el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 25 de octubre de 2018

JUEVES EN BLANCO Y NEGRO

Ya es medio un clásico que tengamos posteos los jueves, y con este alcanzamos la marca de 2017. De acá a fin de año, la vamos a superar, espero que holgadamente.
Empiezo con el TPB que recopila la primera miniserie de Batman: Black & White, la de 1996, la que inició todo. Debajo de esa portada espantosa de Jim Lee nos esperan 20 historietas firmadas por un elenco de autores que sencillamente te hiela la sangre. Esto no significa que las 20 historietas sean magistrales, en absoluto, pero te predispone a leer papa fina, incluso cuando no te interese en lo más mínimo la figura de Batman.
El tomo arranca muy arriba, con cuatro historias que están sin dudas entre las mejores de la recopilación: Ted McKeever, Howard Chaykin, Joe Kubert y especialmente Bruce Timm ofrecen sendas cátedras memorables de narración gráfica, con estilos muy distintos pero con un talento y unos huevos gigantescos. La quinta historia ya tiene un poquito de trampa: para que el genial José Muñoz se sintiera más a gusto, Archie Goodwin le escribe un guión “sampayesco” en el que Batman prácticamente no figura. El dibujo (ni hace falta decirlo) es glorioso. El inmenso Walt Simonson la rompe con los dibujos, no tanto con el guión. Otro prócer, Richard Corben, forma equipo (una vez más) con Jan Strnad para una muy buena historia, dura, sin concesiones.
El primer faux pas llega con la historia de Kent Williams, bien dibujada pero con un guión medio pavote. Chuck Dixon y el inolvidable Jorge Zaffino proponen un muy buen relato policial, mientras que los británicos Neil Gaiman y Simon Bisley se juntan para reirse un rato, en un metacomic que juega a imaginar el backstage de un comic de Batman. Y después viene el maestro Klaus Janson, a ponerle onda y emoción a sus ocho paginitas.
Andrew Helfer forma equipo nada menos que con Liberatore, para una historia correcta, muy bien dibujada. Después llega el gran Matt Wagner, que la rompe toda, no deja nada en pie.
El siguiente tropezón le toca lamentablemente al ídolo máximo, Bill Sienkiewicz, que se zarpa con la cantidad de viñetas y la cantidad de texto que mete en cada página, obviamente en detrimento del dibujo, que es su fuerte. Teddy Kristiansen se luce como pocas veces, a pesar de que el guión de Denny O´Neil no lo ayuda mucho. El siempre impresionante Brian Bolland te detona el ojete con sus dibujos, y el guión… es más original que bueno. Jan Strnad vuelve a la carga, con un guión bastante más flojo que el anterior, que por suerte cae en las manos mágicas del indescriptible Kevin Nowlan. Con Goodwin pasa lo contrario: se inspira mucho más en este segundo guión más que en el anterior, pero este lo dibuja Gary Gianni, que a mí mucho no me copa. Y el otro reincidente, Denny O´Neil, propone un guión que juega a la emoción, pero no le sale. El dibujo de Brian Stelfreeze es brillante. El libro cierra con el sensei Katsuhiro Otomo, que la rompe en el dibujo pero a nivel guión hace bastante agua. De todos modos, hay que aplaudir el laburo monumental de los coordinadores que lograron juntar a todas estas bestias en un sólo proyecto. Me falta reseñar sólo el Vol.4, el de las historias de 2013-14, que está ahí, pidiendo pista. Muy pronto lo leo y lo comentamos.
Me vengo a Argentina a 2018, para leer Beatnik Buenos Aires, el libro escrito por Diego Arandojo y Facundo Percio. Yo entré bastante convencido de que iba a leer una novela gráfica, pero no, son 13 historias muy cortitas, de 6 páginas cada una, donde rara vez alcanza el espacio para darle a cada idea el desarrollo que ameritaba. Arandojo arma un mosaico, mostrando un poquito de cada uno de unos 15 ó 20 personajes muy interesantes… de los que uno quiere ver mucho más de lo que nos muestra el libro. Muchas de las 13 historias son anécdotas chiquitas, muy bien investigadas, pero que se quedan en eso, en la anécdota.
Al final del libro aparecen 13 textos en los que Arandojo nos regala un montón de información extra acerca de estos protagonistas de la noche bohemia que supo tener Buenos Aires en los ´60. Son datos jugosos, que revelan que el autor se comprometió a fondo con el tema, y a mí me hubiera gustado enterarme de todo eso leyendo las historietas. Varios de estos personajes daban (no tengo dudas) para protagonizar ellos solos una novelita gráfica de 64 páginas.
De las varias emociones y revelaciones copadas que pude rescatar entre estos pedacitos de historias, me quedo con la breve aparición del inolvidable Gustavo Trigo, gran historietista de los ´70, ´80 y ´90 al que tuve la suerte de conocer y que (me parece) tuvo más repercusión en Italia (donde vivió muchos años) que en su propio país.
Pero lo que me dejó totalmente boquiabierto, atónito, patidifuso, fue el dibujo de Facundo Percio. Olvidate de los trabajos que vimos antes. Este es otro Percio, un Percio mágico, que maneja el blanco y negro con una perfección, una profundidad y un vuelo que hacía mucho que no se veía en la historieta. La técnica de Percio (a caballo entre lo gráfico y lo pictórico) es imposible de describir, esto hay que verlo para creerlo. Y lo mejor es cómo este prodigio visual está puesto al servicio de la narrativa, al punto de que Facundo se fuma páginas de 9 cuadros, algunos con mucho texto, simplemente porque entiende que eso es lo que necesita el guión de Arandojo para lograr el efecto narrativo que busca. Ni hablar de lo que hace Percio con los fondos, los vehículos, la ropa… Un trabajo absolutamente consagratorio de este artista que pudo convertirse en un obrero más del mainstream yanki pero tuvo el coraje y la lucidez de elegir un camino alternativo.
¡Uh, se hizo largo! Gracias por el aguante y hasta la próxima.

2 comentarios:

metodología de la investigación dijo...

Excelente reseña

Archivo de Comics dijo...

Hoy en día es fácil, pero tener Bats en ByN en los 90s era un lio, Vid y Zinco creo que no lo publicaron todo. almeno la historia del joker dibujada por ross no esta ahí. Ojala y se harían más cosas así te recomiendo la colección digital creo de adventures of superman del 2013 que salvando las gigantes diferencias es más de este estilo, historias cortas y fuera de continuidad.