lunes, 19 de septiembre de 2022
AKIRA Vol.1
Los memoriosos recordarán que allá por fines de 2015, acá en el blog hice el experimento de leer todos los TPBs de Sandman, uno atrás de otro, en una seguidilla de 10 reseñas y un epílogo, a lo largo de 11 días consecutivos. Ahora que volví a completar Akira en la edición que yo quería tener, y para festejar los 40 años del inicio de la mítica saga de Katsuhiro Otomo, la idea es hacer lo mismo: reseñar los seis tomos en seis días consecutivos y cerrar la SemanAkira con un artículo más general a modo de epílogo. Son seis masacotes poderosos (creo que ninguno baja de las 350 páginas) pero trataremos de llegar con las lecturas y las reseñas con periodicidad diaria, de acá al domingo.
Felizmente lo primero que me queda claro luego de leer el Vol.1 es que no me acordaba casi nada del argumento. O sea que buena parte de lo que leí me sorprendió tanto como aquella primera vez, cuando descubrí a Akira a fines de los ´80 en los libritos a todo color que publicaba Epic/ Marvel. Y rápidamente eso quedó opacado por otra conclusión obvia y contundente: Akira arranca en un nivel tremendo. El dibujo, ni hace falta decirlo, es glorioso. Otomo deja la vida en cada viñeta y encima tiene asistentes de la talla del inmortal Satoshi Kon, que se lucen en los fondos y en las líneas cinéticas. La historia canónica del manga moderno nos cuenta que la revolución, el quiebre, se produce a principios de 1979 cuando Otomo publica Fireball, esa historia de 50 páginas que le detona la cabeza a toda una generación de lectores (y de mangakas). Pero evidentemente entre 1979 y 1982 el ídolo no detuvo su aprendizaje, su curva ascendente hacia la gloria gráfica, porque en Akira todo se ve aún mejor, más impactante y más sólido que en Fireball. Las masas negras y los espacios blancos están mejor compensados, los personajes son más expresivos... Por ahí la narración está un poco más descomprimida, porque Akira es una serie extensa (para Occidente, no? En Japón 2000 páginas no son nada), pero la verdad es que -por lo menos en este primer tramo- no se siente para nada que Otomo esté estirando, o que opte deliberadamente por un ritmo narrativo más lento.
Y esto conecta con lo más importante (por lo menos para mi gusto): el guion. No recordaba que el guion fuera tan bueno, tan compacto, que todo estuviera tan bien explicado, que no hubiese ni medio cabo suelto, que todo fluyera de modo tan orgánico, que las actitudes y decisiones de cada personaje estuvieran tan bien justificadas. Esto que parece un descontrol de acción al palo, violencia, estridencia, gente con hiper-poderes que hace que tiemblen los edificios, que mueve el agua con la mente o le hace estallar la cabeza a sus enemigos con solo mirarlos, en realidad es un relojito, un mecanismo narrativo perfecto, sin nada librado al azar. Ningún personaje está al pedo, ninguna secuencia pasa de largo sin aportarle algo interesante al relato, la machaca no está de adorno ni como "engaña-pichanga" para que uno crea que están pasando muchas cosas cuando en realidad no pasa nada... Realmente estamos ante un manga de una calidad superior, una especie de upgrade para los ´80 de las grandes obras de los autores clásicos de los ´60 y ´70, obviamente con Osamu Tezuka a la cabeza.
Incluso bien leída, Akira es una historieta que habla de temas sociales ásperos, de preocupante vigencia. Hay una conspiración en las sombras que mueve millones y millones, y que destina parte de estos recursos a eliminar de manera violenta a gente que se interpone en sus planes, o que averigua más de lo que a ellos les conviene que se sepa. Hay adolescentes olvidados por la sociedad, que no tienen contención por parte de sus familias, que reciben una educación autoritaria carente de toda empatía, y que se decantan por una vida marginal, de violencia, escabio y drogas. Hay chicos en cautiverio, prisioneros de su condición de freaks pero con unos poderes psiónicos devastadores, constantemente monitoreados por las autoridades militares (que juegan para la conspiración ya citada).
Y en el medio hay rebeldía juvenil, hay amistades inquebrantables, traiciones, puntitas de posible romance, manipulación y escamoteo de información, y un misterio ominoso, que va a crecer en los tomos posteriores, vinculado precisamente a Akira. ¿Qué o quién es Akira? En las primeras 350 páginas Otomo no nos da casi pistas de por qué la serie lleva ese nombre y no el de Kaneda, que es a todas luces el personaje central. Pero se intuye algo grosso, potencialmente cataclísmico, que se develará más adelante.
Mañana les cuento cómo sigue esto, pero empezó muy arriba. No recuerdo que aquella primera lectura en la cuasi-infancia me haya generado el entusiasmo y las ganas de tirarme de cabeza sobre el tomo siguiente que me generó Akira ahora que la estoy leyendo en la cuasi-vejez. Acá sí que no hay humo: este es un manga que, 40 años atrás, arrancaba poniendo arriba de la mesa una calidad más que suficiente para aspirar al status de Obra Maestra del que goza en la actualidad.
Gracias por leer y nos reencontramos mañana con la reseña del Vol.2, acá en el blog.
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1 comentario:
Andrés, tiene sentido comprar solo el tomo 1? El análisis general de la obra y la cantidad de tomos me tiran para abajo, pero por otro lado me gustaría tener al menos algo de Akira... Gracias!
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