el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 25 de septiembre de 2022

MÁS AKIRA

Terminada la seguidilla de reseñas dedicadas a los tomos individuales, me queda pendiente una reseña más global del célebre manga de Katsuhiro Otomo, con algunas puntas que no tienen que ver con un tomo en particular, cositas que me quedaron colgadas de las reseñas anteriores, etc. Akira es un manga que se empezó a serializar a fines de 1982 y terminó a mediados de 1990. O sea que más que ochentoso es hiper-archi-ultra-mega ochentoso, quizás más ochentoso que Dragon Ball, Saint Seiya o Banana Fish. Pero la gran ventaja es que no se le nota, para nada. Leído hoy, en 2022, no te lleva de nuevo a esa época. No estás todo el tiempo pensando "y bueno, es una obra de los ´80". El dibujo es tan moderno, tan de avanzada, que no quedó anclado a la forma en que normalmente se dibujaban los mangas en los ´80. Si te dicen que Otomo lo dibujó en... 2015, no te parece un disparate, ni mucho menos. Esto tiene que ver en parte con la inmensa influencia que ejerció Otomo en los mangakas que vinieron atrás suyo. No solo en Satoshi Kon, su asistente, luego amigo y socio, sino en muchos autores (incluso de Occidente) que estudiaron Fireball, Akira, Domu y el resto de los mangas de Katsuhiro y descubrieron una nueva forma de plasmar sus historias en imágenes, tan distinta de la forma clásica (la de Osamu Tezuka, digamos) como en su momento fue la de Yoshihiro Tatsumi o los otros pioneros del gekiga. Entonces la estética "akiresca" trascendió totalmente a Akira, a su época, y a su contexto geográfico, al punto que hoy la asociamos con tiempos mucho más cercanos. Eso es un mérito enorme del sensei Otomo, que compensa el hecho de que -una vez terminada la serialización de Akira- prácticamente no volvió a dibujar manga. No me quiero meter con la película de 1988, pero sí señalar que el combo entre el manga y la película animada fue lo que le permitió a Akira convertirse en esa punta de lanza en la invasión del manga al resto del mundo. Era una obra relativamente corta para el mercado japonés, dibujada como la San Puta por un tipo que obviamente había leído comic europeo, y encima venía con un largometraje animado que te partía el ojete en 18.564 pedacitos. ¿Cómo resistirse a una cosa así, tan intensa, tan moderna, tan distinta? Otomo capitalizó a full su rol de "embajador del manga en el resto del mundo". Rosqueó con Marvel para que Epic publicara Akira en inglés, en tomitos de 48 páginas, en sentido de lectura occidental... ¡y a todo color! Creo que si Archie Goodwin le pedía incluir en cada librito una foto de su vieja en bolas, Otomo decía que sí. Una vez que puso el piecito en Francia y EEUU, Otomo se dedicó a hacerse amigo de Moebius, de Jodorowsky y demás próceres del comic occidental y hasta dibujó un comic de Batman para una antología de DC. Así es como tanto el autor como su obra quedaron rápidamente integrados al canon del comic mundial, ya no confinados a los lectores/fans del manga, sino a un mercado infinitamente más grande, justo cuando empezaba a pegar fuerte la idea de la globalización. Para millones de lectores no japoneses, Akira fue el primer manga al que tuvimos acceso, y eso también contribuyó a darle a la obra ese status legendario. Y bueno, qué pena las horas perdidas, como dice la canción de Zambayonny. Cómo me hubiera gustado Akira si toda la obra estuviera escrita como el Vol.1, o si fuera más corta. O si hubiera terminado en el Vol.3, incluso sin cerrar todas las puntas argumentales. Leo por ahí que más de uno rotula a Akira como una obra de género cyberpunk, y me cago de risa. Akira es una obra que empieza como una especie de thriller político con elementos futuristas, en el medio pasa a ser una de aventuras y superpoderes bien clásica (tipo Mai the Psychic Girl) ambientada en un futuro post-apocalíptico, y al final es un delirio casi metafísico, mezclado con aventuras extremas tipo Die Hard, y terror físico y deforme tipo película de David Cronenberg. Obviamente hay que reconocer que en los ´80 no había muchas historietas así, que abordaran esos géneros de esta manera, y mucho menos que generaran semejante impacto. Pero lo de "cyberpunk" parece una joda o un engaña-pichanga. Con todas sus falencias en materia argumental, a 40 años de su aparición Akira sigue siendo un clásico importantísimo, y una obra que sin dudas hay que leer, aunque sea una vez. Por la calidad del dibujo, al que le queda chico el calificativo de "majestuoso", por lo vibrante de la narrativa, por la onda de los personajes, por lo extremo de las situaciones vinculadas a los superpoderes (si leíste muchos comics de mutantes por ahí te preguntás por qué en el Universo Marvel nunca hubo una aventura como esta) y porque cuando el muerto es tan famoso, ningún forense se quiere perder la posibilidad de estudiar el fiambre y tirar su propia teoría de por qué palmó. Mil gracias a tod@s l@s que se engancharon con este experimento y pronto vuelven las reseñas habituales, con la típica mescolanza de material de distintas épocas y distintos países, acá al blog. A l@s amig@s de Tucumán, l@s espero el martes 4 en Legión Comics para la presentación de ¿Quién quiere ser superhéroe? y a l@s de Santiago del Estero, el miércoles 5 en la librería Utopía, donde también vamos a estar presentando el libro. Aguante todo.

2 comentarios:

Matias dijo...

Muy buenas las 6 reseñas y el cierre. Lei hace relativamente poco Akira y me decepcionaron los últimos tomos porque a nivel argumental no pasa nada, es todo destrucción, aunque se compensa con el dibujo de Otomo (y compañía).
Lo del rotulo de cyberpunk es discutible, está ambientada en un futuro distópico, la tecnología juega un rol importante en la repartición de poder, hay lucha en contra del sistema, hay pandilleros, hay drogas, estéticamente el diseño edilicio y de maquinarias es futurista y concordante con otras obras del genero, aunque la trama es de mutantes psíquicos y no de androides o seres robóticos antropomórficos.

NN dijo...

Para mí también fue una decepción "Akira" cuando la leí de prestado la primera vez; tenía un tomito de los números iniciales a color y muy cebadamente acepté bajarme la obra en un corto plazo (claramente no de a un tomo por día, aunque era una edición de 13 o algo así) para devolverla raudamente. Se me hizo cuesta arriba. Recuerdo esa sensación de historieta serial en que los protagonistas zafan de algo para luego caer en otra situación extrema, y así hasta el infinito. Reconozco que las escenas de destrucción son una maravilla absoluta. Obviamente compré la edición de "Ovni" a medida que fue saliendo, pese a los errores de tipeo, y me gustó bastante más, aunque se nota lo estirada que está. Pudo haber sido una obra perfecta, tiene muchísimos elementos para ello. Otomo claramente es un genio. No sé si los editores habrán metido mano para extender esto como si de un miembro de Tetsuo se tratara
Papa ¿Estás comprando "Blood on the Tracks"? Hoy me bajé el tomo 3 y no puedo creer lo asfixiante que me resulta la obra hasta ahora.
¡Saludos!