el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 27 de marzo de 2025

JUEVES DE JODA

Para reseñar hoy me tocaron dos libritos en joda: uno decididamente humorístico y uno de aventuras, pero con mucho margen para el delirio y el absurdo. Veamos. Empiezo en Brasil, año 1991, cuando se recopilan en un librito bastante croto (pero muy accesible) las tiras de Fagundes, un personaje creado por el entonces maestro (y hoy maestra) Laerte. Hay también unas poquitas tiras de O Grafiteiro, protagonizadas por un adolescente alzado que habla de sexo, y algunas más de O Síndico da Catástrofe, centradas en el administrador de un edificio con pésima leche. Pero el plato fuerte son las casi 100 tiras de Fagundes, un tipo bajito que se caracteriza por ser un chupamedias nivel Dios. En el contexto de una empresa que no sabemos bien a qué se dedica, Fagundes está ahí para alabar, consentir, defender y hasta acosar a sus jefes con elogios y reverencias. Básicamente, el humor de la tira pasa por ahí, por ir corriendo los límites de la obsecuencia y la genuflexión del protagonista más allá de lo imaginable, e incluso más allá de lo absurdo. En Brasil, a los lameculos les dicen "puxa saco", y esa expresión aparece una y otra vez en los chistes de Laerte, porque es, sin duda, la definición perfecta de Fagundes. En las tiras en que no están ambientadas en la oficina, o donde no aparece el jefe, Fagundes le chupa las medias a curas, milicos, policías y hasta a un chorro que lo asalta a mano armada. De alguna manera, Laerte se las ingenia para que a este personaje nunca le falte una figura de autoridad a la cual adular y rendirle pleitesía. El dibujo es sintético, dinámico, muy expresivo. Una mezcla muy atractiva entre Manuel Vázquez, Tabaré y Alberto Bróccoli, con mucha personalidad y un manejo apabullante del timing para la comedia. Obviamente hay chistes más graciosos que otros, pero en general, acá estamos frente a un gran trabajo de Laerte, que podemos encuadrar en la etapa posterior a la de su militancia en el underground más salvaje y más rupturista. Este es un Laerte más civilizado, no tan tranqui ni tan reflexivo como el que vimos el 12/01/24, pero menos ido a la mierda que el de la revista Circo, por ejemplo. Lamentable y predeciblemente, estas tiras solo existen en portugués aún hoy, cuando la figura de Laerte goza de un vasto reconocimiento fuera de Brasil. Y realmente no sé si en Brasil este material tuvo reediciones más actuales (y más cuidadas) o si para leer las tiras de Fagundes la única opción es conseguir de milagro este librito publicado hace casi 35 años. Yo, por suerte, lo encontré muy barato (y medio baqueteado) en una librería de usados de San Pablo.
Me voy a Estados Unidos, año 2017, para leer Circuit Breaker, una comedia de aventuras publicada por Image, a la que entré como un caballo porque está dibujada por Kyle Baker, ídolo absoluto. Después me encuentro con que el guion le pertenece a Kevin McCarthy, aquel al que vimos escribir bien, regular y mal en las antologías de The Escapist que publicara Dark Horse. No quiero decir con esto que si hubiese sabido que el guion era de McCarthy no lo compraba, eh? Además lo encontré en oferta, a un precio por el cual no le puedo decir que no ni a la peor de las bazofias que lleve la firma de Kyle Baker. Esta vez, a McCarthy se le ocurre jugar con los tópicos del manga: las peleas, los robots y las colegialas. Y ya que estamos, mete kaijus, ninjas, lo que venga. Circuir Breaker es un gigantesco homenaje al manga, en el que los autores meten cameos a lo pavote de Mazinger, Astroboy, Pokemon, Voltron, los Power Rangers, Tetsujin 28, el gatito Doraemon, Godzilla, Crayon Shin-Chan... y ya que estamos aparece un personaje igual a Richie Rich y robots con el diseño de los cylons, los villanos de Battlestar: Galactica. Hay cientos de guiños y referencias visuales, que incluyen -por ejemplo- a una decena de personajes de los que integraban el "elenco estable" de Osamu Tezuka y aparecían en muchas de sus obras en roles secundarios. No sé cuánto de esto estaba marcado en los guiones de McCarthy y cuánto viene del aporte de Baker, pero se nota que al autor de Why I Hate Saturn le causa mucha gracia impostar su trazo para dibujar como un mangaka y meter por todos lados esas referencias a mangas, animés y bizarreadas varias de la cultura ponja. Excepto cuando es imprescindible prodigarse en detalles, Baker dibuja a mano alzada, a los santos pedos, con una línea cuyo grosor va variando, pero que nos remite al toque al Tezuka más sintético, más despojado. Hay viñetas en las que se juega un poco más con sombras, texturas, masas negras, y hasta hay páginas en las que dibuja fondos, y no los resuelve simplemente con un salpicado o un esfumado de colores estridentes hecho en Photoshop. Y en la última página, dibuja... ¡al propio Tezuka! O más bien reutiliza la caricatura que el manga no kamisama solía hacer de sí mismo para darle rasgos al supuesto autor de un comic que tiene cierto peso en la trama de Circuit Breaker. En las portadas y en algunas splash-pages, Baker deja la vida y nos detona las retinas con una paleta de colores mucho más sutil y unas composiciones realmente preciosas. Pero la gran mayoría de estas páginas nos muestran al ídolo subido al carro de homenajear al manga, dibujar a velocidades supersónicas y esforzarse por que la acción y la propia expresividad de los personajes lleven adelante el relato. Y el guion es, como ya dije, una aventura con muchos momentos cómicos, rayanos en el disparate. Con elementos de ciencia ficción, de policial, de magia, de machaca superheroica... lo que haga falta para enganchar al lector, seguro está (probablemente muy simplificado) en alguna secuencia de Circuit Breaker. Sin ser una lectura que te cambia la vida, sin pretensiones de nada más que de cagarse de risa un rato, se trata de una lectura convincente, a la que se suma la rareza de ver a un monstruo como Kyle Baker jugar en un mundo que parece creado por Tezuka y que los fans del Dios del manga no asociamos ni a palos con este brillante creador estadounidense. Pero está la aventura, está la ternura, está el humor, está la mala leche, está el mensaje contra la discriminación del distinto... hay muchos conceptos típicos de los mangas de Tezuka que se nota que McCarthy y Baker aprendieron a la perfección y lograron trasladar a una obra que -más allá de cazar o no todas las referencias- cualquiera puede disfrutar. Y nada más, por hoy. Por ahí meto una entrada más antes de fin de mes, y si no, nos reencontramos en Abril con nuevas reseñas, acá en el blog.

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