el blog de reseñas de Andrés Accorsi

martes, 6 de noviembre de 2018

MARTES DE CHICAS

Hace bastante que no leo nada vinculado al universo de Fables, pero acá estoy, con In All the Land, la novela gráfica de Fairest, publicada en 2013. Se trata de una historia de 150 páginas escrita por el gran Bill Willingham, en la que participan un montón de dibujantes. La protagonista es Cinderella, la estructura es la de un misterio policial clásico (un whodunnit) y la resolución es excelente. Esos son los puntos a favor.
Pero también tiene varios puntos en contra, a saber: a) está bastante estirada. Esa misma historia se podría haber contado en 90 ó 96 páginas. b) la novela empieza y termina con dos segmentos que no son historieta sino prosa, complementada con ilustraciones de Chrissie Zullo. Nada, no está mal escrita, pero cuando uno compra novelas gráficas es porque prefiere leer historietas, no literatura. c) Para que la novela gráfica conectara mejor con la consigna de Fairest (historias centradas en los personajes femeninos de Fables), Willingham fuerza bastante la trama para que aparezcan muchísimas de estas chicas del universo de Fables, algunas en roles muy poco relevantes.
Entre los dibujantes no hay ninguno demasiado desastroso. Tony Akins lidera, como de costumbre, el ranking de los más crotos. Y entre los que realmente se lucen, entre los que engalanan con su talento las pocas páginas que dibuja cada uno, están bestias sagradas como Gene Ha, Kevin Maguire, Adam Hughes, Chris Sprouse (al que le tocó un segmento magnífico, casi una historieta unitaria independiente metida de prepo en la novela), Phil Noto, Shawn McManus, Dean Ormston, Renae de Liz y por supuesto el glorioso Mark Buckingham, el dibujante titular de Fables. También están Al Davison, Iñaki Miranda y Tula Lotay (por debajo de su nivel habitual), Russ Braun, Ming Doyle (con solo dos paginitas, a mi pesar) y algunos chicos y chicas más a los que no conocía.
En síntesis, In All the Land es una historia entretenida, pensada para darle mucha chapa a Cinderella, que hubiese sido mucho mejor si fueran 96 páginas, todas en forma de comic y todas dibujadas por un mismo artista.
Me vengo a Argentina, a 2018, cuando Camila Torre Notari presenta El Ángel Negro, una especie de novela integrada por capítulos que bien podrían ser una serie de historias autoconclusivas. La autora logra algo bastante difícil de hacer: sin moverse un milímetro del slice of life, sin apelar a ningún elemento onírico ni fantástico, incluso poniéndose a ella misma como protagonista, Camila presenta en cada una de estas nueve historias un auténtico conflicto. Obviamente son conflictos chiquitos, de entrecasa, pero conflictos al fin. Y para cada uno hay un desarrollo y una resolución. Eso es tan infrecuente en la historieta autobiográfica que lo tengo que subrayar y aplaudir de pie.
El Ángel Negro es una historieta acerca del amor por las mascotas, pero no hace falta ser fan de los gatos y los perros para disfrutarla. Torre Notari tiene varios anchos de espadas: por un lado, el truco de ambientar las historias en su casa, con su propia familia y su amigos como personajes principales y secundarios. Para bancar esta decisión hay que ponerle a los relatos una dosis de honestidad muy importante y eso también se agradece. Otro punto que me cautivó por completo es el de los diálogos: acá están –lejos- los díalogos más realistas, mejor sintonizados con el habla argenta del 2018, que leí en mucho tiempo. Increíble el oído de Camila para pescar y reproducir los giros idiomáticos que usamos todos los días. Hay algo más, muy interesante, y es que no se nota un esfuerzo por parte de la autora por resaltar que todo lo que cuenta es verdad. Creo que para la cuarta o quinta página ya no me quedaba ninguna duda de que El Ángel Negro tiene cero ficción, mucha menos que cualquier diario de los que se publican en Argentina. Pero no es un comic documental ni enfantiza todo el tiempo el hecho de no tener ficción.
De la faz gráfica me gustaron mucho la narrativa, el armado de las páginas y el uso de las distintas tonalidades de amarillo. Y el dibujo en sí, un poquito menos. Es funcional al relato, es expresivo, contribuye también a establecer este verosímil tan sólido, pero no es lo que más me llamó la atención. De todos modos, cuando las historias son interesantes y el flujo narrativo está cuidado, el virtuosismo gráfico no es lo más importante.
Recomiendo mucho El Ángel Negro a los amantes del buen slice of life, de los animalitos y de las historietas que no requieren de elementos ficticios para atraparnos.
En una de esas tenemos nuevo post el día jueves… y si no será el martes 13, cuando esté de regreso en Buenos Aires tras un fin de semana en San Luis que promete ser demoledor. Gracias y hasta pronto.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buen viaje!

Unknown dijo...

Qué lindo! Muchas gracias!!! :D :D :D