el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 1 de junio de 2010

01/ 06: TRANSIT


Aunque se lo nombre poco, aunque nunca le hayan dado ni un mísero premio Eisner, aunque no lo mimen ni la Wizard ni el Comics Journal, aunque jamás haya sido un best-seller ni mucho menos, Ted McKeever es uno de los autores más importantes que tiene EEUU. Un genio con todas las letras que desde 1987 descolla tanto en sus propias creaciones como cuando le toca trabajar con personajes de las grandes editoriales.
Imaginate mi alegría cuando en 2008 el imprint Shadowline de Image (sí, el de Jim Valentino) recopiló en un hermoso libro los cinco episodios de Transit, la opera prima de McKeever, pero con el agregado del sexto y último episodio, que quedó inédito en los ´80, porque el autor se dedicó a otra cosa. Transit es 100% comic de autor ochentoso: deja algunas puntas sueltas, no todo se termina de explicar, pero todo funciona en torno a la construcción de un mundo, de un universo que el autor controla, en el que se siente cómodo y en el que pela sus obsesiones y sus búsquedas con naturalidad, coherencia y –si dibuja tan bien como McKeever- contundencia.
Transit es un thriller político ambientado en una urbe decadente, aplastada por el crimen organizado que tiene como capo a Boss Traun, una especie de Kingpin al que le agarra un brote místico y decide ya no sojuzgar a la ciudad, sino hacerla mierda, de una y sin piedad. En el medio están su títere (un Don Nadie que asume la identidad de un pastor religioso para postularse a intendente), el artista de grafitti y rebelde Spud, un par de amigos de éste, y Joe Bones, un recluso que sale de prisión por encargo de Rex Interior, otro malviviente muy conectado con el poder. Por supuesto, ninguno tiene garantizado el final feliz. Por el contrario, la sordidez y la mala leche marcan el tono de la obra, excepto en el último episodio (el realizado por McKeever en 2008), donde todo pega un giro hacia un destino que no puedo revelar para no cagar al que no la leyó.
De todos modos, lo más relevante de este trabajo es la evolución de McKeever como dibujante, una evolución que es más bien un salto brutal, que se da entre el primer y el segundo episodio, y que tiene nombre y apellido: Lou Stathis, el ya fallecido coordinador, fue quien recibió a McKeever en la editorial Vortex y, tras aprobarle el primer capítulo, le entregó un bolso lleno de revistas para que el autor estudiara a algunos maestros del comic contemporáneo. Stathis no sólo era amigo de Art Spiegelman: era especialista en comic europeo de vanguardia y en historieta argentina. De hecho, se jactaba de ser el único newyorkino que tenía los 100 números de la Fierro clásica.
O sea que, mientras prepara el segundo capítulo de Transit, McKeever descubre y estudia a los genios del claroscuro, José Muñoz y Alberto Breccia, y enseguida empieza a hacer bien lo que Keith Giffen y Frank Miller hicieron mal. Estas influencias (más las de autores españoles no tan conocidos, como Guillem Cifré, Micharmut o Toni Garcés) potencian hasta el infinito el incipiente estilo de McKeever y a lo largo de Transit lo vemos afianzarse como un dibujante distinto, genial, arriesgado, sólido, impactante, con una narrativa inquietante, no exenta de truculencia ni de poesía. El final de Transit, escrito en 1988 y dibujado para esta recopilación, ya es sublime. Es el McKeever de hoy, una bestia desaforada con una gama de recursos muchísimo más vasta que la que mostraba en los ´80 y la cancha que dan los años. Son apenas 15 páginas, pero no te las olvidás nunca más.
Es probable que Transit no esté entre las mejores obras de Ted McKeever, pero si venías siguiendo los trabajos del ídolo, seguro tenías esa espina, la de su “álbum debut” que había quedado inconcluso y que era más jodido de encontrar que un bukkake en una historieta de Columba. Esta edición repara esas falencias y además premia al que lo esperó 20 años con un final impresionante, dibujado al recontra-palo por un genio del Noveno Arte, más admirado por los dibujantes que por los lectores, pero de incontrastable grossitud.

2 comentarios:

Loris Z. dijo...

Que GRAN historietista que es Ted. Cada vez que lo escucho hablar de sus comienzos, su relación con con Lou Stathis o simplemente las cosas que sabe, se me pone la piel de gallina. Uno de esos historietistas que despues de encontrarlo no podes entender como es que no tiene estatuas en todas las plazas del mundo.

Cuestionador dijo...

Mckeever es un grande con todas las letras, y el expresionismo que demuestra en sus obras es fabuloso. A ver si consigo algo de Eddy Current editado en castellano, que me han dicho que es muy buena.