miércoles, 21 de agosto de 2024
TARDE DE MIÉRCOLES
Sigo adelante con las lecturas, y sin más prolegómenos me sumerjo en las reseñas.
En 1996, los amigos de la Semana Negra de Gijón reeditaron en un tremendo librazo los 10 primeros episodios de Delta 99, una serie creada en 1968 por Josep Toutain básicamente para vendérsela a revistas de aventuras juveniles de distintos mercados. Toutain no escribió ni dibujó las historietas: puso los dibujos en manos de un muy joven Carlos Giménez (con Adolfo Usero como principal colaborador) y los guiones en manos del experimentado Jesús Flores Thies, con quien más tarde se peleó, y así es como el décimo episodio está escrito por el maestro Víctor Mora.
La verdad que ninguno de los guiones me generó demasiado interés. Son todas aventuras bien de fórmula, en la línea de las películas de James Bond, con un héroe canchero, imbatible, que vive peripecias extremas en las grandes ciudades, en el océano, en el desierto, en la nieve, en castillos medievales... lucha contra una organización diabólica que quiere dominar el mundo, femme fatales, una pandilla de motoqueros violentos, científicos malignos, un clásico villano encapuchado... todos rodeados de sicarios con pésima puntería, como para que vos siempre sepas que Delta va a salir indemne, o a lo sumo con algún raspón. El héroe pilotea autos zarpados, lanchas, motos, aviones, esquía, bucea... un capo en todas las disciplinas, cuya habilidad se explica por el hecho de que su origen no está en nuestro planeta, sino que se trata de un agente del espacio exterior... una idea potencialmente interesante, pero que los guionistas no utilizan como motor de las aventuras. El único personaje secundario interesante me gustó mucho (Lu, la pirata china) y en general, los episodios en los que su rol es más pequeño son los más flojos. Pero ni siquiera cuando Lu tiene más peso en las tramas encontré algo que me impactara o me emocionara.
Obviamente el atractivo de Delta 99 pasa por el dibujo de Carlos Giménez, o en realidad por ver cómo en estos primeros trabajos (casi el Year One del mítico autor) empiezan a aparecer tímidamente los rasgos que van a caracterizar a su trazo en los años venideros. Acá se ve a un dibujante competente, pero con poca identidad, que por momentos parece muy influenciado por clásicos de las tiras de prensa de EEUU (Milton Caniff, Frank Robbins), mientras que otras veces la impronta tiene más que ver con la de los dibujantes de aventuras de las revistas infanto-juveniles francesas o británicas, sobre todo Peter O´Donnell. En ese mix se cuela también algún que otro rostro femenino que parece de José González (compañero de Giménez y Usero en la agencia de Toutain) y de a poquito, rasgos gráficos que después van a aparecer en las obras posteriores tanto de Carlos como de Adolfo.
Son historietas muy presentables, muy profesionales, donde los jóvenes dibujantes demuestran que dominan el oficio, que entienden perfectamente cómo funciona la narrativa, el armado de las secuencias, el movimiento de "la cámara"... todo eso está. Brilla poco, porque acá se nota la falta de originalidad, el esfuerzo porque todo encaje en un molde que viene impuesto por otros mercados y otras lógicas de producción, que poco tienen que ver con lo que va a crear Giménez cuando se libre de esas restricciones. Pero algo de ese Giménez superlativo de la segunda mitad de los ´70 y todos los ´80 ya asoma en estas páginas y se disfruta mucho. No como para salir corriendo a buscar este masacote de 250 páginas (impreso como los dioses, con muy buen papel y excelentes textos complementarios), a menos que realmente te quieras interiorizar a fondo con lo que fue este clásico español (con proyección internacional) de la bisagra entre los años ´60 y ´70.
Me quedaba sin leer el Vol.2 de Madman Atomic Comics y le entré con bajas expectativas, lo cual se explica releyendo las reseñas del 27/09/22 y el 01/08/24 (sí, soy un goma que lee los comics en el orden incorrecto). Lo que me encontré fue un poco más de lo que esperaba. Para el nº8, a Mike Allred se le ocurre (otra vez) una gran idea para presentarle a Madman y su mundo al lector que no tenía la menor idea de que existían estos personajes. Medio al pedo, porque ya lo había hecho en el nº1 de esta serie, pero bueno, funciona además para introducir el misterio de esa voz en off que le habla a Madman en segunda persona y que más tarde sabremos quién es. Como con esto no llena 32 páginas, complementa con una historia cortita, en joda, que esta bastante bien. El nº9 es un ejercicio hipnótico de narrativa, una locura más de Allred que visualmente es espectacular, pero que no deja margen para el desarrollo de subplots, n¡ para profundizar en los distintos personajes involucrados en el relato. Es simplemente acción, plasmada de una manera original e impactante, pero no hay mucho más para rescatar. El nº10 ofrece apenas 22 páginas de historieta en las que no pasa absolutamente nada, pero por lo menos hay buenos diálogos y algo de desarrollo para algunos personajes.
El nº11 está estiradísimo, pero en un punto llega al muy interesante encuentro entre Madman (que sabe poco acerca de buena parte de su pasado) y la voz misteriosa, que resulta saberlo todo. Hay un lindo homenaje a David Bowie, y una revelación shockeante en la última página, un giro imprevisto que hace que te quieras devorar el número siguiente. Pero el número siguiente es choto: un prólogo largo y anodino al combate a todo o nada con un villano, que empieza pocas páginas antes del final. Así que el arco de Joe y Luna se termina de resolver en el nº13, último de este recopilatorio, que empieza con la derrota del villano, y ya para la sexta o séptima página pasa a ser una larga sucesión de charlas entre los personajes, mientras los científicos ven si pueden resucitar a un miembro de los Atomics que no está exactamente muerto, pero necesita ayuda. Y después, para engordar el tomo y cobrarlo u$ 20, tenemos 40 páginas de bocetos, pin-ups de otros artistas, dibujos sueltos, versiones de las portadas sin los logotipos y demás material de relleno que es muy lindo de mirar pero que no aporta nada en cuanto a la lectura de las historietas.
No me aburrí demasiado, no sentí que Allred me estuviera faltando el respeto, entiendo la intención, la búsqueda, la experimentación... Aluciné fuerte con el dibujo, que está a un nivel indescriptible, más allá de toda exégesis, amé los colores de Laura Allred, los personajes me parecen copados... Lo que no me cerraron mucho son los conflictos. No solo pasan pocas cosas, sino que las que pasan no me llegaron a conmover demasiado. O sea que, si bien el balance de este Vol.2 me da levemente positivo, el contexto general, el de los tres tomos que componen la serie, me defraudó un toque. Me encanta Madman, quisiera tener todos los meses comics nuevos de Allred para leer, pero hay algo en esta serie (que por algo fue la última) con lo que me cuesta conectar.
Nada más, por hoy. Nos reencontramos pronto acá en el blog y el miércoles 28 hay una nueva emisión en vivo de Agenda Abierta en el canal de YouTube de Comiqueando, por si se quieren dar una vuelta.
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