miércoles, 21 de octubre de 2020
SOUTHERN BASTARDS Vol.3
Imposible aguantar demasiado sin entrarle al Vol.3 después de lo manija que me dejó el Vol.2 de esta gran serie de Jason Aaron y Jason Latour. Ya quedó atrás aquella primera mirada, en la que Southern Bastards aparecía muy pegada a Men of Wrath. A esta altura de la serie, con 14 episodios ya en el buche, no tengo dudas de que la principal referencia tiene que ser sí o sí Scalped. Para regocijo de cualquiera que haya disfrutado (o sufrido) con aquella insuperable serie de Vertigo, les cuento y hasta les afirmo con total convicción que en Southern Bastards lo tenemos a Aaron aplicando la MISMA FÓRMULA que lo consagró en Scalped. El pueblito alejado y endogámico donde las reglas sociales son otras, la mala leche y la sordidez asfixiantes, e incluso trucos narrativos, como el de frenar la acción en la víspera de un evento importante, parar la bocha y (como un 5 con talento) empezar a mandar pases a los costados, para habilitarle el protagonismo a personajes que todavía no habían encontrado espacio para desarrollarse.
Esto es básicamente lo que sucede en este tercer tomo. Se viene un partido importantísimo para los Running Rebs, y Aaron y Latour se lo guardan hasta el quinto episodio. Los cuatro primeros pasan todos al mismo tiempo, en los días previos al partido contra los Warriors de Wetumpka, y cada uno está centrado en un personaje distinto. Se exploran apenitas lo sucedido en el impactante final del Vol.2, y la bocha se mueve hacia los laterales: el sheriff Hardy, el sacado secuaz Esaw (lejos, el personaje más detestable de la serie), el (hasta ahora) misterioso cazador del arco y la flecha, y un pibe hospitalizado que parece tener algún tipo de don sobrenatural extraño. El quinto episodio, el del partido, se enfoca necesariamente en Euless Boss, el director técnico de los Rebs, quien en el tomo anterior despuntó como el protagonista excluyente de la serie, y sí, probablemente sea el punto más alto de esta tanda. Y en el sexto episodio, finalmente sucede algo que Aaron venía postergando desde el final del primer arco: llega al pueblo de Craw County la hija de Earl, el hombre asesinado por Boss al principio de la serie. Supongo que la serie va a avanzar hacia el conflicto a todo o nada entre Roberta y Euless Boss, pero por ahora a la joven le cuesta hacer pie en este territorio hostil, donde hasta la más básica convivencia entre vecinos está atravesada por la violencia, el delito y el odio (en este caso odio racial, porque Roberta, al igual que su madre, es afroamericana).
Una vez más, el dibujo de Jason Latour me sorprendió por su desparpajo, por la forma visceral en que se caga en la estética realista para irse bien, bien a la mierda, a un expresionismo que por momentos casi mete miedo. Hay pasajes tan grotescos, que me los imaginé dibujados por Steve Parkhouse en un comic en joda, tipo The Bojeffries Saga. El color (también obra de Latour) es magnífico de punta a punta y el dibujante que entra de suplente en el número en que Latour descansa (en realidad no, porque escribe el guión) es un inspiradísimo Chris Brunner. Hay muchísimos puntos altos en la faz gráfica, pero creo que lo que más me impactó es que Latour no sugiere nada, no te deja nada librado a la imaginación. Si hay torturas te las muestra, si hay muertes truculentas hace que te salpiquen sangre, y si hay garches no te los esconde en sombras ni te tapa los genitales de nadie.
Esto es así, crudo, brutal, sin ningún tipo de concesiones. No es para todos los públicos, obviamente, pero el que se aguante este nivel de atrocidad se va a ver ampliamente recompensado por tramas, diálogos y dibujos muy por encima de la media que ofrece hoy el mainstream yanki. Leés un TPB de Southern Bastards y te convencés de que no hay forma de que Jason Aaron escriba un comic choto, no te entra en la cabeza que varios de sus títulos de superhéroes en Marvel sean puro humo, o directamente una bosta. Pero bueno, es así.
Me acabo de fijar y Southern Bastards llegó hasta el nº20, nomás, y se cortó allá por 2018. O sea que el cuarto TPB (que también salió en 2018) debería incluir el final de la serie… a menos que haya quedado inconclusa. No lo tengo, nunca lo vi, pero como siempre digo, acepto donaciones.
Y hasta acá llegamos, por ahora. Atenti, que en cualquier momento nos reencontramos con nuevas reseñas, acá en el blog.
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3 comentarios:
offtopic Andres: leyendo una necrológica de Durañona por Sasturain, este último menciona a un tal "Balbi" sin nombre de pila, también dibujante. Tenes idea quien es?
Jesús Alberto Balbi, un dibujante con bastante producción en los ´60, ´70 y ´80. En los ´90 fue asistente de Durañona mientras este tuvo su estudio en Buenos Aires.
infinitas gracias.
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