el blog de reseñas de Andrés Accorsi

domingo, 23 de febrero de 2025

DOMINGO PEGAJOSO

Un verdadero asco el clima en Buenos Aires, con una humedad insoportable y un aire que te asfixia. Pero vamos ya a repasar las últimas lecturas. Me costó un montón terminar El Espécimen Vitruvio, una obra de Eduardo Mazzitelli y Quique Alcatena, originalmente realizada para Italia en fechas que desconozco, y que la edición argentina no aclara. Me imagino a los pobres pibes que leyeron esta serie en entregas quincenales de 12 páginas y se me parte el alma de la congoja. El Espécimen Vitruvio es una obra que avanza a un ritmo bastante más lento que el de la típica saga de Mazzitelli, y además se sostiene en conflictos mucho menos enfatizados. Es una obra densa, repleta de ideas interesantes, pero desarrollada con parsimonia, como si los autores se esforzaran por no generar ningún tipo de impacto en el lector. Incluso hay episodios de 12 páginas sin ni siquiera una escena de acción... un cachetazo, una puñalada... algo... Claramente, acá Mazzitelli estaba jugando a otro juego, buscaba otra cosa, que tal vez no pase por la aventura, sino por otros ejes vinculados a la acumulación de conocimiento, a la evolución de las especies... En su esencia, El Espécimen Vitruvio es "una de mutantes" (incluso hay una referencia bastante clara a Wolverine), de humanos que nacen con habilidades extra que los separan del típico homo sapien. Pero está contada de una manera rara, para nada convencional, que no tiene nada que ver con los comics de los X-Men y demás. El resultado es inevitablemente aburrido, sobre todo si venís buscando peripecias, aventuras con peleas entre héroes y villanos y demás. Por suerte está la prosa inigualable de Mazzitelli en los bloques de texto, que siempre te dan ganas de leer más. Esta vez no hay humor, no están esos sutiles toques de ironía que tan bien manejaba el genio de Adrogué. Pero se compensa con una profundidad infrecuente en la exploración de los cuatro o cinco personajes principales, que se presentan como seres complejos, a los que está bueno analizar desde distintas ópticas precisamente para captar esa complejidad. O sea que al guion le falta acción, pero no méritos para seducir al lector adulto. Y el dibujo de Alcatena, como siempre, es sublime. Abundan las viñetas grandes, repletas de texturas, ornamentos y líneas con las que Quique pone en la página todo lo que le permite el blanco y negro, y un poco más. Edificios, decorados, paisajes, animales reales y ficticios, trajes, vehículos, monstruos, todo cobra vuelo de la mano del plumín mágico de un Alcatena inspiradísimo. La puesta en página oscila entre grillas clásicas (la de seis viñetas de Jack Kirby, la de tres viñetas widescreen, etc.) y otras mucho más originales, en las que Quique experimenta si sacrificar nunca la claridad y la fluidez del relato. Son 192 páginas sin desperdicio en materia visual, en las que Alcatena deja la vida tanto en los momentos en los que se impone la fantasía como cuando Mazzitelli propone escenas más terrenales, de gente que habla o camina. Por su impronta poco aventurera, El Espécimen Vitruvio es una obra extraña en la bibliografía de la dupla, que no sé si todos sus lectores disfrutarán. Pero bueno, son 192 páginas dibujadas por Alcatena prendido fuego, y eso debería alcanzar para que quieras comprar el libro.
Me voy a 2017 cuando, en una colección de historietas apuntadas al público infantil y dirigida por Françoise Mouly, aparece The DragonSlayer: Folktales from Latin America, un librito con tres historietas cortas que adaptan relatos folklóricos de nuestro continente, dibujados nada menos que por Jaime Hernandez. Nada, son 30 páginas de historieta, nomás. Las tres son historias muy menores, obviamente apuntadas a los más chiquitos, en las que Jaime cumple y no mucho más. Dos o tres veces a lo largo del libro rompe la grilla de seis viñetas, o sea que ni siquiera se juega a manipular el tempo narrativo de estas historias. Sabe que son comics para primeros lectores, y eso implica tener que narrar todo de manera muy simple, para que lo entiendan tanto los chicos chiquitos como los padres que seguramente tendrán que estar ahí para ayudarlos a leer. El dibujo está muy bien (obvio, es Jaime) y siempre está bueno ver páginas a color de un dibujante al que uno asocia 100% con el blanco y negro. En este caso, es Ala Lee la colorista que se encarga de rellenar con su talento las líneas de un Hernandez casi minimalista, que no mete masas negras ni pierde tiempo poniéndole detalles a los fondos. The DragonSlayer: Folktales from Latin America es una obra muy menor de un autor imprescindible. Una lectura livianita, disfrutable, ideal para compartir con lectores de 4 a 9 años, pero muy menor en el contexto de la bibliografía del excelso Jaime Hernandez. Menos mal que lo conseguí MUY barato en una librería de saldos. Nada más, por hoy. Ni bien tenga leídos un par de libros más, nos reencontramos por acá. Gracias y hasta entonces.

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