miércoles, 13 de noviembre de 2024
NUEVAS LECTURAS
Bueno, pude avanzar un poco más con las lecturas pendientes, un poco gracias a la presión que ejercen esas pilas de libros que me miran con cara de "dale, boludo, hace un año que estoy acá sentado"...
Empiezo con un clásico argentino, de dos autores que ya no están. Entre 1977 y 1978, Alfredo Grassi y Lucho Olivera realizaron para la revista Tit-Bits los once episodios de Ronar, que ahora Deux recopiló en libro. La edición tiene un problema grave, que es que nadie se tomó el laburo de re-rotular las historietas, y el rotulado manual de los años ´70 no solo no se ve lindo, sino que además aparece mordido, como si por momentos las letras se rompieran. El dibujo, por suerte, se ve bastante mejor, pero el rotulado quedó definitivamente por debajo de lo que se espera de un libro que sale a la venta al precio que Deux le puso a Ronar.
La historia en sí me pareció bastante entretenida. No tiene una lógica interna incuestionable, pero lo compensa con un ritmo de aventura de palo-y-palo que la hace digerible incluso 45 años después de su creación. Básicamente estamos ante un "Gilgamesh con machaca". Si a las aventuras de Gilgamesh le faltaban acción, peleas, explosiones, espadazos y violencia en general, acá Grassi toma nota y corrige esa falencia. Nunca se explica cómo un tipo normal, entrenado para ser Neal Armstrong o Buzz Aldrin, se convierte en poquísimas páginas en una especie de Conan, pero no importa. La aventura impone sus reglas y Ronald Arlton se calza la pilcha de guerrero imbatible, al mejor estilo Nippur, pero con esa cosa filosófica, trascendental y hasta melancólica de Gilgamesh, porque es un hombre desplazado en el tiempo y el espacio, eterno extranjero en una época que no es la suya.
Los textos de Grassi muestran una gran elaboración, con momentos dignos de Robin Wood, y nos invitan a pensar en el destino, su carácter inevitable, y las consecuencias de rebelarse ante él. La dimensión trágica del héroe no se hace densa ni melodramática, los villanos (que también me hicieron acordar a elementos presentes en la saga de Gilgamesh) son interesantes, y en todo caso se lamenta (como en casi todas las historietas de aquella época) el rol lamentable que le reserva la trama a los personajes femeninos. El resto está bien, es una buena mezcla de ciencia ficción con espada y brujería, héroes de la jungla, dinosaurios, piratas, ángeles caídos... un menú bastante completo para el fan de la fantasía, pensado para pibes de 14-15 años de 1977 pero bastante aceptable para el lector actual.
Y el dibujo de Lucho es sencillamente glorioso. Esto es justo anterior a la etapa de Gilgamesh escrita por Wood, y el dibujo de Lucho está a ese mismo y excelso nivel. A veces, los rasgos faciales de Ronar cambian bastante de una viñeta a otra, pero es un detalle menor. Estas páginas están llenas de los mejores yeites del genial correntino y transmiten toda la fuerza de su trazo como pocas veces. Hay momentos más sutiles, más jugados a los climas y momentos bien épicos, donde todo es espectacularidad y grandilocuencia. Hay emoción, hay machaca de todos los colores y para todos los gustos y hasta hay recursos muy bien aplicados en esas viñetas en las que Grassi se va al carajo con la cantidad de texto y a Lucho el queda muy poquito espacio para dibujar. Los fondos son increíbles, las naves, los templos, las armaduras... este es un Lucho exuberante, generoso en detalles y texturas imposibles y con un repertorio variadísimo de enfoques para acentuar el vértigo y el dinamismo de las batallas. Aunque los guiones no te atraigan para nada, esto vale la pena para disfrutar a pleno del trabajo de un Olivera tocado con la varita mágica.
