Un día de emociones
fuertes entre el calor inhumano y la muerte de ese no-humano, de esa rata
inmunda corrupta y asesina, ese íncubo putrefacto y maligno al que conocimos
como Claudio Bonadío. Pero vamos con unas reseñitas, a tratar de bajar un
cambio.
Cibercultura Mi Amor es un
álbum que reúne 44 planchas realizadas por Lewis Trondheim a razón de una por
semana, para una publicación que no incluía otras historietas. Hay una trama
general que recorre todo el álbum (publicado en este formato en 2001), pero
además cada página plantea, desarrolla y remata una idea en una cantidad de
viñetas que fluctúa entre 8 y 12, según la puesta que elige el autor. O sea que
el álbum ofrece 44 mini-relatos, lo cual puede empantanar la experiencia de
leerlo todo de un saque. Yo recomiendo ir de a poco. No de a una página por
semana, pero por ahí leer 10 u 11 páginas, parar, leer otra cosa, bajarse otras
10 páginas y así.
Básicamente la trama gira
en torno a dos adultescentes, Felix y Patrick, que después de malgastar años de
su vida jugando videojuegos finalmente desarrollaron uno propio y una empresa
se los quiere comprar. Esta punta argumental avanza de a poquito página a
página y Trondheim la toma como esqueleto de la serie. Pero la mayoría de los
chistes tienen que ver con la transformación tecnológica del cambio de milenio:
internet, modems, juegos en red, CD-ROMs, computadoras obsoletas, e-mails,
celulares, consolas, mp3, cámaras digitales, GPS… todas esas garchas que nos
iban a cambiar la vida, vistas en clave satírica por Trondheim de la mano de
los amigos del (por entonces) finado Lapinot.
Esta temática está muy
presente, pero nunca logró distraerme de lo más importante: los diálogos
afiladísimos, las situaciones reales vistas desde una óptica mordaz y el
talento del autor para –además de llevar cada página hacia un remate cómico-
sembrar toda la historieta de gags y momentos llenos de humor. Y claro, la
bestial calidad del dibujo. Trondheim no permite que su línea chunga sea
obstáculo para tratar de dibujar los fondos realistas, complejos, repletos de
detalles. Como si fuera Hergé, pero con una estética que lo único que tiene en
común con la de Hergé es que calza perfecto con el color plano (acá puesto por
Brigitte Findakly, la esposa del autor). Probablemente ninguno de los álbumes
de “Las Increíbles Aventuras sin Lapinot” se suba al podio de lo mejor de Lewis
Trondheim, pero Cibercultura Mi Amor me hizo pasar varios ratos de estupenda
diversión.
Salto a EEUU, año 2016,
cuando Image empieza a reeditar en TPBs la galardonada serie Monstress, escrita
por Marjorie Liu y dibujada por Sana Takeda. Ya desde la portada, con esa cita
laudatoria de Neil Gaiman prometiendo magia y gloria en grandes cantidades,
entré preparado para sumergirme en una gran historieta. Y felizmente, Monstress
no me defraudó.
Este primer tomo ofrece
muchas páginas de una aventura fuerte, por momentos arrolladora, con ínfimas
pinceladas de humor y cero trama romántica. Y lo más importante: la
construcción por parte de las autoras de un mundo fantástico cautivante,
complejo y consistente, donde todo va más allá de una lucha de “buenos contra
malos”. Si leíste mucha literatura fantástica o mucho comic (o manga) de este
estilo, quizás no encuentres en Monstress demasiados elementos que no hayas
visto nunca. Pero la gracia es cómo Liu y Takeda arman la ensalada, cómo la
condimentan, el ritmo al que te la van mostrando, dónde te clavan los
flashbacks, los sacudones definitivos, las revelaciones impactantes, las
secuencias en las que la machaca (y hasta por momentos, el terror) se llevan
puesto cualquier intento de sutileza. El resultado es muy satisfactorio y te va
a dejar –no tengo dudas- pidiendo más.
El dibujo de Sana Takeda es
bellísimo, realmente glorioso. En los primeros planos se le nota el DNI
japonés, los rasgos “manguescos” en las caras de los personajes. Pero arma la página
y dibuja la acción como cualquier artista yanki y se mata en los decorados y
los paisajes como los mejores autores europeos. Además se colorea a sí misma,
lo cual le permite añadirle al dibujo toda una dimensión de elegancia y
sofisticación, o de fuerza primal recontra-expresiva, según la secuencia. Es
algo así como la síntesis entre tres escuelas, y de todas toma elementos que
funcionan a la perfección para esta historia.
Monstress es una aventura
violenta, jodida, que coquetea con el terror y con la runfla política. Pero
tiene resquicios por los que se cuelan la poesía, el amor por la cultura y un
mensaje de esperanza, coraje y redención. Espero conseguir pronto los tomos
siguientes para enterarme cómo avanza la estremecedora epopeya de Maika
Halfwolf.
Y nada más, por hoy. Si
mañana tengo un rato, publico la reseña de la peli de Birds of Prey + Harley
Quinn. Si no, la prometo para el jueves. Gracias y nos encontramos el finde con
tod@s l@s que asistan al EPAH! en la maravillosa Mar del Plata.
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