sábado, 30 de diciembre de 2023
FIN DE AÑO CLÁSICO
Bueno, no me alcanzaron los días del 2023 para leer todas las publicaciones que salieron este año acá en Argentina. Pero bajó bastante el pilón de los pendientes. Estos son los dos últimos libros que logré leer.
Empiezo por Planeta Rojo, un compilado de Deux que trae los cinco episodios de esta serie publicados en Skorpio en 1979, junto a tres historias unitarias de ciencia ficción de la misma dupla autoral, que está integrada por Alfredo Grassi en guiones y Lucho Olivera en dibujos. Me acuerdo que cuando empecé a laburar en Skorpio y a interiorizarme en ese universo, Planeta Rojo era (como La Maga) una serie emblemática de la era de oro de la mítica revista, uno de esos picos que había alcanzado años atrás y a fines de los ´80 ya quedaban medio lejos. O por lo menos así te la vendían. Ahora que finalmente la leo toda de un saque, la verdad que la encontré bastante inconsistente. Primero porque no es una serie episódica clásica: los personajes no se repiten de un episodio a otro. Lo único que los engloba es que siempre hay personajes terrestres envueltos en tramas que transcurren en Marte.
Y son tramas que -leídas hoy- no suenan muy originales. Hay dos bastante atractivas ("Corrosión" y "Primer Contacto"), pero si ya leíste The Martian Chronicles de Ray Bradbury, o el manga 2001 Nights de Yukinobu Hoshino, no te van a sorprender ni el desarrollo ni el tono que elige Grassi para narrarlas. Por si faltara algo, acá Grassi escribe como si fuera un clon de segunda marca de Robin Wood, con bloques de texto que imitan alevosamente el estilo del ídolo paraguayo. El quinto y último episodio trae la novedad de que no está escrito por Grassi, sino por Ricardo Barreiro, y se nota muchísimo el cambio estilístico. Barreiro impone su prosa adusta (mucho más terrenal, sin ínfulas poéticas) y su crudeza característica para abordar los relatos bélicos. "Los Clones" es un típico unitario de Barreiro, con trágicas batallas entre máquinas y soldados futuristas, de esos que solía dibujar el maestro Juan Giménez. Finalmente, de las tres historias cortas de Grassi y Olivera, la única que rescato es "Amigos", cuyo guion está brutalmente estirado para que ocupe 12 páginas, cuando podría haberse contado tranquilamente en cuatro o seis, a lo sumo.
¿Por qué tiene sentido este libro? Porque el dibujo de Lucho es superlativo, brillante, glorioso, insuperable. Esto está, sin ninguna duda, al nivel de los mejores trabajos del inolvidable dibujante correntino. No tiene altibajos de los que a menudo se veían en sus historietas para Columba, no tiene tiradas a chanta, no tiene fallas en la narrativa, acá hay sólo magia y belleza, imaginación y delirio. Por ahí te jode que en los primeros planos Lucho use fotos de actores yankis como referencia para las caras de los personajes, pero la verdad que es un detalle muy menor. Visualmente, Planeta Rojo es una aplanadora, un festival de talento que brota de la pluma de Lucho de un modo inexplicable e indefinible. Por suerte, la reproducción es bastante decente y no se pierde la sutileza de la línea del ídolo. El moco grosero (en un libro de Deux rara vez nos privamos de estos lujos) está en la solapa donde aparece la foto de Alfredo Grassi, seguida de la biografía de Ray Collins. Sí, en serio. A ese nivel llegan los errores de esta editorial bochornosa hasta cuando rescata clásicos importantes como este. De todos modos, si sos fan de Lucho no queda más opción que poner el culito y dejarte vacunar, porque son casi 100 páginas en las que lo vas a ver perforar su propio techo y alcanzar unas cotas de calidad impensadas para una historieta de corte industrial realizada hace 45 años.
La reedición de los primeros 15 episodios de Khrysé, en cambio, está mucho más cuidada. Tiene algún error menor en el prólogo de Ricardo de Luca ("Franck" Spillane, Grace "Henrisen"...) pero la historieta está muy bien reproducida, con un rotulado nuevo muy competente y sin los horrendos colores que le pusieron en Columba cuando la serializaron en la revista D´Artagnan a partir de 1991.
Al igual que Planeta Rojo, en Khrysé también destaco al dibujo como su principal atractivo. Acá el que la rompe toda es el maestro Alfredo Falugi, en una etapa en la que su trazo era una amalgama perfecta entre Cacho Mandrafina y Lito Fernández, con lo mejor de ambos próceres. Por momentos, Falugi tira algunas magias que me recordaron también a Enrique Breccia, Jorge Zaffino o incluso a Alex Toth. Su manejo del claroscuro arranca muy arriba y se afianza con el correr de los episodios. Las páginas están armadas con una grilla que rara vez se altera (cuatro tiras de dos cuadros, al estilo Hugo Pratt) y Falugi no sólo se las ingenia para narrar de modo ágil y entretenido dentro de ese esquema tan rígido, sino que alguna que otra vez se caga en el esquema y ofrece puestas más impactantes, donde el dibujo (y sobre todo la acción, que abunda en las aventuras de Khrysé) se luce mucho más. Si nunca te enganchaste con el dibujo de Falugi, acá te vas a enamorar de su estilo... y en un par de años (para 1993-94) lo vamos a ver pegar nuevos saltos de calidad hasta convertirse en un verdadero monstruo que además producía una cantidad ingente de páginas sin bajar nunca la vara.
En cuanto a los guiones de Manuel Morini, me encontré con buenas ideas, aventuras sólidas, dinámicas, bastante poco obvias y sobre todo con un personaje (la protagonista) muy bien trabajado. Me la bajó un poco descubrir que aburren los bloques de texto en los que (cómo no) Morini intenta sin éxito reproducir la prosa florida y cautivante de Robin Wood. Por suerte esto se publicó a principios de los ´90, cuando las historietas de Columba ya empezaban a desembarazarse de esa tradición de los masacotes de texto extensos y pretenciosos (o totalmente innecesarios, como el globo de pensamiento del sexto cuadro de la página 70) y a apostar por una narrativa más ágil, menos sobrecargada.
El balance general de Khrysé es bueno, por encima de lo que esperaba cuando compré el libro. Y si pensamos que es una historieta realizada para Columba a principios de los ´90 (ya lejos del período de esplendor de la editorial), los logros de Morini y Falugi cobran todavía más dimensión. Ojalá la editorial Duma ofrezca pronto un segundo tomo de esta serie que -sin ser un clásico definitivo de la historieta argentina- me brindó un rato de entretenimiento que disfruté y me enganchó bastante.
Nada más por este año. Mil gracias a los que ya pasaron por https://comiqueandoshop.blogspot.com/ a descargar la nueva Comiqueando Digital, y los que todavía no lo hicieron, anímense que no se van a arrepentir. Feliz 2024 (en la medida de lo posible) y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog, que -gracias al aguante de ustedes- en cualquier momento arranca su decimoquinta temporada.
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2 comentarios:
Feliz año andres!
Gracias!
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