el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 15 de abril de 2025

NOCHE DE MARTES

Le sigo dando átomos a la lectura del material que tengo pendiente, y ya tengo otros dos libritos que quiero reseñar. El primero es un álbum cortito, apenas 48 páginas, pero con bastante texto. Estamos en Francia, año 1983, pleno furor de la historieta para adultos y Les Humanoïdes Associés recopila en un hermoso tomito de tapa blanda varias historias cortas de Les Closh, los personajes de Dodo y Ben Radis que aparecían en la Métal Hurlant. Básicamente se trata de comedias breves, casi siempre con algún estallido de violencia, pero sin alejarse mucho de la senda del humor. Les Closh eran algo así como la versión "cheta" de Kebra, la rata pandillera y punk de Tramber y Jano. Siempre impecables en su apariencia, Les Closh son una banda de rock, pero a la que no le tiembla el pulso a la hora de interpretar boleros, jazz o rockabilly. Y al tener una cantante mujer, uno los asociaba mucho con Los Twist, que también usaban trajes y moñitos, y se las daban de irónicos. No todas las historias tienen que ver con que ellos son músicos. De hecho, la mejor dibujada del libro es una parodia de la famosa película "La Guerra del Fuego", en la que ellos son cavernícolas. Y la mejor escrita es una de espionaje y aventuras onda Blake & Mortimer, titulada "Le Citron Riz Jaune", intensa y divertidísima, también llena de guiños satíricos. Incluso hay una historieta en la que no aparecen Los Closh, que es una versión en tiempos ochentosos y en son de joda de la famosa aventura de Los Tres Mosqueteros en la que tienen que hacer aparecer las joyas de la reina. Esta pareciera ser una historieta más antigua que las otras, porque el dibujo no está tan logrado. Algunas de estas historias las recuerdo de cuando leía la edición española de Métal Hurlant, otras me parece que nunca se tradujeron al castellano, y en todos los casos me encontré con secuencias muy entretenidas, con personajes carismáticos que no siempre ganan, en general envueltos en situaciones cercanas y reales para cualquier grupito de jóvenes de los ´80. Al igual que en las historietas de Kebra, acá tenemos personajes muy humanos, pero con cabezas de animales: ratones, perros, cerdos... al punto que las últimas historias parecen estar ambientadas en el universo de Walt Disney, con apariciones de Gyro Gearloose y el propio Mickey. El dibujo de Ben Radis es fabuloso: expresivo, dinámico, prolijo, con constantes homenajes a la ropa y los autos de los años ´50, algo que en la época de oro de Métal Hurlant era moneda corriente y se veía también en la obra de autores como Ted Benoit, Yves Chaland y Serge Clerc. Y si bien toda esta estética está muy bien plasmada, Radis me impactó sobre todo con su interpretación de la prehistoria en la parodia de "La Guerra del Fuego", donde no hay autos ni corbatas ni edificios, pero sí unos instrumentos musicales resueltos con muchísimo ingenio. Como ya dije, me pareció la historieta mejor dibujada del álbum. No sé si me compraría más álbumes de Les Closh, pero sí me gustaría tener en libro otras obras de esta dupla, de la que hace muchos años que no tengo noticias y que en la adolescencia me hizo muy feliz.
Nos vamos a Estados Unidos, año 2019, cuando Mark Millar, poco antes de pelearse para el orto con la gente de Image, le agrega una gema a su corona con Prodigy: The Evil Earth, la primera (y creo que hasta ahora única) aventura de Edison Crane, el hombre más inteligente del mundo. Edison es una especie de hiper-bocho infalible al estilo Reed Richards, pero con una aptitud física y una adicción por el riesgo y la adrenalina que lo acercan más a un Batman o un James Bond. Una máquina de resolver problemas, con una memoria imposible, una capacidad de observación apabullante, una serenidad a prueba de balas y la empatía y la sensibilidad suficientes para utilizar todo esto (más ilimitadas cantidades de dinero que consigue casi sin esfuerzo) al servicio de quienes más lo necesitan. Edison Crane es el tipo que a todos nos gustaría ser. Un James Bond que no se pasa de canchero, un Batman que no se deja ganar por sus obsesiones, un Reed Richards que resuelve problemas reales y cotidianos para mejorarle la vida a la gente... Uno que ya está acostumbrado a los volantazos de Mark Millar (y a la mala leche que suele aparecer en las obras del escocés), estaba preparado para la revelación final, en la que Crane resultara ser el más cínico e hijo de puta de los villanos. Pero no, el autor lo mantiene noble y copado hasta el final. A lo largo de estos seis episodios, zafa de peligros y heridas muy extremas, y aún así todo resulta bastante creíble, simplemente por las asombrosas capacidades y conocimientos de los que hace gala Crane. Lo único que no me terminó de cerrar es la revelación de la identidad del principal villano. No hacía falta que fuera alguien a quien Crane conocía desde la infancia. Podría haber sido cualquier otro sorete, y nos ahorrábamos esa vuelta de tuerca que tensa innecesariamente el verosímil. El resto me encantó. El ritmo, los diálogos, la forma en la que Millar toca (bastante por encima, pero sin trivializarlos) problemas políticos y sociales del mundo real, la forma en la que te muestra lo jodidos que son los villanos, los momentos que elige para clavar los flashbacks al pasado del protagonista... Un verdadero deleite, repleto de sorpresas incluso para el lector muy curtido en las lides de la aventura extrema, a todo o nada. Al igual que en Huck (reseñado por acá un 16/06/20), Millar cuenta con los magníficos dibujos de Rafael Albuquerque, complementados a la perfección con los colores de Marcelo Maiolo. Más allá de alguna página en la que escasean los fondos, se nota que Albuquerque puso el alma en este trabajo. Hay paisajes hermosos, edificios complicados, naves con diseños futuristas, escenas en interiores que requieren mucho detalle y mucho cuidado en la composición, y por supuesto personajes expresivos, de gran plasticidad, que tienen que correr, saltar, nadar, volar o simplemente conversar durante varias viñetas sin que el lector se aburra. Albuquerque hace que todo parezca muy fácil y que todo fluya con mucha naturalidad, como si uno estuviera viendo una película... pero guarda: el comic es un comic, no es un storyboard con globos de diálogo. Gran trabajo de este notable autor brazuca que hoy es garantía absoluta de solvencia y jerarquía. Prodigy es una lectura original y atractiva, muy recomendable para los fans de las aventuras sin superpoderes ni elementos fantásticos muy limados. Y ni hablar para los fans de Millar o de Albuquerque, que los van a encontrar afiladísimos a ambos. Esto es todo por hoy. Se viene Semana Santa y por ahí los compromisos sociales me llevan a bajar un toque el ritmo de lectura y posteos, pero veremos cómo la piloteamos. Ojalá nos reencontremos pronto, acá en el blog.

2 comentarios:

john_lechon dijo...

De Ben Radis & Dodo me gustó mucho "Gomina", que no recuerdo si leeí un par de episodios en la Fierro ochentera o en algún número de SuperSexy que compré en las librerías de avenida Corrientes. La mezcla de bichitos amenos visualmente con el género "novela negra" me parecía genial (Blacksad lo llevaría a otro nivel, pero bueno).

Andrés Accorsi dijo...

Gomina empezó en País Caníbal y terminó en Fierro. Gran historieta. Ojalá alguna vez la consiga en álbum, aunque sea en francés.