el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 20 de marzo de 2011

20/ 3: QUOTIDIANIA DELIRANTE Vol.2


A rasgos generales, estas 17 historietas no plantean nada radicalmente distinto de lo que ya vimos en el tomo anterior. Pero tal vez por efecto de acumulación, de leer estas después de haber leído las anteriores, me da la sensación de que pegan más fuerte. La palabra “Delirante” en el título es casi un engaña-pichanga. Sí, hay situaciones descabelladas e inverosímiles. Pero hasta ahí nomás. Esto no es una demencia tipo… Rogan Gosh de Milligan y McCarthy. Estas son historietas perfectamente pensadas para lograr un efecto, para transmitir un mensaje, para implantar en el lector ciertas ideas que atormentan a Miguelanxo Prado y que el genio gallego quiere compartir. No sólo con los intelectuales, o por la gente habitualmente preocupada por los problemas de la sociedad, sino también con el lector menos comprometido, que no le pide a la historieta mucho más que unos minutos de esparcimiento. A ese lector, Prado lo seduce con su humor, en el cual el delirio es importante, pero lo central es el regusto ácido.
Como vimos en el tomo anterior, Quotidianía Delirante es una luz de alerta que se enciende. Es un tipo que logra bajarse un segundo del vértigo descerebrado del consumo, el progreso y el éxito para pensar qué medios se justifican y cuáles no para alcanzar esos fines. Prado se da cuenta (como Arturo Pérez-Reverte, por ejemplo) que la España de su tiempo (fines de los ´80 y principios de los ´90) está cambiando demasiado rápido y en una dirección demasiado pelotuda. La salvajada del vale-todo se expande para todos lados, incluso para adentro, y Miguelanxo la retrata con mano maestra en ámbitos tan distintos como la familia, la pareja, el trabajo, el medio ambiente y las relaciones internacionales. En todas partes, alguien se excede brutalmente y alguien acepta estos excesos como si fuesen lo más normal del mundo, como si no existiese ninguna chance de ponerle límites (y mucho menos de revertir) a esa ola que arrasa con la honestidad, la solidaridad, la libertad e incluso la lógica más básica.
Si a esta bajada de línea, punzante y demoledora, le sumamos las situaciones bizarras y los diálogos siempre efectivos, el resultado son historietas cortas (3 o 4 páginas) con un poder impresionante. Esto es –como South Park- material que debería enseñarse en las escuelas, para que los chicos entiendan desde la infancia a dónde vamos a ir a parar si no se frena la ola. Y además para que descubran una forma distinta de hacer historieta, porque hoy todos le ponen infinitas fichas a las novelas gráficas de infinitas páginas, y Prado demostró con creces que en cuatro páginas también podés armar una trama, desarrollarla y cerrarla de modo brillante.
Todo esto, sin hablar del dibujo del prócer gallego que en este tomo trabaja siempre en un mismo registro, sin esos fastuosos experimentos con el color que vimos en el tomo anterior, pero totalmente afianzado en un estilo que es perfecto para la sátira costumbrista y socio-política. Identificado en sus años mozos con la ciencia-ficción, ya un poquito más grande Prado se reveló como uno de los más agudos observadores del aquí y ahora. El ojo infalible del autor capta detalles mínimos como la ropa, los autos, los peinados y hasta las tetas infladas con silicona, y los plasma en la página con sutileza y con fuerza expresiva.
Esto es comic fundamental, amigo viñetófilo. Está escrito hace 20 años, pero se lee como si se escribiera hoy. Y está dibujado como la hiper-concha de Dios por uno de los grandes genios del Noveno Arte, que hasta cuando se propone cagarse de risa un rato, termina por dar cátedras memorables.

3 comentarios:

z dijo...

Me cebó.
"para que los chicos entiendan desde la infancia a dónde vamos a ir a parar si no se frena la ola" ¿la ola de qué?
Colgaste con los tags Andrés.

Andres Accorsi dijo...

Ya puse los tags! Gracias por avisar!
Lo de la ola, releé el párrafo anterior, que está explicadísimo...

z dijo...

Sí, qué tarado :S, gracias