jueves, 24 de abril de 2025
JUEVES DE AVENTURAS
Por fin me pude hacer un rato para reseñar las últimas lecturas...
Sigo descubriendo material del inverosímil Attilio Micheluzzi, y ahora cayó en mis manos una edición francesa de un comic que el maestro italiano publicó originalmente entre 1980 y 1981 en una antología de la península donde nacieron mis bisabuelos. Lo que más me sorprende es que este Marcel Labrume es muy cercano en el tiempo al Rosso Stenton que vimos hace poquito (19/03/25), pero se le parece muy poco. Aquella aventura se sentía muy prattiana, y esta conserva del glorioso Hugo una sola característica: Micheluzzi elige contar una ficción, ambientada en un momento MUY álgido de un conflicto que existió en la realidad, y para eso apela a una vasta documentación.
Marcel Labrume es periodista de un diario parisino y está en Beirut, capital de Líbano, en Septiembre de 1940, plena Segunda Guerra Mundial. En la ciudad se vive un clima espeso, con la presencia de alemanes, británicos, franceses, palestinos, judíos y por supuesto los propios libaneses, todos detrás de distintos objetivos secretos, como si fuera una partida de TEG. Las distintas facciones se espían, se operan, se atacan, todos desconfían de todos y se respira una atmósfera de peligros, traiciones y muerte. Y no, Micheluzzi no era tan buen guionista como para explicar todos estos conflictos y sacarles el máximo provecho en apenas 48 páginas. Porque además tiene que desarrollar a un protagonista, a una co-protagonista (que es bastante más que un interés romántico de Marcel) y a varios personajes secundarios. No tengo dudas de que Pratt lo habría hecho mejor, pero claro, se habría tomado 100 páginas en vez de 48 y habría metido no menos de nueve o diez viñetas por página en lugar de las siete que suele emplear Micheluzzi.
El resultado es un guion muy sobrecargado de elementos, en el que los personajes casi tropiezan unos con otros en la lucha por aparecer un poco más "en cámara" y explicar de qué juega cada uno. Por momentos, pareciera que el que sobra es el propio Marcel Labrume, y que la historia se desarrollaría de un modo más claro e intenso si sacáramos al periodista francés del medio. Para el final, cuando ya se cayeron unas cuantas máscaras y varios personajes se boletearon unos a otros, el argumento se encauza mejor y se hace más atractivo, pero hasta ese punto, la confusión le gana al disfrute.
Por suerte está el dibujo de Micheluzzi, que es espectacular. Como vimos la vez pasada, e autor reproduce algunos yeites del maestro Sergio Toppi. Pero la principal influencia gráfica en este álbum es claramente Alex Toth. También se ven cosas que remiten a Gustavo Trigo, a Cacho Mandrafina... pero la impronta omnipresente es la de Toth, que aparece en esos claroscuros extremos, esas composiciones, esas onomatopeyas. Y obviamente Micheluzzi también suma elementos de su propia cosecha, no es un mero pastiche de recursos tomados de otros artistas. Visualmente, este álbum es una fiesta, un catálogo de hallazgos pensado para deleitar a cualquier fan del blanco y negro y los estilos más o menos realistas. Incluso aunque el guion se enrede demasiado para llegar a buen puerto, el dibujo justifica completamente la inclusión de Marcel Labrume entre las obras notables de esa bestia que fue Attilio Micheluzzi.
Sigo con mi reencuentro con los comics basados en la serie animada de Batman de los ´90, y el tomo que tendría que reseñar ahora lo reseñé el 29/01/19. Así que sin más prolegómenos, le entro al Vol.2 de Batman & Robin Adventures. Acá lo más notable es el Annual 2, porque lo escribe Paul Dini. Incluso tiene unas poquitas páginas dibujadas como los dioses por Ty Templeton, que le saca mucha diferencia al resto de los dibujantes que meten mano en el tomo. Y después hay ocho episodios de la serie mensual, todos escritos por el propio Templeton, y en general bastante dignos. El mejor es el último del tomo, contra el Joker y Harley Quinn, repleto de situaciones y diálogos muy cómicos. El resto acompaña sin descollar, no hay ninguno que digas "esto es un bofe", ni ninguno para poner en el Cuadro de Honor. El de Deadman tiene una idea muy interesante, el de Man-Bat es casi una no-aventura, una de esas en las que el rol de Batman y Robin no es el del típico justiciero que debe impedir que el villano cometa alguna tropelía... pero nada demasiado destacable.
Para acompañar a Templeton en los dibujos, tenemos un solo episodio a cargo del correcto Dev Madan (a quien vimos entrar desde el banco de suplentes en la reseña del 11/04/25) y también un solo episodio dibujado por Joe Staton, en un estilo muy lindo, que no tiene tanto que ver con la estética de la serie animada pero es atractivo. El resto de las páginas quedan en manos de Brandon Kruse, otro dibujante normal, tranqui, que no molesta para nada, pero tampoco está ni cerca de Templeton, o de Mike Parobeck. La colorista de unos cuantos de estos episodios es la grossa Linda Medley, justo antes de romperla como autora integral con Castle Waiting, pero no... su trabajo en esta colección no me convence demasiado. No capta la atmósfera oscura de la serie animada, se zarpa en estridencia con rosas, amarillos y violetas muy fuertes... En el mismo libro hay otros dos coloristas, Lee Loughridge y Roberta Tewes, y ninguno me generó el ruido que me generan las paletas que elige Medley.
Me queda sin leer un solo tomo de B&RA, y no sé si llego a leerlo antes de fin de mes, pero lo voy a intentar, así en Mayo ya me meto con otras series.
Lógicamente, en Mayo voy a leer menos comics, porque se pone más exigente la producción del nº11 de Comiqueando Digital, pero siempre algo voy a poder reseñar, aunque sea de manera medio sucinta, acá en el blog. Gracias y nos reencontramos pronto.
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1 comentario:
Avisado de que el ultimo tono esta dibujado con las patas, Burchett se va del entintado y el dibujante nuevo baja mucho. Hay un solo numero dibujado por Staton de nuevo y que queda muy bonito pero el resto aun siendo puberto inmaduro me parecía vergonzoso a nivel gráfico. Aunque las historias siguen siendo aceptables.
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