el blog de reseñas de Andrés Accorsi

sábado, 9 de diciembre de 2023

TRES AL LÍMITE

Mañana cambia el país, supongo yo que para peor. En vez de estar en el horno, vamos a estar en el spiedo: con el mismo calor, pero dando vueltas con un palo que nos entra por el orto y nos sale por la garganta. Habrá que aguantar, como aguantamos tantas veces, por lo menos los más veteranos. Vamos con las reseñas. Primero, una breve glosa para Viento Fantasma, un librito que reúne dos historias cortas de Francisco Felkar, ambas con un tinte sobrenatural y ambientadas en su Bahía Blanca natal. Muy notable la mejora en el dibujo de Felkar respecto de sus trabajos anteriores, y muy interesante el tono (medio lovecraftiano) que encontró para narrar lo extraño, lo inexplicable y además para anclarlo en la mitología propia de su ciudad. Por ahí estas historietas destacarían más en el contexto de una antología con otros autores que en un librito de menos de 30 páginas, pero eso no hace menos placentera su lectura.
Vamos con una gema: el tercer (y aparentemente último) libro de El Último Recurso, la serie escrita por Lubrio y dibujada por Kundo Krunch. 78 páginas de acción, mala leche, groserías, atrocidades y abyección moral, que se disfrutan inmensamente. No me acuerdo si con los dos primeros libros me reí tanto, pero este tiene un nivel superlativo. Lo cruel y perverso del plan de los villanos (no muy difícil de traspolar a regímenes políticos y sociales como el que vamos a estrenar mañana) me pareció de una genialidad macabra, me cuesta creer que a ningún otro guionista se le haya ocurrido antes semejante guachada. A Lubrio no sólo se le ocurrió, sino que tuvo los huevos y la destreza de llevarlo al papel, combinado con diálogos tremendos, un ritmo atrapante y muy buen desarrollo de estos personajes a los que espero ver regresar, aunque sea en el contexto de otra serie. El giro que le encuentra Lubrio al clásico plot de "nos invaden extraterrestres que tienen siniestros planes para con la Humanidad" es original y está narrado con una crudeza y un impacto estremecedores. Incluso la respuesta de "los buenos", las maniobras que planifican e improvisan para impedir el genocidio, demuestran inteligencia y osadía por parte del guionista. Después de dos libros en los que pasa de todo, ya para el tercero no se mantiene tan intacta la sensación de "cualquiera de estos personajes puede ser boleta", sino que uno sospecha que -de alguna manera- los cuatro más importantes tienen asegurado el privilegio de llegar al final de la saga. Eso -créanme- no le hace mella para nada a la sensación de vértigo, de frenesí, de "se va todo a la mierda" que transmite el guion de "El Fin de Nuestros Elaborados Planes". El dibujo de Kundo, buenísimo como siempre. Sintético, expresivo, con una puesta en página clásica, sin complicaciones innecesarias, personajes perfectamente identificables y un tratamiento del color muy personal y muy sugestivo, aunque por momentos mucho más sutil que las animaladas que suceden en la historia. Si no hay más El Último Recurso, estamos frente a una serie irrepetible, que se va por la puerta grande. Y si está la chance de que haya un cuarto libro, o una nueva colaboración entre Lubrio y Krunch (en una de esas ambientada en el mismo universo) vamos a ser muchos los fans que nos vamos a poner muy contentos. Ojo: no recomiendo "El Fin de Nuestros Elaborados Planes" a quienes no leyeron las dos aventuras anteriores. No sean pajeros, empiecen por el principio. Lo van a disfrutar a pleno.
