatuilla”, que me gustó muchísimo. Es una de misterio al estilo de las antologías setentosas de DC, con un cierre circular, un elemento sobrenatural y una tragedia contada en clave irónica, todo muy bien resuelto. Y el dibujo es excelente. Parece un comic de David Lapham al que alguien entintó de manera extrema, sobrecargando las tintas al límite. Así, el trabajo de Pastore se ve más nítido, más brecciano por momentos, con una fuerza expresiva muy notable, pero sin comprometer en ningún momento la claridad del relato gráfico. Quiero más obras de este autor en el estilo de Estatuilla.
Nada más por hoy. Gracias por el aguante y será hasta el finde que viene.
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