el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 22 de noviembre de 2018

TRASNOCHE DE JUEVES

Tarde pero seguro, encontré un ratito para sentarme a escribir las reseñas de los últimos dos libros que me devoré.
Empiezo con Gilgamesh: El Origen, la reedición de los primeros 14 episodios de esta serie creada por el gran Lucho Olivera en 1970 para la revista D´Artagnan. Esto arranca con esas ocho famosas páginas a las que Robin Wood convertiría en un montón de episodios alucinantes, cuando la serie se rebootea en 1980. Pero en rigor de verdad, no son muchos más los puntos de contacto con la versión de Gilgamesh que vimos en las reseñas del 20 y 28 de Octubre de 2017. En esta primera versión, el dibujo de Olivera está mucho menos inspirado, repleto de páginas de 12 ó 13 viñetas microscópicas en las que dibujo y texto se disputan un espacio muy escaso. La acción está desenfatizada… cuando está, porque en unos cuantos episodios no hay acción.
Las aventuras de Gilgamesh no son exactamente aventuras: son las crónicas de un tipo que simplemente no puede morir, entonces en vez de vivir, dura. Esto era algo muy atípico en la historieta argentina de principios de los ´70: aventuras casi sin conflictos, donde el protagonista recorre distancias colosales y subsiste a lo largo de siglos y milenios, prácticamente sin sobresaltos. ¿Qué nos quería contar Olivera con esta serie? Imposible determinarlo con certeza, pero mi sensación es que quería hablar sobre el destino de la Humanidad, sobre cómo ciertas decisiones pueden modificar el devenir de la especie humana en este y otros planetas. Así es como en Gilgamesh vemos más ajedrez que machaca, más reflexión metafísica que acción física, más encrucijadas éticas que luchas con enemigos.
Una vez que te acostumbrás a lo extraño que es todo esto (dentro y fuera de una revista de Columba de 1972-73), la saga te empieza a atrapar. Los últimos cuatro episodios del tomo ya no los escribe Lucho, sino que están a cargo de Sergio Mulko (como el tomo de Gilgamesh que vimos el 27/09/12). El primero de los cuatro de Mulko, “Jornada de Guerra en Ammeru”, es el que menos me gustó de todo el libro. El mejor dibujado me parece que es “El Cerebro” (el único publicado a color) y el mejor escrito es –acá no tengo dudas- “La Ballesta del Cazador”, que es donde Olivera logra el equilibrio más fino entre introspección, construcción de personajes y sucesos que hagan avanzar a la trama. Tengo sin leer el tomo que le sigue a este, así que pronto habrá más Gilgamesh, acá en el blog.
Me voy ahora a 1999, cuando DC publica los tres libritos prestige de Doctor Mid-Nite, que leí en su momento y ahora redescubrí gracias a que conseguí el TPB. Esta es otra obra rara, que originalmente iba a estar protagonizada por el Dr. Mid-Nite de los ´40, después iba a ser un Elseworlds y al final terminó por presentar a una nueva iteración del personaje, en principio demasiado parecido a Charles McNider, pero que después (en buena medida gracias a que Geoff Johns y James Robinson lo suman a la JSA) tendrá una impronta más personal, más original.
Los manoseos editoriales de los que fue víctima nos dan margen para perdonarle a esta obra de Matt Wagner y John K. Snyder III algo que sería imperdonable en cualquier saga donde se presenta a un “legacy hero”: Pieter Cross, el nuevo Dr. Mid-Nite, no tiene NINGUN punto de contacto con el original. Nunca se encuentran, viven en distintas ciudades, no comparten personajes secundarios ni villanos, de hecho a Charles McNider no se lo nombra nunca, en casi 150 páginas de historieta. Es cierto que el Dr- Mid-Nite original siempre tuvo pocos fans y ponerlo en un rol importante en el origen de un sucesor no era garantía de vender más ejemplares, pero hubiese estado bueno algo (una mención, un guiño) que conectara al lector con la versión clásica del personaje.
El argumento, en general, es bastante decepcionante. Lo único atractivo es cómo Wagner baja línea socio-política, como se anima a indagar en las desigualdades sociales que genera el capitalismo salvaje, con una mega-corporación en el (ya muy obvio) rol del villano y varios personajes secundarios importantes tomados de esta subcultura de las márgenes donde se hacinan los excluídos. El resto, el conflicto en sí, la ordalía que debe atravesar Pieter Cross para derrotar a los villanos, es más de lo mismo al punto de que por momentos me aburrió.
Por suerte el debut de este nuevo Dr. Mid-Nite tiene un as imbatible que es el dibujo de John K. Snyder III. Responsable absoluto de que esta miniserie anunciada para 1994 viera la luz recién en 1999, Snyder dejó la vida en cada una de estas páginas y creo que después no volvió a publicar historietas hasta mediados de este año. En la faz gráfica de Doctor Mid-Nite tenemos lo mejor de ambos mundos: Snyder combina la narrativa típica de un comic de Matt Wagner (ajustada, sólida, con yeites vanguardistas) y el despliegue visual, el vuelo (más pictórico que gráfico) de un Bill Sienkiewicz. Y lo mejor es que funciona. Todo lo que no me cautivó el guión de Wagner, me volvió loco el dibujo de Snyder, con esos climas, esos planos detalle, esos encuadres raros, esos fondos devastadores y ese lápiz desbordante de virtuosismo, a distancias siderales de lo que vimos hace poquito (24/08/18) en un TPB del Suicide Squad. Ni hace falta decir que el trabajo del dibujante justifica por sí solo la compra de este TPB. Y si descubriste a Pieter Cross en la mejor época de la JSA, no está mal conocer su origen de la mano de sus creadores.
Dudo que vuelva a postear antes del lunes, así que buen finde para todos y nos cruzamos con los que se acerquen a saludar en La Costa Comics (Santa Teresita), donde voy a estar sábado y domingo. Ci vediamo.

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