Un poquito de algo distinto, para los que se aburren si reseño sólo historieta argentina de este año: en 1997, cuando Cocco Bill cumplía 40 años de publicación ininterrumpida, la editorial Sergio Bonelli convocó a su creador, el legendario Benito Jacovitti, a aportar una historieta 100% inédita que abriría una colección dedicada a los capos del comic humorístico italiano. Ni lerdo ni perezoso, el maestro Jacovitti se mandó las 94 páginas a todo color de Diquaedilá (podría traducirse como "Deaquídeallá"), una demencia gráfica y narrativa casi imposible de explicar. Desde lo visual, acá Jacovitti modifica un poco su estilo: se despega de la línea clara casi franco-belga y opta por un trazo un poquito más sucio. No te digo que empieza a entintar como si fuera Robert Crumb, pero deja atrás ese estilo hiper-prolijo e inmaculado que lo identificara a lo largo de tantas décadas. De todos modos, lo que más llama la atención es que son páginas hiper-sobrecargadas. Las viñetas de Diquaedilá no tienen aire: sólo entran en el cuadro los personajes y los globos de diálogo. No hay una sola toma panorámica en la que se vea mucho paisaje y los personajes chiquititos, no existe la opción de ver la acción "desde lejos". Son como mucho tres planos, que le permiten al autor enfocarse en las caras o los cuerpos, y nada más. Esto transmite la sensación de un relato muy intenso, sin titubeos, sin pausas, que a lo largo de 94 páginas corre el riesgo de agobiar un poco. Por suerte el dibujo es brillante, y uno se vuelve loco con todos esos detalles limados que mete Jacovitti en cada rincón de cada viñeta. La puesta en página por momentos es rarísima, pero nunca se presentan dificultades a la hora de seguir el orden natural de la secuencia. Y así como es extrema la decisión de llevar todos los dibujos al borde de las viñetas sin dejar espacios libres, también es extrema la onda del guion: Diquaedilá se articula en base a una sucesión de peripecias concatenadas, de modo que cuando parece que Cocco Bill resuelve un conflicto, ya se ve inmediatamente envuelto en otro. Por supuesto las "resoluciones" son en joda, a veces muy absurdas, otras muy violentas, otras con el recurso de hacerse cargo de que esto es una historieta: Cocco Bill le habla al lector, discute con el dibujante, mueve los marcos de los cuadritos... un delirio espectacular. Hay una especie de "conflicto mayor", contra Bat Gregorio "el Sonriente", una mezcla entre el Joker y Mick Jagger que resulta ser el villano principal de la saga. Pero en el medio pasan tantas cosas imposibles, hay tantas peripecias, tantos tiroteos y tantas piñas, que la verdad que para cuando reaparece el Sonriente a desencadenar el final de la historia, medio que uno ya se había olvidado de él. En todo momento Jacovitti subraya que esto es una payasada, que no hay que tomarse en serio nada lo que le sucede a Cocco y su fiel caballo Trottalemme. Si en Lucky Luke la parodia al western clásico es sutil y sofisticada, en Cocco Bill es grotesca, desmedida, totalmente pasada de rosca. Y funciona bárbaro, porque cumple con creces el objetivo, que es que nos caguemos de risa un rato. No sé por qué Benito Jacovitti no es mucho más conocido en Latinoamérica, pero a quienes quieran saber muchísimo más sobre este genio, les recomiendo la nota de Hernán Ostuni que forma parte del nº7 de Comiqueando Digital. Y esto es todo, por hoy. Bastante bien, no? Como siempre, ni bien tenga leídos un par de libros más, vuelvo para reseñarlos acá en el blog.

3 comentarios:

claudio g dijo...

una lastima que no haya tenido distribucion el ultimo recurso fuera de la crack y de la comicon a quienes no podemos viajar y la editorial nos dejo en bolas por que como viene la mano veo muy dificil una segunda tirada, medio un desastre por ese lado departe de libera

Andrés Accorsi dijo...

Sabía que habían hecho una tirada muy chica, pero no me imaginé que nunca llegó a distribuirse más allá de esos eventos... Posta, una cagada importante...

Joni dijo...

Este tomo de El último recurso va a tener reedición, con distribución a todas las comiquerías. Fue un año complejo que nos obligó a realizar una tirada más chica, que no pudo ser distribuida y solo se podía conseguir el libro en eventos en forma directa. El libro estuvo disponible hasta esta semana (se agotó ayer en ACC).