En Octubre de 2017, en la ciudad de Las Vegas, un loco de mierda ametralló a una multitud durante un espectáculo musical, mató a 58 personas y dejó a más 500 heridas. Cosas maravillosas que solo pasan en Estados Unidos, obviamente. En 2018, Image lanzó una antología, impulsada por J.H. Williams III y coordinada por Will Dennis, llamada Where We Live, a beneficio de los sobrevivientes de la masacre de Las Vegas. Y como es costumbre, un montón de autores aportaron historietas breves, textos, ilustraciones, lo que venga. El resultado es un libro de casi 350 páginas... en el que la mitad del material o no me interesó, o me pareció bastante choto (menos mal que lo conseguí de oferta). Por suerte, entre el material atractivo hay varias gemas, y me quiero concentrar en destacar esos trabajos que me emocionaron o me sorprendieron.
La de Joshua Dysart y Pere Pérez está muy bien. La de Fábio Moon es una belleza, seguramente de lo mejorcito que ofrece el libro. Otro brazuca, el enorme Gustavo Duarte, te pinta la cara en apenas dos páginas mudas. Capo total. Un guionista al que no conocía, Rafael Scavone (me suena a que también es brazuca), forma equipo con el gran Rafael Albuquerque para otra historieta brillante. Muy linda también la de Amy Chu y Gabriel Walta, me dejó con ganas de que durara más páginas. J.H. Williams convierte en historieta a un poema de Neil Gaiman precioso, al que le añade unas imágenes sugestivas y conmovedoras. La de Brandon Graham es un toque delirante, pero está muy bien. Una grata sorpresa fue la de Brian Haberlin, autor por el que nunca di dos mangos, pero que acá me conmovió con siete páginas muy hermosas. Greg Pak, consagrado guionista, se anima a dibujar así nomás, en su estilo "nene de tercer grado", y le sale bien porque lo que tiene para contar está muy bueno.
También entre la papa más fina hay que poner a la historia escrita por James Robinson, con dibujos de Dean Kotz y Stefano Gaudiano, una verdadera gema. La de Ivan Brandon y Paul Azaceta agarra para el lado de la ironía y el delirio y también da muy buen resultado. Otra gran historia corta es la del siempre competente Cameron Stewart, tres paginitas difíciles de olvidar. No conocía a la guionista Lela Gwenn, pero su aporte, junto al dibujante Matthew Dow Smith, me pareció muy, muy grosso. Muy bien también por Matt Hawkins y Aaron Campbell, gran trabajo. La de J.M. DeMatteis, protagonizada por él mismo, está tan bien escrita, que no importa que la dibuje un cuatro de copas como Mike Cavallaro. Y dejo para el final dos glorias más: la de Rob Williams y Javier Pulido (un experimento que salió maravillosamente bien) y un team-up entre titanes: Kurt Busiek y Andrew McLean, que no podía fallar y no falló. Otra que ojalá durara mucho más y desarrollara hasta el infinito a esos personajes y esos conceptos.
Como suele suceder, tambén hay dibujantes que dieron lo mejor, pero tuvieron mala suerte con los guiones. Es el caso de Tyler Boss, Tom Fowler, Darick Robertson, Richard Pace, Ariela Kristantina, Ryan Kelly, Jamie McKelvie, Cliff Chiang, Dustin Weaver, Joëlle Jones, Michael Gaydos, Gabriel Rodríguez, Andrea Mutti, Sean Phillips, Al Davison, Chris Wildgoose, Phil Hester y Tess Fowler, capos y capas a los que uno sigue a todas partes, pero que acá se quedaron afuera del cuadro de honor por dibujar guiones pedorros. ¿Vale la pena comprarse el libro? Si lo ves barato, sí.
Y hasta acá llego, por hoy. Gracias totales y nos reencontramos pronto con nuevas reseñas, acá en el blog.
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2 comentarios:
Pinta bien esa antología! No me quedó claro si el tema tiene que ver con esa masacre o las historias van por otro lado.
Y te puedo hacer una pregunta offtopic, ¿qué te parece el Kid Eternity de Morrison y Fregedo?
Gracias Andrés, siempre un lujo leerte!
Casualmente las mejores historias de la antología son las que más le escapan a la crónica o el relato de lo sucedido durante y después de la masacre. Algunas se meten con el tema de la portación libre de armas, otras con los trastornos mentales, otras con el culto a la violencia... y otras encaran para un lado más metafórico o alegórico, y es a las que mejor les va. Kid Eternity de Morrison y Fegredo se zarpa un poco de pretensiosa, pero está buena, sobre todo el tramo final.
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